Cinco interpretaciones del mito de Saturno

El tiempo avanza sin piedad, pero aferrarnos a lo que fue o a lo que éramos nos impide mirar hacia el futuro y progresar. El mito de Saturno refleja ese anhelo humano por permanecer en lo alto, a pesar del tiempo. La entrada Cinco interpretaciones del mito de Saturno se publicó primero en Ethic.

May 9, 2025 - 10:43
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Cinco interpretaciones del mito de Saturno

Un dios despeinado, con la mirada desencajada, devorando a su hijo. Así imaginó Goya a Saturno y así ha quedado grabado su mito en nuestro imaginario colectivo: un hombre que, para evitar ser destronado, se traga a sus propios descendientes. Saturno, conocido en Grecia como Cronos, pertenecía a los Titanes, hijos de Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra), y protagoniza uno de los relatos más macabros de la mitología clásica.

Pero este no fue su primer acto violento. Antes de engullir a sus hijos, también castró a su padre con una hoz, escena que Giorgio Vasari representó en la Sala de los Elementos del Palazzo Vecchio de Florencia. Esta fue la venganza que planificó junto a su madre Gea, quien le había pedido ayuda, cansada de gestar a hijos que luego Urano escondía bajo la tierra por miedo a que le quitaran el poder.

Tras la castración de Urano, Saturno se quedó con el poder de su padre, pero también con el mismo miedo a que sus descendientes lo destronaran. Por eso, Saturno devoraba a las hijas e hijos que tenía con Rea a medida que iban naciendo. Solo se salvó Júpiter (o Zeus, en la mitología griega). Rea logró engañar a Saturno entregándole una piedra envuelta en pañales y consiguió esconder a Júpiter para criarlo en secreto. Cuando alcanzó la edad adulta, Júpiter consiguió que su padre devolviera a sus hermanas y hermanos y, una vez más, la historia se repitió: el hijo le quitaba el poder al padre.

Desde Los Fastos de Ovidio, todas las leyendas que envuelven a las primeras generaciones de divinidades han sido narradas y representadas desde diferentes disciplinas como una alegoría sobre el poder y los ciclos de la vida. El momento en el que Rea engaña a Saturno ya aparece en cerámicas griegas, pero la escena caníbal fue representada más tarde por artistas como Rubens, Giulia Lama o Goya. ¿Cómo podemos interpretar hoy el mito de Saturno?

El tiempo se come las horas

Una de las interpretaciones más directas y extendidas de Saturno devorando a sus hijos tiene que ver con el miedo que genera el paso del tiempo. Saturno o Cronos, personifica al tiempo, pero también a la vejez, a la melancolía y a los ciclos vitales. Esta idea está muy presente en la pintura de Goya, realizada en la Quinta del Sordo donde el artista pasó los últimos años de su vida cuando ya estaba enfermo. El Saturno de Goya es un monstruo que refleja la angustia y el desasosiego que provoca el paso del tiempo. Es el declive anunciado y sentido de un gran genio.

El Saturno de Goya es un monstruo que refleja la angustia y el desasosiego que provoca el paso del tiempo

La corrupción del poder

En la mitología clásica, la corrupción inherente al poder se manifiesta incluso en las relaciones familiares. El ciclo de Urano, Saturno y Júpiter ilustra cómo el ansia por la supremacía puede enfrentar a padres e hijos. Este comportamiento revela el poder corrosivo del miedo a perder el dominio, capaz de transformar a un líder en un ser dispuesto a sacrificar sus lazos más íntimos.

En este sentido, también la obra de Goya se ha interpretado de muchas formas más allá de la enfermedad del pintor. Como explica el historiador de arte Miguel Calvo Santos, desde una perspectiva histórico-política, «quizás Goya puede estar hablándonos de unos tiempos oscuros en España (Absolutismo, Trienio Liberal, Década Ominosa…) en los que no faltaron los desórdenes sociales, agitación y la represión política. Quizás Saturno represente al monarca Fernando VII devorando a su pueblo, o quizás sea el pueblo devorándose a sí mismo, su futuro».

La resistencia al cambio

En la misma línea, la alegoría de Saturno devorando a sus hijos puede interpretarse como una forma de resistencia a un futuro del que ya no formamos parte o que, al ser distinto, sentimos como algo ajeno, caótico y lleno de incertidumbres. Comiéndose a sus hijos, Saturno más que defender su poder está rechazando la continuidad de la vida y de su propio linaje. De esta forma, el miedo al cambio niega la posibilidad de la regeneración, niega la posibilidad de un futuro. Pero el mito de Saturno nos muestra que no sirve de nada tratar de eliminar lo nuevo: el hijo siempre acaba venciendo al padre, como una suerte de triunfo de la justicia y el orden sobre el autoritarismo.

El mito de Saturno encierra la paradoja de una creación que lleva en sí misma su destrucción

No dar tiempo al tiempo

El mito de Saturno encierra la paradoja de una creación que lleva en sí misma su destrucción. Esta idea es recurrente en la actualidad para hablar de aquello que proyectamos y que, antes de que pueda llegar a materializarse, acabamos destruyendo. Explica Víctor Bretón en un libro centrado sobre el desarrollo que «la imagen de Saturno, dios de la agricultura y las cosechas, devorando a sus hijos para evitar ser destronado por uno de ellos, muy bien puede ser considerada como una metáfora representativa de lo que sucede con el “desarrollo” en nuestro mundo contemporáneo». En este sentido, recuerda que, en demasiadas ocasiones, muchas iniciativas, «antes incluso de que hayan podido mostrar el lado más estimulante de sus frutos, son desdeñadas, abandonadas o relegadas por la misma maquinaria que las impulsó».

Los ciclos de la naturaleza

A pesar de todas estas interpretaciones, la percepción sobre la figura de Saturno no siempre ha sido negativa. Joanna Aleksandrowicz explica que «mientras es identificado con Cronos, Saturno es cruel y le domina una salvaje ambición de poder», pero la leyenda se transformó con la influencia del orfismo «hasta tal punto que el titán despiadado se convirtió en un rey justo y sabio». De hecho, según la mitología romana, tras ser derrocado, Saturno se refugió en el Lacio, donde llegó a fundar Saturnia. Su reinado se asocia a la Edad de Oro, un periodo de paz y abundancia de la tierra y, por eso, Saturno también es el dios de la agricultura y de la siembra. Desde esta perspectiva, la figura de Saturno también habla de los ciclos de la naturaleza: de la destrucción a la regeneración, de la muerte a la fertilidad.

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