Bajar más la inflación no depende solo de un dólar estable o de abrir la competencia a los importados

El sendero que viene mostrando la inflación en 2025 no es un problema en sí mismo. El 2,4% de febrero marca una aceleración leve, pero a decir verdad ese número se ubica en el rango que tenían pronosticado la mayoría de los analistas.Hace varias semanas, el cálculo que hacían los consultores era que el IPC se iba a estacionar un trimestre en la zona del 2%, antes de perforar ese piso y encontrar un nuevo andarivel a partir de abril. El promedio del REM, el indicador que procesa el Banco Central, había dado 2,3%. Por ahora el número de marzo es 2,2% y el de abril, 1,9%.Análisis La predicción bomba del Gurú del Blue sobre el futuro del dólar y la inflación: "No va a haber más..." El problema está en las expectativas, motorizadas en algún momento por el propio gobierno. Cuando las autoridades económicas, empujadas por el presidente Javier Milei, redujeron el ritmo mensual de ajuste cambiario a 1%, lo hicieron con la creencia de que estaban sentando las bases de una mayor desaceleración de los precios.Esta determinación tiene un efecto indirecto en los precios minoristas, ya que lo que puede conseguir es abaratar algunos insumos esenciales. También formatea expectativas hacia adelante, ya que revela la falta de preocupación de los funcionarios por la apreciación del peso. Pero hasta ahora no se vio un alineamiento de esta circunstancia con la baja de la inflación.Javier MileiSi se miran los precios mayoristas de enero pasado (antes de que el crawl pasara a 1%), se podrá ver que los precios importados habían crecido 0,5%. Eso significa que la chance de comprimir el IPC por esta vía funciona, como lo demuestra la curva de los meses previos, pero no es inmediata. El rubro que más impactó en los costos de las fábricas fue la energía eléctrica, que subió 3,1%. Y entre los precios nacionales, otro renglón que pegó fue el de petróleo y gas, con un alza de 4,1%.Estos datos demuestran que lo que sigue afectando el nivel de precios es, en primer lugar, el peso de los costos internos. Y para que el sendero de desinflación sea sostenible, hay que trabajar más en ese frente. Siempre puede haber una suba estacional como pasó con la carne. No obstante, impuestos, logística y sobre todo tarifas, crean un piso difícil de disolver.El Gobierno apuesta a crear mayor competencia vía importaciones. Pero como se observa, si los costos no se reducen solo queda bajar la rentabilidad de las empresas. Los fabricantes han venido limando pequeños porcentajes, porque también los limita el menor nivel de consumo.Divisas Alerta por importaciones: dónde están los dólares que necesita Milei para sostener su modelo Belén EhuletcheSi el Gobierno no quiere subir más el precio de los servicios públicos, debe mantener subsidios, decisión en la que entra en juego el equilibrio fiscal. La inflación ya no pasa solo por no emitir pesos, mantener el dólar estable o abrir la competencia. Hoy es un juego de suma cero, difícil de alcanzar.

Mar 17, 2025 - 03:34
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Bajar más la inflación no depende solo de un dólar estable o de abrir la competencia a los importados

El sendero que viene mostrando la inflación en 2025 no es un problema en sí mismo. El 2,4% de febrero marca una aceleración leve, pero a decir verdad ese número se ubica en el rango que tenían pronosticado la mayoría de los analistas.

Hace varias semanas, el cálculo que hacían los consultores era que el IPC se iba a estacionar un trimestre en la zona del 2%, antes de perforar ese piso y encontrar un nuevo andarivel a partir de abril. El promedio del REM, el indicador que procesa el Banco Central, había dado 2,3%. Por ahora el número de marzo es 2,2% y el de abril, 1,9%.

El problema está en las expectativas, motorizadas en algún momento por el propio gobierno. Cuando las autoridades económicas, empujadas por el presidente Javier Milei, redujeron el ritmo mensual de ajuste cambiario a 1%, lo hicieron con la creencia de que estaban sentando las bases de una mayor desaceleración de los precios.

Esta determinación tiene un efecto indirecto en los precios minoristas, ya que lo que puede conseguir es abaratar algunos insumos esenciales. También formatea expectativas hacia adelante, ya que revela la falta de preocupación de los funcionarios por la apreciación del peso. Pero hasta ahora no se vio un alineamiento de esta circunstancia con la baja de la inflación.

Javier Milei

Si se miran los precios mayoristas de enero pasado (antes de que el crawl pasara a 1%), se podrá ver que los precios importados habían crecido 0,5%. Eso significa que la chance de comprimir el IPC por esta vía funciona, como lo demuestra la curva de los meses previos, pero no es inmediata. El rubro que más impactó en los costos de las fábricas fue la energía eléctrica, que subió 3,1%. Y entre los precios nacionales, otro renglón que pegó fue el de petróleo y gas, con un alza de 4,1%.

Estos datos demuestran que lo que sigue afectando el nivel de precios es, en primer lugar, el peso de los costos internos. Y para que el sendero de desinflación sea sostenible, hay que trabajar más en ese frente. Siempre puede haber una suba estacional como pasó con la carne. No obstante, impuestos, logística y sobre todo tarifas, crean un piso difícil de disolver.

El Gobierno apuesta a crear mayor competencia vía importaciones. Pero como se observa, si los costos no se reducen solo queda bajar la rentabilidad de las empresas. Los fabricantes han venido limando pequeños porcentajes, porque también los limita el menor nivel de consumo.

Si el Gobierno no quiere subir más el precio de los servicios públicos, debe mantener subsidios, decisión en la que entra en juego el equilibrio fiscal. La inflación ya no pasa solo por no emitir pesos, mantener el dólar estable o abrir la competencia. Hoy es un juego de suma cero, difícil de alcanzar.