Bad Bunny colapsa Ticketmaster: por qué en pleno 2025 aún no sabemos vender entradas sin romper Internet
La preventa de entradas para la gira europea de Bad Bunny volvió a colapsar Ticketmaster, reviviendo el debate sobre por qué la tecnología aún no puede gestionar la alta demanda en eventos masivos.

Bad Bunny anunció su gira mundial ‘Debí Tirar Más Fotos World Tour’ el pasado 5 de mayo, revelando inicialmente 24 fechas que abarcan Latinoamérica, Europa, Asia y Oceanía. Como era de esperar, la locura inundó las redes y los fans se armaron hasta los dientes con arsenales de dispositivos conectados para el momento más delicado: la odisea de conseguir una entrada en las plataformas de venta online.
Las entradas en preventa para los conciertos de Bad Bunny, que salieron ayer, se agotaron en España en menos de una hora, no sin generar un tremendo colapso en los portales de venta oficiales: Ticketmaster.es, LiveNation.es y la web del artista depuertoricopalmundo.com.
El resto de entradas para Bad Bunny se pondrán este viernes a mediodía (12:00 PM), por lo que si ayer te quedaste sin poder adquirir una hoy tienes una nueva oportunidad.
Además, en respuesta a la alta demanda y al colapso de las plataformas de venta durante la preventa, se han añadido nuevas fechas, incluyendo conciertos adicionales en Madrid y Barcelona.
Sin embargo, a pesar de la ampliación de la gira, la pregunta que todo el mundo se hace es la misma: ¿cómo es posible que en plena era de la tecnología algo tan sencillo como comprar una entrada de un concierto se convierta en una pesadilla?
Otra vez lo mismo: colas virtuales, errores y frustración
Miles de fans de Bad Bunny se conectaron ayer a Internet para comprar entradas en la preventa de su gira europea. Y lo que ocurrió fue exactamente lo que muchos ya temían: caída generalizada de la web, mensajes de error, usuarios expulsados de la cola virtual y una oleada de frustración compartida en redes sociales.
La preventa comenzó a las 13:00 horas, pero ya desde las 12:45, quince minutos antes, las webs de Ticketmaster y Live Nation presentaron problemas, mostrando fallos como ‘Error 503’ y ‘500 Internal Server Error’. Las cosas no mejoraron después: más de un millón de personas intentaron acceder simultáneamente, lo que provocó colas virtuales interminables y bloqueos en el sistema.
Lo que debía ser un trámite rápido para quienes tenían el código de preventa acabó en un nuevo episodio de caos digital. La plataforma no pudo con la avalancha de usuarios, pese a que la compañía aseguró haber reforzado su infraestructura para este tipo de eventos. El resultado: decenas de miles de personas se quedaron sin entrada en cuestión de minutos y con la sensación de que el sistema no está hecho para funcionar en 2025.
Las redes sociales se llenaron de capturas de pantalla con colas virtuales de más de 200.000 personas, memes sobre la ‘guerra’ por las entradas y quejas dirigidas directamente a las plataformas de venta.
Un problema que no es nuevo (y tampoco se soluciona)
Lo de Bad Bunny no es un caso aislado. En los últimos años hemos visto escenas similares con Taylor Swift, Beyoncé, Rosalía y hasta con festivales de gran escala. El colapso de Ticketmaster en Estados Unidos por la gira de Swift provocó incluso investigaciones por monopolio.
El problema, según expertos del sector, es estructural. Las plataformas no consiguen anticiparse al pico de demanda que generan estos eventos, y las medidas implantadas —colas virtuales, accesos escalonados, códigos de preventa— no evitan el caos. La experiencia para el usuario sigue siendo deficiente, incluso aunque haya hecho todo “según las reglas” o hayan seguido los trucos —legales— para triunfar: registrarse con antelación, iniciar sesión y guardar los datos de pago antes del inicio de la venta, conectarse desde varios dispositivos y hacerlo con una red estable, preferiblemente por cable.
Tecnología que brilla por su ausencia
A pesar de que las plataformas de venta de entradas están entre las que más dinero mueven en el sector del entretenimiento, los usuarios siguen enfrentándose a experiencias propias de hace una década. El fallo no solo es técnico, también es de diseño de producto, escalabilidad y gestión de expectativas.
Muchas voces apuntan a la necesidad de soluciones más modernas: inteligencia artificial para distribuir mejor el acceso, blockchain para asegurar la compra y reventa, servidores en la nube con autoescalado y sistemas transparentes para evitar bots. Pero lo cierto es que, por ahora, todo eso suena más a teoría que a realidad.