Atasco en la ciudad con más pruebas de conducir de España: Móstoles solo puede examinar al 10% del alumnado

Actualmente tiene 47.535 aspirantes en la bolsa que han aprobado el test teórico, pero pueden llegar a esperar cuatro o cinco meses para lanzarse a por el práctico. Es el centro de examenes de la DGT que más estudiantes pone a prueba y el más grande con diferencia en la Comunidad de MadridLa DGT prepara una revolución que pone en jaque a las autoescuelas en España Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro... y aprender a conducir. Cuando se habla de metas vitales, el carnet del coche es todo un clásico. Quien no se presenta al poco de cumplir la mayoría de edad termina haciéndolo en algún momento. Suele ser por ocio, comodidad o trabajo: muchas empresas lo exigen como requisito y hay puestos a los que solo accedes con un permiso especial de circulación, como el de mercancías peligrosas o vehículos ligeros. Para algunos es algo imprescindible y, sin embargo, nada logra amortiguar el eterno atasco en las autoescuelas. En España, la falta de examinadores y profesores es el problema más acuciante, pues lleva años retrasando las listas de espera para inscribirse a las clases o presentarse a algún test. Incluso en Móstoles, donde se ubica el centro que más aspirantes pone a prueba cada año, la situación es delicada. “Estamos examinando a un 11% de nuestra capacidad real”, lamenta el presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas de Madrid (Apamad), Emilio Fernández. Según los datos del sistema CAPA, la herramienta que usa la Dirección General de Tráfico para regular las plazas del examen práctico, la bolsa de alumnos en Móstoles creció un 25% en dos años: si en 2023 había 35.812 registrados, actualmente alcanzan los 47.535. Esta cifra habla del número de candidatos que ya han aprobado el teórico y están a la espera de afrontar la prueba final. En función de cuántos estudiantes hay en bolsa se fijan los minutos de examen que tendrá en total cada autoescuela. Estas deberán repartirlos, a su vez, entre sus inscritos valorando la duración de cada prueba: los que se presenten al permiso B de turismos necesitan 30 minutos, pero otras categorías requieren de hasta 50. Y eso ralentiza las cosas, sobre todo teniendo en cuenta que quienes necesitan los permisos de clases B, C o D suelen hacerlo por trabajo: les urge. “El carnet también sirve para obtener un empleo. [En Madrid] hay alumnos que llegan a esperar cuatro o cinco meses para el práctico, más si lo suspenden y deben volver a las listas; al final, en ese tiempo se pierden muchas oportunidades”, sentencia el presidente de Apamad. No salen las cuentas: si se jubilan 60 examinadores, entran 20 nuevos. Y eso sin contar a los que también necesitan bajas o cogen vacaciones Julio Flores — director de autoescuela en Fuenlabrada Julio Flores dirige la autoescuela Karakol de Fuenlabrada, una de las tantas que examinan a sus estudiantes en el centro de Móstoles. En estos momentos calcula entre 50 y 60 alumnos en espera para el práctico, algunos más pacientes que otros. “Los hay que acabaron marchándose a otra autoescuela más grande, que son las que pueden optar a más plazas de examen. Al final, los negocios pequeños salimos más perjudicados por algo que no ataña directamente a nuestro trabajo, sino a las opciones que nos dan instancias superiores para aprobar candidatos”, considera. En su experiencia, la situación en Madrid “es crítica” y la media de espera “está entre tres y cuatro meses”, pero no es la más dramática de España: “Hay comunidades donde la parálisis puede durar medio año”, incide. Mientras esto ocurre, la cifra de evaluadores principiantes no crece al ritmo de las bajas. “Si se jubilan 60, entran 20. No salen las cuentas”, sopesa. En una de las incorporaciones más recientes, la de 2024, la DGT repartió a 54 examinadores de nueva promoción por todo el mapa español, afectando a 25 jefaturas de Tráfico distintas. De todos ellos, apenas uno llegó a la Comunidad de Madrid e ingresó en el centro de Alcalá de Henares. El grupo más voluptuoso fue a parar a Cataluña, y se repartió sobre todo entre Barcelona (12) y Girona (5). Aunque el último movimiento de la agencia gubernamental de circulación fuese plantear un modelo similar al estadounidense –el de los tutores no profesionales– para compensar la falta de profesionales acreditados, en las autoescuelas se mira más hacia otros países. Casi 60.000 alumnos en bolsa para examinarse del práctico En la Comunidad de Madrid hay dos centros oficiales de la DGT para presentarse al práctico, uno en Móstoles y otro en Alcalá de Henares. El primero es el más grande con diferencia, pues de los 58.526 aspirantes que actualmente hay en bolsa según los registros de la asociación Alcalá apenas concentra a 10.991. “Y no solo es que haya pocos examinadores para cubrir todas estas plazas, sino que además

Abr 24, 2025 - 07:40
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Atasco en la ciudad con más pruebas de conducir de España: Móstoles solo puede examinar al 10% del alumnado

Atasco en la ciudad con más pruebas de conducir de España: Móstoles solo puede examinar al 10% del alumnado

Actualmente tiene 47.535 aspirantes en la bolsa que han aprobado el test teórico, pero pueden llegar a esperar cuatro o cinco meses para lanzarse a por el práctico. Es el centro de examenes de la DGT que más estudiantes pone a prueba y el más grande con diferencia en la Comunidad de Madrid

La DGT prepara una revolución que pone en jaque a las autoescuelas en España

Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro... y aprender a conducir. Cuando se habla de metas vitales, el carnet del coche es todo un clásico. Quien no se presenta al poco de cumplir la mayoría de edad termina haciéndolo en algún momento. Suele ser por ocio, comodidad o trabajo: muchas empresas lo exigen como requisito y hay puestos a los que solo accedes con un permiso especial de circulación, como el de mercancías peligrosas o vehículos ligeros. Para algunos es algo imprescindible y, sin embargo, nada logra amortiguar el eterno atasco en las autoescuelas. En España, la falta de examinadores y profesores es el problema más acuciante, pues lleva años retrasando las listas de espera para inscribirse a las clases o presentarse a algún test. Incluso en Móstoles, donde se ubica el centro que más aspirantes pone a prueba cada año, la situación es delicada.

“Estamos examinando a un 11% de nuestra capacidad real”, lamenta el presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas de Madrid (Apamad), Emilio Fernández. Según los datos del sistema CAPA, la herramienta que usa la Dirección General de Tráfico para regular las plazas del examen práctico, la bolsa de alumnos en Móstoles creció un 25% en dos años: si en 2023 había 35.812 registrados, actualmente alcanzan los 47.535. Esta cifra habla del número de candidatos que ya han aprobado el teórico y están a la espera de afrontar la prueba final. En función de cuántos estudiantes hay en bolsa se fijan los minutos de examen que tendrá en total cada autoescuela.

Estas deberán repartirlos, a su vez, entre sus inscritos valorando la duración de cada prueba: los que se presenten al permiso B de turismos necesitan 30 minutos, pero otras categorías requieren de hasta 50. Y eso ralentiza las cosas, sobre todo teniendo en cuenta que quienes necesitan los permisos de clases B, C o D suelen hacerlo por trabajo: les urge. “El carnet también sirve para obtener un empleo. [En Madrid] hay alumnos que llegan a esperar cuatro o cinco meses para el práctico, más si lo suspenden y deben volver a las listas; al final, en ese tiempo se pierden muchas oportunidades”, sentencia el presidente de Apamad.

No salen las cuentas: si se jubilan 60 examinadores, entran 20 nuevos. Y eso sin contar a los que también necesitan bajas o cogen vacaciones

Julio Flores director de autoescuela en Fuenlabrada

Julio Flores dirige la autoescuela Karakol de Fuenlabrada, una de las tantas que examinan a sus estudiantes en el centro de Móstoles. En estos momentos calcula entre 50 y 60 alumnos en espera para el práctico, algunos más pacientes que otros. “Los hay que acabaron marchándose a otra autoescuela más grande, que son las que pueden optar a más plazas de examen. Al final, los negocios pequeños salimos más perjudicados por algo que no ataña directamente a nuestro trabajo, sino a las opciones que nos dan instancias superiores para aprobar candidatos”, considera. En su experiencia, la situación en Madrid “es crítica” y la media de espera “está entre tres y cuatro meses”, pero no es la más dramática de España: “Hay comunidades donde la parálisis puede durar medio año”, incide.

Mientras esto ocurre, la cifra de evaluadores principiantes no crece al ritmo de las bajas. “Si se jubilan 60, entran 20. No salen las cuentas”, sopesa. En una de las incorporaciones más recientes, la de 2024, la DGT repartió a 54 examinadores de nueva promoción por todo el mapa español, afectando a 25 jefaturas de Tráfico distintas. De todos ellos, apenas uno llegó a la Comunidad de Madrid e ingresó en el centro de Alcalá de Henares. El grupo más voluptuoso fue a parar a Cataluña, y se repartió sobre todo entre Barcelona (12) y Girona (5). Aunque el último movimiento de la agencia gubernamental de circulación fuese plantear un modelo similar al estadounidense –el de los tutores no profesionales– para compensar la falta de profesionales acreditados, en las autoescuelas se mira más hacia otros países.

Casi 60.000 alumnos en bolsa para examinarse del práctico

En la Comunidad de Madrid hay dos centros oficiales de la DGT para presentarse al práctico, uno en Móstoles y otro en Alcalá de Henares. El primero es el más grande con diferencia, pues de los 58.526 aspirantes que actualmente hay en bolsa según los registros de la asociación Alcalá apenas concentra a 10.991. “Y no solo es que haya pocos examinadores para cubrir todas estas plazas, sino que además lo habitual que tengan que hacer trasvases entre ambos centros para parchear la falta de personal en momentos puntuales”, indica Fernández. Por estos desplazamientos, añade, se cobra un plus de unos 400 euros.

En general, la formación vial es un sector con poco paro y salarios de entre 25.000 y 30.000 euros anuales. Si puede ser una opción atractiva en un país encarecido, ¿por qué hace tanto que faltan profesionales? Según la Asociación Profesional de Empresas Formadoras en Logística, Transporte y Seguridad, Formaster, a principios de este 2025 había en España un déficit de más de 3.000 profesores en las autoescuelas, que son unas 8.000. La misma entidad insiste en que, desde 2010, el número de examinadores en las jefaturas de la DGT ha descendido en más de un 10% mientras que la cifra de aspirantes no hace más que subir o acumularse año tras año, sobre todo cuando algún suspenso vuelve a dejar en standby al alumno durante varios meses más.

“Con los recursos actuales con los que cuenta la DGT se necesitarían hasta 4 años para poder dar servicio a todos los alumnos que se encuentran a día de hoy a la espera de examen”, se temen en Formaster. Uno de los cambios más recientes en los engranajes que mueven al sector de la formación vial fue introducir una nueva vía para ejercer: a través de un grado de Formación Profesional. Es decir, del Ministerio de Educación. La vía tradicional (que sigue vigente) era obteniendo el Certificado de Aptitud de Profesor de Formación Vial, un proceso directamente gestionado por la Dirección General de Tráfico (DGT).

Ahora también se puede cursando el título de Técnico Superior en Formación para la Movilidad Segura y Sostenible, el nombre oficial de esta nueva FP. En su última propuesta la Dirección General de Tráfico, dependiente del Ministerio de Interior, se ha planteado habilitar a tutores no profesionales –es decir, familiares o allegados con carnet– para que preparen a los alumnos durante las prácticas, aliviando así la demanda y facilitar que se abran huecos de clases o plazas de examen. Sin embargo, más allá de estas pruebas de ensayo y error, en las autoescuelas de Madrid y entre los alumnos en lista de espera se viven las consecuencias directas de un sector que se repiensa.

Yo me fijo en referencias como Alemania o Portugal, que consolidaron un sistema mixto

David Camacho director de autoescuela en Torrejón de Ardoz

“Yo me fijo en referencias como Alemania o Portugal, que consolidaron un sistema mixto en el que las empresas privadas complementan a la institución pública de Tráfico: si faltan manos entre los segundos, los primeros pueden apoyarles”, reflexiona el jefe de la autoescuela Liderium, en Torrejón de Ardoz, David Camacho. Básicamente, se trata de un método público-privado en el que, de manera ligeramente similar a lo que ocurre en España con la Sanidad, la principal diferencia entre examinarse por una u otra vía es que con las autoescuelas de la administración pública es más barato y, por ende, también algo más lento. “Pero agiliza el modelo en su conjunto”, insiste Camacho.

Su negocio está franquiciado a la autoescuela Gala, una red de centros de formación que se extiende por otras zonas del territorio. Y en casi todos los que conoce, la situación se asemeja: “Poco importa que contratemos a nuevos profesores si, aunque tengamos a más gente preparada, no pueden presentarse a la prueba por falta de examinadores”. En los últimos cuatro meses, Liderium ha pasado de tener 40 personas en sus listas a llegar a las 110. Algunos examinadores, aunque muy pocos según los trabajadores consultados, están aceptando hacer horas extra para suplir la carencia del sector y ganarse un dinero extra. “Pero a pocos les compensa, y no es una solución a largo plazo”, estima Camacho.

En otro de los centros que gestiona, el de la Vía Complutense en Alcalá de Henares, tiene en plantilla a tres administrativos y siete profesores en total, siendo el establecimiento con más personal de todos los que coordina. Y sin embargo, no le es suficiente. Una opinión parecida es la que esboza Pedro Cuerias, dueño de una autoescuela con su mismo apellido. “Todos estamos en el mismo barco porque compartimos un problema común: con cuatro meses de espera para avanzar en bolsa, es imposible graduar alumnos por encima de los que repiten en las listas tras un suspenso. Y por tener más profesores no van a darnos más plazas de examen, ¿cómo se sale de aquí?”, se pregunta.

También aboga por el modelo mixto, en el que coinciden tanto sus compañeros de profesión como el presidente de Apamad. “Solo en Madrid debería de haber el doble de examinadores para absorber esta demanda que hay ahora”, añade. Aunque en un principio pensó que el retraso podía ser un efecto coyuntural de la pandemia –entonces se suspendieron los exámenes–, la situación existía tanto antes como después. En 2017 y, más tarde, en 2019, hubo sucesivas huelgas en las autoescuelas como protesta por la situación que viven sus profesionales y, sobre todo, repercute finalmente en el alumnado. “Es una burbuja que va a explotar si seguimos ignorándola”, sentencia.

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