Llega el apocalipsis

En “Sopa de libros” vamos a hablar de tres novelas que cuentan algún tipo de apocalipsis y, cada uno de ellos, desde una perspectiva distinta. El apocalipsis provocado por algo de fuera, el apocalipsis provocado por nosotros y el apocalipsis que no se sabe de dónde ha venido. La entrada Llega el apocalipsis aparece primero en Zenda.

Abr 28, 2025 - 00:19
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Llega el apocalipsis

En Sopa de libros vamos a hablar de tres novelas que cuentan algún tipo de apocalipsis y, cada uno de ellos, desde una perspectiva distinta. El apocalipsis provocado por algo de fuera, el apocalipsis provocado por nosotros y el apocalipsis que no se sabe de dónde ha venido.

Vamos a empezar por el apocalipsis que no se sabe de dónde ha venido hablando de La carretera, de Cormac MacCarthy, novela publicada en 2006 y que ganó el Premio Pulitzer en 2007. Una novela estremecedora, por el lugar desde donde nos la cuenta McCarthy, porque nunca sabemos qué ha ocurrido, qué ha pasado en ese mundo lleno de ceniza donde los pocos que han sobrevivido solo se preocupan por comer y esconderse, o atacar a los demás, o viajar, como el padre y el hijo protagonistas de la novela, que con un carrito de supermercado, donde están todas sus pertenencias, viajan por una carretera hacia el sur.

"En esta novela tremenda está reflejado el ser humano en todas sus miserias, en lo peor y en lo mejor"

Haya pasado lo que haya pasado, una catástrofe natural o una guerra nuclear, el paisaje es muy reconocible. Técnicamente es una distopía, pero el futuro que nos cuenta es muy cercano. Nos podemos reconocer todos en esas casas abandonadas, ese paisaje, los personajes que la pueblan, la desolación. En esta novela tremenda está reflejado el ser humano en todas sus miserias, en lo peor y en lo mejor. Todos nos vemos allí, de alguna forma.

“En aquellos primeros años las carreteras estaban pobladas por refugiados envueltos hasta arriba en sus harapos. Con mascarillas y gafas protectoras, sentados en la cuneta como aviadores fracasados. Sus carretillas repletas de desechos. Tirando de carromatos o carritos de supermercado. Los ojos brillantes en sus cráneos. Hollejos de hombres sin credo tambaleándose por los pasos elevados como emigrantes en una tierra salvaje. La fragilidad de todo por fin revelada. Viejos y preocupantes problemas desintegrados en la nada y la noche”.

La carretera

Ese hombre y su hijo son lo que queda del tiempo anterior al cataclismo: la idea de la familia y de que todo se construye en torno a ella. Un hombre y un niño que se turnarán para vigilarse el sueño y para cuidar sus vigilias, que compartirán cada bocado de comida que encuentren y cada trago de agua sucia que consigan filtrar. El padre necesita que el hijo viva, necesita estar dispuesto a dar la vida por él. El niño necesita que el padre lo mantenga vivo, necesita que esté dispuesto a dar la vida por él: cada uno es la garantía del otro.

"Porque el mundo se ha vuelto hostil, no hay cultivos, no hay civilización, no hay más que un paisaje desolado y reducido a cenizas"

Avanzan hacia el sur, buscando el mar y un cielo tal vez menos gris. Solo intentan sobrevivir y para ello necesitan alimentarse y resguardarse en algún lugar para pasar la noche. Y esconderse cuando hace falta. Porque el mundo se ha vuelto hostil, no hay cultivos, no hay civilización, no hay más que un paisaje desolado y reducido a cenizas. Según avanza la novela, la única información que nos dará su autor, en una escena escalofriante, es la razón por la que están solos. La razón por la que la madre decidió que no podía más y ellos decidieron abandonar su casa.

Lo que queda de la humanidad se divide entre los que han decidido quedarse en sus casas, escondidos, intentando defenderse de todo el que se acerca, con recursos limitados, y los que han decidido echarse a la carretera, moverse, buscar. Y entre esos que deambulan están los que solo intentan sobrevivir, no hacer daño a nadie, y los que han decidido aprovecharse de los débiles, sobrevivir con la violencia. No se diferencia mucho del mundo real, de la actualidad, de nuestra humanidad.

La carretera tiene un estilo austero, pero que funciona a la perfección. No necesita más para transmitirnos esa nada, ese miedo en el que viven los dos. McCarthy es lo contrario al artificio. Suprime las comas y, más que escribir, parece transcribir las palabras que el mundo —el desierto, la frontera— le dicta brutalmente.

"El autor plantea que unos marcianos inteligentes (que sin embargo parten desde la Luna para atacarnos), de naturaleza agresiva, invaden la Tierra, arrasándolo todo"

Para hablar del apocalipsis provocado por algo que viene de fuera, nada como la novela La guerra de los mundos, de H. G. Wells, escrita en 1898. El autor plantea que unos marcianos inteligentes (que sin embargo parten desde la Luna para atacarnos), de naturaleza agresiva, invaden la Tierra arrasándolo todo. Los humanos no pueden hacer nada, ni siquiera con toda su fuerza militar. En el fondo, no deja de ser una lucha evolutiva, pero tampoco en esta novela el autor nos explica por qué nos invaden los marcianos ni qué buscan en nuestro planeta.

Centenares de observadores vieron la llamarada de aquella noche y de las diez siguientes. Por qué cesaron los disparos después del décimo nadie ha intentado explicarlo. Quizá sea que los gases producidos por las explosiones causaron inconvenientes a los marcianos. Densas nubes de humo o polvo, visibles como pequeños manchones grises en el telescopio, se diseminaron por la atmósfera del planeta y oscurecieron sus detalles más familiares.

Ahora me parece casi increíblemente maravilloso que con ese peligro pendiente sobre nuestras cabezas pudiéramos ocuparnos de nuestras mezquinas cosillas como lo hacíamos.

La guerra de los mundos

La novela es muy emocionante. Por un lado, es una novela llena de ritmo, de batallas, de escenas sobrecogedoras, casi como una novela de aventuras, pero, por otra parte, contiene reflexiones muy valiosas sobre la esencia de nuestra sociedad y funciona casi como una novela filosófica. Hay que pensar en lo que sintieron los lectores a finales del siglo XIX ante esta historia que jamás se había contado antes. Los humanos arrasados como hormigas por alguien más poderoso que ellos.

Hay muchas interpretaciones de la novela. Se dice que Wells usó la invasión marciana como excusa para criticar el antropocentrismo, advertir del proceso de militarización de Alemania, que acabó condu­ciendo a la Primera Guerra Mundial, y cargar contra el impe­rialismo británico. Hay otra teoría que dice que el desdén con que los alienígenas pisotean los valores y la autoestima de los humanos es el mismo que los británicos, y los europeos en general, mostraban por los indígenas en la co­lonización de África.

"Ese apocalipsis que viene desde fuera, en el fondo, nos habla de nosotros mismos, de lo que hacemos en la Tierra, y nos previene de lo que nos espera"

“En ese momento experimenté una emoción que está más allá del alcance de los hombres, pero que las pobres bestias a las que dominamos conocen muy bien. Me sentí como podría sentirse el conejo al volver a su cueva y verse de pronto ante una docena de peones que cavan allí los cimientos para una casa. Tuve el primer atisbo de algo que poco después se tornó bien claro a mi mente, que me oprimió durante muchos días: me sentí destronado, comprendí que no era ya uno de los amos, sino un animal más entre los animales sojuzgados por los marcianos. Nosotros tendríamos que hacer lo mismo que aquellos: vivir en constante peligro, vigilar, correr y ocultarnos; el imperio del hombre acababa de fenecer”.

En todo caso, ese apocalipsis que viene desde fuera, en el fondo, nos habla de nosotros mismos, de lo que hacemos en la Tierra, y nos previene de lo que nos espera si seguimos así.

La tercera novela es Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago. Una novela en la que el apocalipsis viene de dentro, del comportamiento humano, de la propia sociedad. Se publicó en 1995 y es uno de los grandes libros de Saramago. Juan Cruz ha dicho de él que es una explicación narrativa de la vacuidad de la política cuando no tiene en cuenta los problemas reales del hombre.

Un día, un hombre se queda ciego, sin ninguna razón, sin ningún síntoma previo. Está esperando al volante de su coche a que se ponga en verde el semáforo, cuando deja de ver. Y a partir de ahí, ese mal, que Saramago llama el “mal blanco”, se propaga como una epidemia. El mundo se llena de ciegos.

Ensayo sobre la ceguera

“La ocurrencia había brotado de la cabeza del minis­tro mismo. Era, por cualquier lado que se la examinara, una idea feliz, incluso perfecta, tanto en lo referente a los aspectos meramente sanitarios del caso como a sus implicaciones sociales y a sus derivaciones políticas. Mientras no se aclarasen las causas, o, para emplear un lenguaje adecuado, la etiología del mal blanco, como gracias a la inspiración de un asesor imaginativo la mal­ sonante palabra ceguera sería designada, mientras no se encontrara para aquel mal tratamiento y cura, y quizá una vacuna que previniera la aparición de casos futuros, todas las personas que se quedaran ciegas, y también quienes con ellas hubieran tenido contacto físico o proxi­midad directa, serían recogidas y aisladas, para evitar así ulteriores contagios”.

"Y lo que sucede es una forma de apocalipsis. Tanto, que la novela da tanto miedo como la mejor novela de terror"

Los hombres están ciegos, se mueven como autómatas, reciben órdenes que cumplen sin preguntar por la razón de esas indicaciones, y la sociedad se sumerge así en un letargo cuya metáfora es esta ceguera que llena de espanto a sus personajes. La indagación en el ser humano, envuelto en la ceguera del mundo contemporáneo, es una gran metáfora visionaria sobre la irracionalidad humana actual.

Dijo Saramago, “los personajes de esa novela se han dado cuenta, eso es lo que intento decir allí, que nuestra razón está ciega en el sentido de que no usamos la razón en una forma racional. Es decir, no usamos la razón para defender la vida, casi siempre la usamos para destruirla”. Saramago la definía como «la novela que plasmaba, criticaba y desenmascaraba a una sociedad podrida y desencajada».

Leer Ensayo sobre la ceguera después de la pandemia es una experiencia brutal. Porque Saramago cuenta qué podría ocurrir con los afectados de una epidemia infecciosa en nuestro mundo. Cómo perderíamos nuestro civismo. Cómo reaccionarían los gobernantes. Cómo surgiría el mal, cómo reaccionaría la sociedad. Y lo que sucede es una forma de apocalipsis. Tanto, que la novela da tanto miedo como la mejor novela de terror. Pero Saramago va más allá: “Lo que se trata de saber es si han aprendido con lo que han vivido y van a cambiar”.

—Quieres que te diga lo que estoy pensando.

—Dime.

—Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos.

—Ciegos que ven.

—Ciegos que, viendo, no ven.

El apocalipsis puede venir desde cualquier lado. Desde dentro, como en la novela de Saramago, desde fuera, como en La guerra de los mundos, y desde un lugar desconocido, como en La carretera. En todo caso, estas tres novelas provocan que nos hagamos muchas preguntas y miremos con inquietud al futuro. Son algunos apocalipsis, pero las posibilidades se multiplican.

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