En la última década, los estudios paleogenómicos han representado una revolución en la comprensión del pasado; han revelado cambios de ancestralidad asociados a migraciones, así como fenómenos sociales que dejaron una huella genética discernible en las poblaciones que vivieron dichos acontecimientos. Estos estudios, llevados a cabo a partir de esqueletos de individuos inhumados en necrópolis, con frecuencia han implicado una revisión del conocimiento arqueológico en las regiones afectadas. A pesar de no ser una región especialmente favorable para la conservación del ADN por sus condiciones térmicas, gracias a estudios como el que se publica este miércoles en 'Nature', disponemos ya de unos 3.000 genomas procedentes de la península ibérica. A medida que nos acercamos a los dos últimos milenios, nos...
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