ANÁLISIS: La llegada del universo de Sálvame a TVE | Por BORJA TERÁN
Lo que hace cinco años jamás hubiéramos imaginado ver en TVE.

"Hay que saberse perdedor, para que todo de igual". Apunto rápidamente la frase. La acaba de decir Cayetana Guillen Cuervo al ver la actitud de Aitor Albizua y María Patiño en la primera hora de El Gran desfile de La familia de la tele. Han llegado los últimos a los Estudios de TVE en Prado del Rey tras un particular Pekin Express que les ha organizado el programa. Los colaboradores más famosos de Sálvame, junto a sus nuevos compañeros Albizua e Inés Hernand, debían buscarse la vida para llegar al plató que van a ocupar desde la otra punta de Madrid, desde el mítico Piruli.
Pero las ideas en la tele no siempre surgen como se imaginan. El sonido falló. El balance de blancos falló. Y, encima, todos hablaban a la vez. Mientras Paula Vázquez ahí, dándoles la bienvenida a Televisión Española e intentando salvar el papelón de explicar la faena que les tocaba como hacía en Pekin Express. Ella siempre maravillosa, ella siempre cortés, hasta en ese instante en el que te encuentras con aquellos que mostraste tu repelús por todos los despellejes de la prensa del corazón y Sálvame. Ya se sabe, en la cotidianidad, a menudo, nos toca forzar el olvido de los daños que nos hicieron para resistir en lo laboral e incluso en lo emocional. Algunos lo llaman cinismo, otros simplemente cuestión de supervivencia.
Tras suspenderse el primer día estipulado del estreno del programa por la muerte del papa Francisco, tras cancelarse el segundo día previsto por el apagón nacional. Tras estas semanas de prórroga y ensayo, el programa ha nacido desde el caos en el que habitualmente Belén Esteban y María Patiño se mueven muy bien. Esta última, no ha parado de intentar aportar relato al programa con sus particulares comentarios. Menos mal. Porque el resto fueron casi mudos en el transcurso del Pirulí a Prado del Rey. Como si sin polémica que pelear se quedaran completamente en blanco.
Y empezó el desfile hasta llegar al plató que acoge su programa, La familia de la tele. Un 5 del 5 de 2025 desde el Estudio 5 de Prado del Rey irrumpe en TVE este universo de personajes amasados en un Telecinco que ya no existe. Nosotros, los espectadores, tampoco hemos parado de cambiar en todos estos años.
Se abre la puerta del plató alumbrando todos los focos a sus personas y, entonces, cobra más sentido todavía la frase de Cayetana. "Hay que saberse perdedor para que todo dé igual". Representan tan bien a los dos últimos años de Belén, de María, de Kiko, de Riesco... de esta pandilla de cómicos que no sabían que lo eran. Su exilio de Telecinco multiplicó empatías. Hasta de aquellos que les denostaban. Algunos incluso entendieron que en la vida es mejor aquello que se ve venir de lejos que los que intentan aparentar pudores que no ejercen. A los de Sálvame siempre se les vio venir.
Y ahora han entrado en la mítica sede de RTVE con un desfile bajo la lluvia que se vende como 'histórico'. De nuevo, se les ve venir. Porque los de La familia de la tele, antes de la productora de La fábrica de la tele en sus años dorados de Telecinco, son los maestros del cebo grandilocuente. Qué fuerte. Qué fuerte. La tele en la que han crecido tiene mucho de crear evento. Pero, a partir de mañana, empezará el programa que juega en la tele de hoy que fideliza más en la compañía del contenido que aporta por encima del anzuelo estirado hasta al vacío. Ahí se intuirá el recorrido de un programa que define más de lo que parece el tiempo en el que vivimos. El tiempo donde todo lo que no podía ocurrir: ocurre. Si La Casa Blanca puede tuitear una foto de Trump convertido en Papa, por qué no iban a poder acabar los de Sálvame siendo santificados desde TVE. La reinserción funciona en países democráticos como el nuestro, se ve.