Adiós al excepcionalismo: el capital sigue huyendo de Wall Street
“Nada revierte la política macroeconómica estadounidense más rápido que el riesgo de un Treasury por encima del 5%”. La advertencia no proviene de un oráculo milenario, sino de Michael Hartnett, estratega jefe de inversión de BofA Securities.

En un contexto donde la protección comercial resurge como mantra y los flujos globales están cambiando de dirección, el informe “The Flow Show” de la entidad revela los indicios de una inflexión histórica en los mercados: el capital internacional sigue mirando más allá de Estados Unidos.
FLUJOS EN MOVIMIENTO: SEÑALES DE CAMBIO
Durante la última semana, los inversores destinaron 51.900 millones de dólares a efectivo y 14.100 millones a renta fija, frente a unos escasos 2.300 millones a acciones. El dato por sí solo sugiere prudencia, pero el matiz reside en el destino del capital. Mientras los fondos estadounidenses sufren salidas netas de 9.300 millones de dólares en las últimas cuatro semanas, Europa capta 4.200 millones y Asia sigue sumando discretamente. La hegemonía de Wall Street se resquebraja.
“Desde 2020 han entrado 2,5 billones en activos estadounidenses. Si solo una fracción vuelve al resto del mundo, el impacto será mayúsculo”, afirma Hartnett. La estadística es clara: EEUU representa aún el 64% del mercado bursátil global, pero en los años 2000-2020 ese porcentaje era del 50%. Un simple retorno al promedio puede desencadenar un renacimiento para los mercados internacionales.
EL GRAN REAJUSTE: POLÍTICA, TIPOS Y TARIFAS
El telón de fondo es un nuevo paradigma político. La administración estadounidense está virando hacia políticas populistas: menos inmigración, menor gasto gubernamental y más proteccionismo. El déficit comercial alcanzó un récord histórico de 140.000 millones en marzo, lo que explica el retorno de las tarifas como herramienta geopolítica y fiscal. Pero las consecuencias son explosivas: más inflación, presión sobre el dólar y un riesgo creciente para el financiamiento del déficit vía deuda.
Según BofA, esto podría traducirse en una caída de los tipos arancelarios efectivos desde el 28% al 15% en el segundo trimestre, con lo que la narrativa cambiaría a favor de la renta variable… al menos temporalmente. “El mercado ya ha comprado el rumor del acuerdo comercial, ahora se prepara para vender la noticia”, señalan desde la firma.
LOS 3C QUE PODRÍAN DESATAR EL 'BULL MARKET'
El informe plantea los tres catalizadores que podrían sostener el 'rally' de activos de riesgo: un acuerdo comercial con China, nuevos recortes de tipos (sobre todo desde Pekín) y un consumo aún resiliente en Estados Unidos. China, de hecho, ya ha iniciado la bajada de tipos más agresiva del planeta, y el consumidor estadounidense, pese a la inflación, mantiene el pulso.
No obstante, hay riesgos significativos. El más importante, según Hartnett, es que el “contagio por desapalancamiento” se propague si los bancos centrales no logran contener los tipos largos. En palabras del estratega: “Si Trump y Powell pierden el control del extremo largo de la curva, el escenario bajista cobra vida propia”.
EL INDICADOR QUE MIRA DE REOJO
El indicador Bull & Bear de BofA sube ligeramente hasta 3,7, un nivel aún neutral pero que refleja mejor tono en la amplitud del mercado global.
Sin embargo, no hay euforia: el flujo hacia acciones sigue siendo escaso, y los fondos 'hedge' continúan mostrando posiciones bajistas. “El ‘pain trade’ sigue siendo al alza si el sentimiento bajista persiste”, indica el informe. Pero si los gestores pasan a sobreponderar acciones, el 'rally' podría agotarse en resistencias clave.
EL RETORNO DE LA DIVERSIFICACIÓN
En medio de esta transición, se rescata un mantra clásico: diversificar. Frente al viejo 60/40 entre acciones y bonos, BofA sugiere carteras más equilibradas tipo 25/25/25/25 entre efectivo, oro, renta variable y renta fija. El oro, de hecho, es el gran protagonista del año con una revalorización del 28,4%, seguido por la renta fija europea y las bolsas periféricas como Grecia o España.
El informe apunta también al final de la era de los excesos monetarios y fiscales. El telón de fondo es el récord de deuda global de 324 billones de dólares, la debilidad de la productividad laboral en EEUU y un sistema financiero que empieza a cuestionar sus pilares. Hartnett lo resume así: “Estamos presenciando el principio del fin del excepcionalismo estadounidense como tesis de inversión omnipresente”.
LA TECNOLOGÍA TAMBIÉN CORRIGE
Incluso el gran motor de la última década, el sector tecnológico, registra salidas por valor de 1.200 millones en la semana. Según el informe, el gasto en inteligencia artificial sigue siendo estructural, pero plantea tensiones en márgenes y en política monetaria.
Así, advierte Hartnett, el gasto masivo en IA puede forzar a la Fed a intervenir en los mercados de deuda para evitar subidas inasumibles de tipos.
UNA CONCLUSIÓN DESDE EL OTRO LADO DEL ESPEJO
El espejo se está girando. Lo que antes eran certezas –el dominio bursátil de EEUU, la supremacía del dólar, la fe ciega en el Nasdaq– hoy se tornan interrogantes.
El mundo, como sugiere Hartnett, “ya no gira exclusivamente alrededor del capital estadounidense”. El viento cambia de dirección, y los inversores más atentos ya han empezado a ajustar sus velas.