3 poemas de Marge Piercy

*** La muñeca Barbie Esta niñita nació como de costumbre y le regalaron muñecas que hacían pipí y estufas y planchas GE en miniatura y pintalabios de caramelo de cereza. En plena pubertad, un compañero le dijo: tienes la nariz grande y las piernas gordas. Era sana, probadamente inteligente, poseía brazos y espalda fuertes, abundante... Leer más La entrada 3 poemas de Marge Piercy aparece primero en Zenda.

Abr 23, 2025 - 06:23
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3 poemas de Marge Piercy

Marge Piercy es una poeta y narradora nacida en Detroit, Estados Unidos, en 1936. Participó activamente en los movimientos en favor de las mujeres, las minorías y contra la guerra del Vietnam o de Irak. Escritora prolífica, ha publicado más de una docena de novelas. He, She and It (1991), The Longings of Women (1994), City of Darkness, City of Lights (1996). Como poeta es autora de libros como My Mother’s Body (1985), Available Light (1988), The Earth Shines Secretly: A Book of Days (1990), Mars and Her Children o What Are Big Girls Made Of? (1997). Presentamos una selección de poemas con traducción de Frank Báez, Beth Miller y Sandra Toro.

***

La muñeca Barbie

Esta niñita nació como de costumbre
y le regalaron muñecas que hacían pipí
y estufas y planchas GE en miniatura
y pintalabios de caramelo de cereza.
En plena pubertad, un compañero le dijo:
tienes la nariz grande y las piernas gordas.

Era sana, probadamente inteligente,
poseía brazos y espalda fuertes,
abundante impulso sexual y destreza manual.
Iba de un lado a otro disculpándose.
Pero solo veían una narizota sobre unas piernotas.

Le aconsejaron que se hiciera la tímida,
la exhortaron a que se animara,
haz ejercicio, dieta, sonríe y seduce.
Su buen carácter se desgastó
como la correa de un ventilador.
Así que se arrancó la nariz y las piernas
como para devolverlas a la fábrica.

En el ataúd, expuesto sobre un velo de satén
yacía con el maquillaje de la funeraria,
la nariz respingona de masilla,
vestida con un camisón rosa y blanco.
Qué bonita se ve, decían todos.
Por fin la consumación.
Un final feliz para cualquier mujer.

***

La más clara alegría

La más clara alegría
es el cese de un gran sufrimiento.
Cuando la campana de hierro se quita de la cabeza,
cuando el clamoroso choque se apacigua en los nervios,
cuando el cuerpo se desliza libre
como la carnada del anzuelo
y el pútrido aire de la ciudad
empieza a bullir en los pulmones.
La luz resbala en miel sobre los ojos.
El austero techo se vuelve merengue.
El cuerpo se desenreda, se despliega
prodigiosamente vacío como un lirio.
Respirar es bailar.
Muda y enteramente
como la albahaca en la ventana
levanto la nariz al sol.

***

Promesas de invierno

Tomates rozagantes como las nalgas perfectas de los bebés,
berenjenas brillosas como guardabarros lustrados,
ajíes impecables de neón violeta
y reluciente, chauchas trepadoras prolíficas
que crecen como el tallo de Jack bajo los efectos del Viagra,
grandes como ruedas de camión, las zinias que el hongo
nunca marchita, las rosas colgadas
de un arbusto que el chancro jamás tocó,
los arbolitos frutales valientes que ladean
sus adornos inmaculados de frutas de vidrio:

estoy acostada en el sofá, cubierta
de catálogos de semillas, queriendo comprar
demasiadas. Por la ventana cae
aguanieve y un viento ribeteado de
cuchillos de hielo se mete por cada hendija.
Miéntanme, mercaderes de jardines:
Quiero creer en todas las promesas,
creer en tomates de dos kilos
y en dalias más brillantes que el sol
que se comió la escarcha hace unos días.

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