2 de Mayo: Ayuso, Sol y patria

Dicen que Madrid no es una ciudad, sino un estado de ánimo. El 2 de Mayo confirma que es también una forma de resistencia. Y este año, más que nunca, esa resistencia se encarna en una mujer —Isabel Díaz Ayuso— que ha entendido que no hay patria sin memoria, ni futuro sin orgullo.Mientras el Gobierno … Continuar leyendo "2 de Mayo: Ayuso, Sol y patria"

May 1, 2025 - 06:42
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2 de Mayo: Ayuso, Sol y patria

Dicen que Madrid no es una ciudad, sino un estado de ánimo. El 2 de Mayo confirma que es también una forma de resistencia. Y este año, más que nunca, esa resistencia se encarna en una mujer —Isabel Díaz Ayuso— que ha entendido que no hay patria sin memoria, ni futuro sin orgullo.

Mientras el Gobierno de Pedro Sánchez, siempre en guerra contra las tradiciones que no puede controlar, ha decidido —por capricho o por cobardía— negar la participación del Ejército en los actos oficiales del 2 de Mayo, Ayuso ha hecho lo que haría cualquier madrileño digno: sacar el corazón de Madrid a la calle, bajo el cielo libre de la Puerta del Sol. No se esconderán los uniformes ni los honores entre paredes institucionales; estarán donde deben estar, entre el pueblo que una vez, hace más de dos siglos, tomó armas para desafiar a los ejércitos imperiales.

El 2 de Mayo no es un protocolo, ni una liturgia vacía. Es sangre en las aceras, es dignidad. Es el madrileño de la calle Atocha dejando su trabajo para ir a morir por una patria que aún no sabía llamarse España. Y ahora que el Gobierno prefiere pasearse de perfil en Bruselas que mirar de frente a su historia, Ayuso planta bandera en Sol y devuelve la fiesta a su dueño legítimo: el pueblo.

Porque lo que no entiende este Gobierno de retales y trincheras de Twitter es que a los españoles no se les domestica cambiándoles el callejero ni prohibiéndoles el paso de sus soldados. España está enraizada en cada piedra de Madrid, en cada mujer que vendió su mantón para comprar pólvora, en cada anciano que, cojo o manco, aún alzaba la voz cuando pasaban los franceses.

Así, mientras Sánchez juega a ser pequeño Napoleón de pasillo alfombrado, y sus ministros practican la diplomacia del agravio y el desdén, Madrid celebra lo que siempre ha sido: una ciudad que no se rinde, como lo pintó Goya.

Y así van las cosas, con una titular de Defensa, Margarita Robles, que arropa la causa de Sánchez y siempre tan valiente en los despachos, pero sabiendo del error histórico de frenar los uniformes y su dignidad, quedando el 2 de Mayo bien dobladitos en los cuarteles, no fuera a recordarnos a todos que hubo un tiempo en que morir por España era un honor y no un problema de protocolo.

Pero nos quedan un antiguo uniformado y, de Moncloa: Bolaños. Ese caballero de ventanilla ministerial y ambición corta, que todavía no ha entendido que Madrid no se entrega al primer burócrata con galones de Moncloa. El año pasado, con su carpetita bajo el brazo y sonrisa de funcionario en excedencia, intentó presidir el 2 de Mayo como quien se cuela en una verbena de barrio. Salió escaldado, claro, como todo el que confunde la historia con una orden interna.

Como diría Ayuso: en las fiestas de Madrid sobran los paniaguados de salón y faltan los tipos con cicatrices.