Dar la cara

La noche del 30 de marzo de 2022, encontré el cuerpo sin vida de Miguel en el piso tutelado por la Fundación Arrels, donde vivía. Alarmado porque no contestaba a las llamadas, fui a investigar a su domicilio. Llevaba algunas horas muerto. A pesar del impacto emocional, la escena me transmitió tranquilidad. Estaba en su cama, recostado. Supongo que se puso a hacer la siesta y no se enteró de la llegada de la muerte. Con motivo de este triste aniversario y para homenajear la memoria de su autor, se reedita la novela gráfica "Miguel, 15 años en la calle. Obra completa". La entrada Dar la cara aparece primero en Zenda.

May 2, 2025 - 01:01
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Dar la cara

Fotografía de portada y resto de imágenes del reportaje: Juan Lemus

La noche del 30 de marzo de 2022, encontré el cuerpo sin vida de Miguel en el piso tutelado por la Fundación Arrels, donde vivía. Alarmado porque no contestaba a las llamadas, fui a investigar a su domicilio. Llevaba algunas horas muerto. A pesar del impacto emocional, la escena me transmitió tranquilidad. Estaba en su cama, recostado. Supongo que se puso a hacer la siesta y no se enteró de la llegada de la muerte. Con motivo de este triste aniversario y para homenajear la memoria de su autor, se reedita la novela gráfica Miguel, 15 años en la calle: Obra completa, publicada originalmente en la editorial Chula Ink en 2016.

Miguel Fuster Jaca (Barcelona 1944-2022), dibujante de éxito en los años sesenta y setenta, formó parte de la agencia “Selecciones ilustradas”, liderada por Josep Toutain, agencia que se dedicaba a dibujar por encargo guiones que venían de Francia, Inglaterra y otros países europeos. A mediados de los ochenta, con el auge de los videojuegos, la llegada de los cómics de superhéroes americanos y el manga japonés, las publicaciones de Toutain editores se vieron desplazadas de los quioscos. La agencia cerró en el año 1988, mismo año en que Miguel se quedó en la calle. La confluencia de varios factores, el incendio de su piso, una ruptura sentimental y la pérdida del trabajo, combinado con la vida disoluta, lo condenaron a vivir en la calle. A Miguel Fuster lo conocí en el verano de 2007 cuando fui fotógrafo voluntario de la Fundación Arrels. Lo visité en su minúscula habitación (por la que la ONG pagaba 20€ la noche) en la desaparecida pensión Tarrasón de la calle Hospital de Barcelona (hoy hotel de tres estrellas, 120€ la noche). Me contó que mientras estuvo en la calle siguió pintando para poder comprar los briks de vino barato. Dibujaba sevillanas expresionistas, hacía acuarelas con trazos rápidos, que formaban escenas taurinas que vendía a los turistas en el Port Vell o en Montjuic. Me regaló un pequeño dibujo a lápiz sobre un trozo del cartón de un brik. Un rostro desencajado, un grito mudo. Miedo, eso es lo que me provocaba verme en un espejo. Miedo. Me enseñó una pintura al óleo, en un retazo de lienzo, alargado, vertical, un rostro de mirada maligna y sonrisa inquietante. “Se acercaron a darme charla, yo iba sucio, manchado de pintura, acababa de vender un cuadro y traía pelas. Estaba haciendo tiempo para irme a una pensión, cuando se me acercaron dos niñatos, bien vestidos, léxico universitario, me dieron palique un rato y ya cuando se iban, uno de ellos se giró y me lanzó esa mirada, con esa sonrisa, disfrutando de antemano lo que tenía en mente. De la chaqueta se sacó un adoquín y me lo enseñó. A dos metros de distancia me lo lanzó a la cara. Se fueron riendo, ni siquiera me iban a robar. Fue el mal por el mal, Juanito”.

"Tras una reflexión, decidió dibujar su propia historia, dibujarse a sí mismo"

Como ésta me contó otras historias donde iban apareciendo palabras como asco, desprecio, indiferencia, soledad. Las historias de Miguel y la manera de contarlas, la gestualidad, el humor, la capacidad de reírse de sí mismo, sus libros manchados de pintura, el cigarro siempre encendido, su voz serena citando autores, su generosidad. Nos hicimos amigos. Algunos meses después de ese encuentro comencé a trabajar en el departamento de comunicación de Arrels. Le ofrecimos la posibilidad de colaborar en la revista que se editaba para los voluntarios. Media página para que dibujara lo que quisiera. Hizo algunas pruebas con personajes ficticios, pero no le convencían. Tras una reflexión, decidió dibujar su propia historia, dibujarse a sí mismo. Le propusimos también la creación de un blog donde pudiera mostrar sus dibujos y pinturas, narrar experiencias vividas en su deambular por las calles de Barcelona, acompañadas de una imagen. Al principio Miguel dudaba si debía hacerlo o no. Rememorar, revivir experiencias desagradables, contradecía una de sus máximas morales: no sufrir más de lo necesario. “No invites al sobreviviente de un naufragio a dar una vuelta en lancha”, decía. Pero se dio cuenta de que tenía material de primera mano: vivir quince años en la calle y salir de esa situación con la suficiente lucidez para explicarla. Aprovechar la vivencia como material narrativo daba sentido a tres lustros de indigencia. Dar la cara. De no hacerlo, entonces sí que serían años desperdiciados. Algunos amigos, como el periodista Jaume Vidal y el dibujante y editor Luis García, le aconsejaron aprovechar la experiencia. Ponerse delante, como protagonista. Emular lo que algunos de sus antiguos compañeros de Selecciones Ilustradas hicieron a finales de los años setenta, siguiendo la estela de Will Eisner: hacer cómic de autor, hacer una novela gráfica. Dar la cara.

"La obra de Miguel es dura, pero necesaria. Nos recuerda que las sociedades se miden por cómo tratan a sus ciudadanos vulnerables"

A finales de 2008 me enteré de la existencia de los premios Serra i Moret de civismo que otorga la Generalitat de Catalunya. Le propuse inscribirlo y eligió contar los últimos días que pasó durmiendo entre cartones y cómo los voluntarios de calle de la fundación lo seguían visitando a pesar de sus negativas. Hasta que un día dijo que sí y se dejó acompañar. Me pidió ayuda para poder narrar la historia. Me pidió fotografiar a Enrique Richard, Miquel Juliá y Ester Sánchez, los voluntarios que semanalmente lo visitaban y quienes lo convencieron y acompañaron en el tortuoso camino de la desintoxicación alcohólica acogido en la fundación. No sin alguna recaída, Miguel logró sobreponerse al demonio del alcohol. Lo hizo gracias a la ayuda de su siquiatra y su trabajadora social, que le permitieron, como parte de su propio proceso terapéutico, dibujar y pintar en su minúscula habitación de pensión en lugar de ir a hacer talleres ocupacionales. Necesitaba también fotografías de un rincón a las afueras de una iglesia en el barrio de Sants, imágenes de la fachada, de los bancos del parque de enfrente.

Dibujó el capítulo “Últimos días”, que inscribimos al concurso. No ganó, pero le concedieron una mención honorífica, lo que le dio presencia mediática. La propuesta de una editorial no tardó mucho en llegar. En 2010 Glénat publicaba Miguel, 15 años en la calle. Y seguimos trabajando juntos para las siguientes entregas y posts del blog. Continuamos haciendo fotografías de referencia de los registros emocionales y expresivos de su rostro. Las reacciones ante situaciones difíciles, violentas, humillantes, pero también nostálgicas, poéticas y cargadas de una ternura desgarradora.

La nueva edición de esta obra autorreferencial publicada bajo el sello Gargot reúne las tres novelas gráficas que el dibujante barcelonés publicó la década pasada: Miguel, 15 años en la calle (Glénat, 2010. Premio del público en el salón del cómic de Barcelona 2011), Miguel, 15 años en la calle: Llorarás donde nadie te vea (Glénat, 2011) y Miguel, 15 años en la calle: Barcelona sin mí (EDT, 2012). Además, incluye algunos textos seleccionados de su blog (miquelfuster.com) y un capítulo inédito. La obra de Miguel es dura, pero necesaria. Nos recuerda que las sociedades se miden por cómo tratan a sus ciudadanos vulnerables. Nos recuerda también que bajo las mantas tiradas por la calle, esos bultos sospechosos, hay personas durmiendo sobre un cartón, sufriendo como condenados.

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Autor: Miguel Fuster. Título: Miguel, 15 años en la calle: Obra completa. Editorial: Gargot. Venta: Todostuslibros.

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