Y Europa, ¿qué hacía mientras Israel asesinaba en Gaza y cantaba en Eurovisión?

El Ejército israelí despliega una operación de exterminio para "la conquista" y ocupación permanente de más territorio en Gaza mientras Europa aporta normalidad a las masacres con la participación de Israel en Eurovisión Esta semana se han cumplido setenta y siete años del inicio de la Nakba, la expulsión por fuerzas israelíes de más de 700.000 palestinos de sus hogares en 1947 y 1948, con masacres y amenazas. Desde entonces hasta hoy esa voluntad de dejar fuera de su tierra a la población palestina se mantiene, a través de crímenes, desposesión, desplazamientos forzados y segregación. En 1967 se produjo la Naksa, otra expulsión masiva de más de 300.000 palestinos. En las décadas siguientes Israel ha seguido impulsando medidas para apropiarse de tierras ajenas, para anexionarse más territorio, para demoler viviendas y negar derechos básicos a la gente palestina. “La Nakba no es un acontecimiento del pasado”, ha escrito esta semana la relatora de la ONU, Francesca Albanese. Es una continua violación del artículo 49 de la Cuarta Convención de Ginebra, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del artículo 1 de la Carta de Naciones Unidas y de los principios más básicos de la dignidad humana“. El sistema de apartheid israelí, desarrollado con más intensidad en las últimas tres décadas, discrimina, arrincona y castiga diariamente a los habitantes de los territorios ocupados palestinos, más de seis millones. Además, niega el derecho al regreso a su hogar a las personas expulsadas en 1948, en 1967 y en décadas posteriores, así como a sus hijos y nietos. Nada de esto empezó ayer, ni en octubre de 2023. Y, sin embargo, durante todas esas décadas, durante todos estos años, la Unión Europea ha ido estrechando sus relaciones con Israel con acuerdos y alianzas preferenciales, hasta el punto de que este país es integrante de Eurovisión y de la UEFA, a pesar de que no forma parte del territorio europeo y de que aplica apartheid y limpieza étnica contra la población palestina. Israel en Eurovisión Esta semana nuestro continente celebraba con palomitas y alegría Eurovisión, con Israel como participante. Ninguna nación europea consideró necesario ausentarse o condicionar su presencia a la suspensión de Tel Aviv o a la entrada de alimentos en Gaza, o a un alto el fuego, o al fin de las masacres. Nada. Todos los países estuvieron presentes. La Europa del impudor celebró la final del concurso, emitida en prime time, mientras aviones israelíes bombardeaban otro campo de refugiados en la Franja. Este sábado por la noche RTVE mostró en pantalla un mensaje escrito, antes del inicio de la emisión del concurso europeo: “Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina”, se pudo leer. Este mensaje representa más de lo que han hecho la mayoría de las cadenas públicas europeas. Pero las palabras no bastan, y deberíamos saberlo a estas alturas. Frente a la violación sistemática de los derechos humanos, no solo hay que condenar el silencio. Frente a las masacres y el apartheid, la falta de acción política y diplomática no es una opción. El mantenimiento de las relaciones con Israel no es una opción. Lo han entendido bien las personas que llevan más de un año manifestándose y movilizándose en todo el mundo, exigiendo reacción a sus gobiernos. La presencia de Israel en Eurovisión merecía un boicot coordinado. Lo confirma la respuesta de la Unión de Radiodifusión Europea (UER), amenazando con multar a RTVE porque durante una emisión en directo dos locutores recordaron que hay más de 50.000 personas muertas en Gaza. Para la UER lo sancionable es la mínima mención de algo que no termina de ser nombrado, y no los crímenes en sí. La persecución a los pronunciamientos y manifestaciones en defensa de los derechos humanos de los palestinos es una realidad que va a más en numerosos países. Advirtió de ello, hace ya más de un año, la relatora de la ONU, Irene Khan: “La crisis de Gaza se está convirtiendo en una crisis global de la libertad de expresión con repercusiones duraderas”. La normalización del genocidio en Occidente atraviesa y condiciona nuestro presente, de forma obscena. Hay una Europa indiferente y ciega en la que la realidad se reduce a mera teoría, a banalidad, como si todo fuera un juego virtual sin consecuencias. Como si no hubiera cuerpos abrasados por las bombas.

May 18, 2025 - 11:16
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Y Europa, ¿qué hacía mientras Israel asesinaba en Gaza y cantaba en Eurovisión?

Y Europa, ¿qué hacía mientras Israel asesinaba en Gaza y cantaba en Eurovisión?

El Ejército israelí despliega una operación de exterminio para "la conquista" y ocupación permanente de más territorio en Gaza mientras Europa aporta normalidad a las masacres con la participación de Israel en Eurovisión

Esta semana se han cumplido setenta y siete años del inicio de la Nakba, la expulsión por fuerzas israelíes de más de 700.000 palestinos de sus hogares en 1947 y 1948, con masacres y amenazas. Desde entonces hasta hoy esa voluntad de dejar fuera de su tierra a la población palestina se mantiene, a través de crímenes, desposesión, desplazamientos forzados y segregación.

En 1967 se produjo la Naksa, otra expulsión masiva de más de 300.000 palestinos. En las décadas siguientes Israel ha seguido impulsando medidas para apropiarse de tierras ajenas, para anexionarse más territorio, para demoler viviendas y negar derechos básicos a la gente palestina.

“La Nakba no es un acontecimiento del pasado”, ha escrito esta semana la relatora de la ONU, Francesca Albanese. Es una continua violación del artículo 49 de la Cuarta Convención de Ginebra, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del artículo 1 de la Carta de Naciones Unidas y de los principios más básicos de la dignidad humana“.

El sistema de apartheid israelí, desarrollado con más intensidad en las últimas tres décadas, discrimina, arrincona y castiga diariamente a los habitantes de los territorios ocupados palestinos, más de seis millones. Además, niega el derecho al regreso a su hogar a las personas expulsadas en 1948, en 1967 y en décadas posteriores, así como a sus hijos y nietos.

Nada de esto empezó ayer, ni en octubre de 2023. Y, sin embargo, durante todas esas décadas, durante todos estos años, la Unión Europea ha ido estrechando sus relaciones con Israel con acuerdos y alianzas preferenciales, hasta el punto de que este país es integrante de Eurovisión y de la UEFA, a pesar de que no forma parte del territorio europeo y de que aplica apartheid y limpieza étnica contra la población palestina.

Israel en Eurovisión

Esta semana nuestro continente celebraba con palomitas y alegría Eurovisión, con Israel como participante. Ninguna nación europea consideró necesario ausentarse o condicionar su presencia a la suspensión de Tel Aviv o a la entrada de alimentos en Gaza, o a un alto el fuego, o al fin de las masacres. Nada. Todos los países estuvieron presentes. La Europa del impudor celebró la final del concurso, emitida en prime time, mientras aviones israelíes bombardeaban otro campo de refugiados en la Franja.

Este sábado por la noche RTVE mostró en pantalla un mensaje escrito, antes del inicio de la emisión del concurso europeo: “Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina”, se pudo leer. Este mensaje representa más de lo que han hecho la mayoría de las cadenas públicas europeas. Pero las palabras no bastan, y deberíamos saberlo a estas alturas. Frente a la violación sistemática de los derechos humanos, no solo hay que condenar el silencio. Frente a las masacres y el apartheid, la falta de acción política y diplomática no es una opción. El mantenimiento de las relaciones con Israel no es una opción. Lo han entendido bien las personas que llevan más de un año manifestándose y movilizándose en todo el mundo, exigiendo reacción a sus gobiernos.

La presencia de Israel en Eurovisión merecía un boicot coordinado. Lo confirma la respuesta de la Unión de Radiodifusión Europea (UER), amenazando con multar a RTVE porque durante una emisión en directo dos locutores recordaron que hay más de 50.000 personas muertas en Gaza. Para la UER lo sancionable es la mínima mención de algo que no termina de ser nombrado, y no los crímenes en sí. La persecución a los pronunciamientos y manifestaciones en defensa de los derechos humanos de los palestinos es una realidad que va a más en numerosos países. Advirtió de ello, hace ya más de un año, la relatora de la ONU, Irene Khan: “La crisis de Gaza se está convirtiendo en una crisis global de la libertad de expresión con repercusiones duraderas”.

La normalización del genocidio en Occidente atraviesa y condiciona nuestro presente, de forma obscena. Hay una Europa indiferente y ciega en la que la realidad se reduce a mera teoría, a banalidad, como si todo fuera un juego virtual sin consecuencias. Como si no hubiera cuerpos abrasados por las bombas.

Manifestación multitudinaria en Londres este sábado contra el genocidio en Gaza y el apoyo de Reino Unido a Israel

Los ataques israelíes han matado a más de 200 personas en las últimas horas en Gaza y EEUU estudia “reubicar" en Libia a cientos de miles o incluso a un millón de palestinos

Carros de Gedeón

Eurovisión se ha celebrado mientras el Gobierno de Netanyahu anuncia la ocupación permanente de más territorio de la Franja y despliega su nueva operación de exterminio en Gaza, bautizada como Carros de Gedeón. Este nombre bíblico hace referencia al Libro de los Jueces, en el que se narra y se celebra la masacre de los madianitas, enemigos de los israelitas, y la conquista absoluta guiada por la divinidad.

Tanto Netanyahu como su protector, Donald Trump -como antes lo fueron Joe Biden y otros- han mencionado en varias ocasiones la posibilidad de forzar el desplazamiento de población palestina de Gaza hacia otros lugares, o de arrinconarla dentro de la Franja en un perímetro reducido. Un informe desvelado este fin de semana por la cadena estadounidense NBC describe un nuevo proyecto que está estudiando EEUU para “reubicar” permanentemente en Libia a cientos de miles o incluso a un millón de gazatíes.

“Si se confirma esto, la limpieza étnica de Palestina -que ya es una coalición de crímenes internacionales- se convertirá en una abierta empresa criminal conjunta”, ha denunciado la relatora de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese.

La nueva fase de matanzas viene acompañada de un asedio que dura ya dos meses y medio, durante los cuales el Ejército israelí ha impedido -e impide- la entrada de productos necesarios para la supervivencia humana, como alimentos, agua potable y medicinas. En las conversaciones telefónicas con habitantes de Gaza escucho relatos de familias que se alimentan con comida para gatos, con pan duro o con hierbas. Sus historias coinciden con lo que denuncian estos días las agencias de la ONU presentes en la Franja.

Las consecuencias del hambre y de la deshidratación son cada día más notables. Decenas de niños y niñas han muerto ya a causa de ello, mientras los bombardeos continúan. Solo en las últimas veinticuatro horas las fuerzas israelíes han matado a más de doscientas personas, en una de las semanas más sangrientas de esta ofensiva que comenzó hace más de un año y medio.

Comerciar con empresas armamentísticas israelíes es engrosar las arcas de compañías que son eje vertebral de la ocupación y del apartheid

Las relaciones UE-Israel

A pesar de la envergadura de estos crímenes, la Unión Europea sostiene acuerdos preferenciales con Israel. Lo hace mientras el Gobierno israelí anuncia operaciones de terror, comete crímenes y expresa intención genocida. España ha condenado las acciones ilegales de Israel y ha reconocido el Estado palestino, pero mantiene relaciones armamentísticas, comerciales y diplomáticas con Tel Aviv. El Gobierno español ha anunciado la revocación de un solo contrato de compra de material militar a Israel. Hay otros cuarenta con fecha posterior a octubre de 2023, la mayoría ya formalizados, y algunos pendientes de la firma final. Entre las adquisiciones, está el designador láser POD, comprado a la empresa armamentística pública israelí Rafael, o los misiles Spike.

Comerciar con empresas armamentísticas israelíes o sus filiales significa engrosar las arcas de compañías que son eje vertebral de la ocupación y del apartheid, que suministran y fortalecen al Ejército israelí y que publicitan sus armas como “productos probados en combate”, es decir, sobre población palestina.

Supone, además, ignorar el dictamen de la Corte Internacional de Justicia, que el pasado mes de julio pidió a las naciones de la ONU medidas “para impedir las relaciones comerciales o de inversión que contribuyan al mantenimiento de la situación ilegal creada por Israel en el Territorio Palestino Ocupado”. El Estado israelí en sí mismo es el impulsor de la ocupación ilegal de Palestina, y las empresas armamentísticas israelíes y sus filiales contribuyen activamente a este crimen continuado desde hace décadas.

Existen mecanismos para suspender relaciones con un Estado y para impulsar medidas de presión. Quedó claro cuando el Ejército ruso invadió territorio ucraniano en 2022. De forma casi inmediata, la UE impuso sanciones a Moscú, expulsó a Rusia de la UEFA y de Eurovisión y pagó gas estadounidense a un precio más caro que el ruso, en sustitución de éste. Incluso envió armamento a Ucrania, reforzando la nefasta idea de que los conflictos se resuelven por la vía de las armas. Las naciones de la UE, a excepción de Hungría, fueron claras con la orden de arresto a Putin, la defendieron con contundencia; en cambio, algunos de los países más grandes de la UE han llegado a cuestionar el cumplimiento de la orden de arresto contra Netanyahu emitida por la Corte Penal Internacional.

Más allá de la UE, los países tienen soberanía para decidir sobre sus relaciones bilaterales. Comerciar con un Estado que segrega, masacra, ocupa y coloniza es evitar acciones básicas para obstaculizar el genocidio. No adoptar medidas de presión real facilita que las masacres continúen. También supone ignorar la Convención sobre Genocidio, que subraya el compromiso de los países firmantes de “prevenir y sancionar” el genocidio. Esta Convención incluye, en su Artículo III (e) la noción de “complicidad” como elemento que contribuye al crimen.

La Unión Europea actúa sin tener en cuenta las consecuencias del exterminio israelí en las dinámicas internacionales. Palestina lo cambia todo, porque en el avance de la impunidad israelí, con la complicidad o inacción de los países europeos, se normaliza la vía militar presentada como única opción, en detrimento de la solución política y de la aplicación del derecho internacional. Palestina no es solo una crisis humanitaria, es un escenario en el que se despliega una coalición de crímenes. Es un espejo que refleja el quiebre moral del sistema global.

La gente decente que recuerde este período nunca entenderá, porque no hay manera de entender, cómo Israel mató de hambre, deliberadamente, a palestinos en Gaza, cómo la ayuda alimentaria se acumuló en cada frontera de la Franja y por qué las naciones europeas, socias de Israel, no quisieron desplegar medidas de presión para obligar al Gobierno israelí a levantar el bloqueo. Por qué no se movilizaron con todas las herramientas posibles, ya en 2023 y 2024, para garantizar la llegada de alimentos y de medicinas que se les sigue negando, ahora, en este preciso instante, a más de dos millones de personas cercadas por un Ejército que masacra a civiles.

Quizá llegue un día, quizá no, en el que se pregunte a los gobiernos de Europa qué hacían mientras el Estado israelí masacraba a niños y cantaba en Eurovisión, mientras asesinaba a civiles durante diecinueve meses seguidos, mientras extendía su apartheid en Cisjordania y Jerusalén Este. ¿Se ejercen las medidas de acción necesarias para dificultar los crímenes israelíes? No. ¿Se han desplegado mecanismos de presión real? No. ¿Se mantienen relaciones y acuerdos con Israel? Sí. Si no se reacciona en medio de un genocidio, ¿cuándo?

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