Un piano para la integración de Agustín y Violeta

El flamante piano Essex, de la conocida marca Steinway , recientemente adquirido, se encuentra perfectamente afinado por el técnico afinador de pianos, David Izquierdo, titulado en la Steinway Academy de Hamburgo , en Alemania. Las teclas son pulsadas al principio tímidamente, luego con agilidad creciente. Suenan melodías clásicas como el 'Himno de la alegría', utilizado oficialmente por la UE y basado en el poema 'Oda a la Alegría' , escrito por Friedrich Schiller en 1785, y la composición realizada por Ludwig van Beethoven para su novena sinfonía. Pero también se pueden escuchar canciones más modernas, como 'El mundo entero', canción de antiguos anuncios de Coca-Cola revitalizada ahora por Aitana, Lola Índigo o Ana Guerra; o bien 'Veo en ti la luz', de Chayanne y Dana Paola para la película de Disney 'Enredados'. Los intérpretes para la ocasión son Agustín Perales y Violeta Alcalá. Ambos con síndrome de Down. Esta historia de superación empezó hace 24 años, en el 2001, en el primer curso de la Escuela Municipal de Música y Danza. Araceli Carrillo, de Lucena, entonces iniciaba su andadura con sus primeros más de 200 alumnos, entre los que ya se contaban Agustín y Violeta . Hoy día son más de 400 en unas instalaciones que se quedaron pequeñas hace mucho, puesto que algunos años han llegado a los 500. «La idea para la creación de esta escuela era tener una alternativa que no fuera profesional para la gente a la que le gusta la música y la danza», explica la directora del centro, Mamen Galindo. Y así, Agustín Perales y Violeta Alcalá empezaron desde muy pequeños el contacto con la música, «porque sus madres querían que hicieran las mismas actividades que sus otros hijos y tuvieran las mismas oportunidades», recuerda Galindo. Los dos alumnos cuentan ahora con 28 años, y desde sus inicios han tenido la oportunidad de formarse en campos muy diversos tanto de la música como de la danza o incluso el canto . Esto les ha permitido superar algunos problemas de los muchos que acarrea el síndrome de Down, como dificultades en la vocalización o en la denominada psicomotricidad fina, es decir, la coordinación de movimientos pequeños y precisos de manos, dedos o muñecas, algo imprescindible para escribir, dibujar o incluso manejar objetos. Y así, de pequeños, durante muchos años, asistieron a la asignatura de música en movimiento , donde se trabajaba precisamente la coordinación gracias a coreografías. Luego acudieron a danza clásica y contemporánea, disciplina que aún mantiene Violeta, que además se ha sumado a danza urbana. También tocaron la flauta. Luego siguieron por clases colectivas de piano, mediante el llamado método Yamaha, que incluye también trabajo de canto, y por tanto de vocalización y dicción. Es un modo de aprendizaje más lúdico y creativo que el tradicional. Su progresión les llevó a demandar clases individuales de piano, donde tocan repertorios tanto clásicos como contemporáneos. Lo curioso es que tanto Agustín como Violeta reconocen que se decantaron por este i nstrumento «porque era el más fácil», lo cual puede sorprender al profano, pero claro, en su caso han estado en contacto con la música desde edad preescolar, por lo que además tuvieron la oportunidad de comprobar si, por ejemplo, otros instrumentos, como violines o violoncelos, se adaptaban bien a sus intereses. «Ambos tienen mucha facilidad con la improvisación al ser mucho más libres... es que emocionan», resalta su actual profesora de piano, María Araceli Manjón-Cabeza. «También tienen una memoria prodigiosa, son capaces de recordar obras enteras que han tocado hace un montón de tiempo». La profesora también destaca su capacidad para estar relajados en actuaciones en público, pues ya han dado conciertos en países como Luxemburgo, Italia o Dinamarca , además de en otros sitios como Granada o la propia Lucena. Se puede decir que ya tienen toda una carrera internacional. «El miedo a tocar en público hay que superarlo, a mí ya se me quitó», añade Violeta. «Yo estoy tranquilo, ya no siento ninguna vergüenza», apunta Agustín. Aunque ambos son amantes de la música clásica, sus gustos como intérpretes tienden más a lo actual. Agustín, sin ir más lejos, se decanta por Ana Guerra o Malú, con canciones como «A Prueba de Ti o Blanco y Negro», mientras que Violeta prefiere melodías procedentes de Disney Channel, «que siempre ha estado en mi vida». Añade algo que produce una situación humorística en la conversación para ABC Córdoba, en la que también están presentes su profesora y la directora de la escuela . Y es que menciona el reguetón. Entre risas, Mamen Galindo es tajante en ese aspecto: «¿Reguetón? ¡Nos da un infarto! Eso es un límite al piano». La directora añade elementos importantes que acarrea la educación musical a estos niveles: «Las clases de música, y el tocar un instrumento, desarrollan mucho el nexo de unión entre los dos hemisferios cerebrales, por lo que estimulan mucho la parte cognitiva, no sólo la que se trabaja en el colegio, sino tam

Abr 28, 2025 - 05:47
 0
Un piano para la integración de Agustín y Violeta
El flamante piano Essex, de la conocida marca Steinway , recientemente adquirido, se encuentra perfectamente afinado por el técnico afinador de pianos, David Izquierdo, titulado en la Steinway Academy de Hamburgo , en Alemania. Las teclas son pulsadas al principio tímidamente, luego con agilidad creciente. Suenan melodías clásicas como el 'Himno de la alegría', utilizado oficialmente por la UE y basado en el poema 'Oda a la Alegría' , escrito por Friedrich Schiller en 1785, y la composición realizada por Ludwig van Beethoven para su novena sinfonía. Pero también se pueden escuchar canciones más modernas, como 'El mundo entero', canción de antiguos anuncios de Coca-Cola revitalizada ahora por Aitana, Lola Índigo o Ana Guerra; o bien 'Veo en ti la luz', de Chayanne y Dana Paola para la película de Disney 'Enredados'. Los intérpretes para la ocasión son Agustín Perales y Violeta Alcalá. Ambos con síndrome de Down. Esta historia de superación empezó hace 24 años, en el 2001, en el primer curso de la Escuela Municipal de Música y Danza. Araceli Carrillo, de Lucena, entonces iniciaba su andadura con sus primeros más de 200 alumnos, entre los que ya se contaban Agustín y Violeta . Hoy día son más de 400 en unas instalaciones que se quedaron pequeñas hace mucho, puesto que algunos años han llegado a los 500. «La idea para la creación de esta escuela era tener una alternativa que no fuera profesional para la gente a la que le gusta la música y la danza», explica la directora del centro, Mamen Galindo. Y así, Agustín Perales y Violeta Alcalá empezaron desde muy pequeños el contacto con la música, «porque sus madres querían que hicieran las mismas actividades que sus otros hijos y tuvieran las mismas oportunidades», recuerda Galindo. Los dos alumnos cuentan ahora con 28 años, y desde sus inicios han tenido la oportunidad de formarse en campos muy diversos tanto de la música como de la danza o incluso el canto . Esto les ha permitido superar algunos problemas de los muchos que acarrea el síndrome de Down, como dificultades en la vocalización o en la denominada psicomotricidad fina, es decir, la coordinación de movimientos pequeños y precisos de manos, dedos o muñecas, algo imprescindible para escribir, dibujar o incluso manejar objetos. Y así, de pequeños, durante muchos años, asistieron a la asignatura de música en movimiento , donde se trabajaba precisamente la coordinación gracias a coreografías. Luego acudieron a danza clásica y contemporánea, disciplina que aún mantiene Violeta, que además se ha sumado a danza urbana. También tocaron la flauta. Luego siguieron por clases colectivas de piano, mediante el llamado método Yamaha, que incluye también trabajo de canto, y por tanto de vocalización y dicción. Es un modo de aprendizaje más lúdico y creativo que el tradicional. Su progresión les llevó a demandar clases individuales de piano, donde tocan repertorios tanto clásicos como contemporáneos. Lo curioso es que tanto Agustín como Violeta reconocen que se decantaron por este i nstrumento «porque era el más fácil», lo cual puede sorprender al profano, pero claro, en su caso han estado en contacto con la música desde edad preescolar, por lo que además tuvieron la oportunidad de comprobar si, por ejemplo, otros instrumentos, como violines o violoncelos, se adaptaban bien a sus intereses. «Ambos tienen mucha facilidad con la improvisación al ser mucho más libres... es que emocionan», resalta su actual profesora de piano, María Araceli Manjón-Cabeza. «También tienen una memoria prodigiosa, son capaces de recordar obras enteras que han tocado hace un montón de tiempo». La profesora también destaca su capacidad para estar relajados en actuaciones en público, pues ya han dado conciertos en países como Luxemburgo, Italia o Dinamarca , además de en otros sitios como Granada o la propia Lucena. Se puede decir que ya tienen toda una carrera internacional. «El miedo a tocar en público hay que superarlo, a mí ya se me quitó», añade Violeta. «Yo estoy tranquilo, ya no siento ninguna vergüenza», apunta Agustín. Aunque ambos son amantes de la música clásica, sus gustos como intérpretes tienden más a lo actual. Agustín, sin ir más lejos, se decanta por Ana Guerra o Malú, con canciones como «A Prueba de Ti o Blanco y Negro», mientras que Violeta prefiere melodías procedentes de Disney Channel, «que siempre ha estado en mi vida». Añade algo que produce una situación humorística en la conversación para ABC Córdoba, en la que también están presentes su profesora y la directora de la escuela . Y es que menciona el reguetón. Entre risas, Mamen Galindo es tajante en ese aspecto: «¿Reguetón? ¡Nos da un infarto! Eso es un límite al piano». La directora añade elementos importantes que acarrea la educación musical a estos niveles: «Las clases de música, y el tocar un instrumento, desarrollan mucho el nexo de unión entre los dos hemisferios cerebrales, por lo que estimulan mucho la parte cognitiva, no sólo la que se trabaja en el colegio, sino también la relacionada con la parte artística , las relaciones sociales, la concepción del espacio o el pensamiento abstracto». Todo ello ha conseguido que Agustín y Violeta se hayan convertido en un ejemplo de lucha. Y, por supuesto, en pianistas capaces de interpretar partituras de Bach, Beethoven o Clementi. Y quizá, sólo quizá, algún reguetón furtivo.