'Thunderbolts*' tiene uno de los mejores clímax de todo el MCU. La clave ha sido mantener el espíritu indie que tanto promocionaban
Durante su etapa promocional era fácil caer en el cinismo con 'Thunderbolts*'. La última cinta de superhéroes de Marvel se nos presentaba incidiendo en su vuelta a los efectos prácticos, con un elenco entusiasmado porque veríamos algo diferente e incluso lanzando estilizados tráilers que no se escondían en venderla casi como lo nuevo de A24, en lugar de la enésima entrega de una saga que no pasa por su mejor momento a nivel de recepción. Por supuesto, incluso con sus buenas notas no sorprende demasiado descubrir que 'Thunderbolts*' no tiene nada que ver con lo nuevo de A24, pero la jugada ha sido una eficaz forma de romper el hielo con una cinta marvelita que efectivamente se siente diferente a la mayoría de entregas recientes. Heredando de forma agradecida de otros hits como 'Guardianes de la galaxia', este grupo superheroico es una agradecida vuelta a un modo de hacer las cosas que prioriza contar historias de personajes, y no solo mover ficha en un infinito tablero de ajedrez de lore comiquero. Decía Jake Schreier en una entrevista reciente con Variety que no quería hacer "la película rara" de Marvel, pero es precisamente ese enfoque más personal lo que la mantiene a flote. Su clímax es bastante único dentro del universo. Por primera vez el villano a vencer es uno que no necesita una paliza ni demasiada pirotecnia, sino sencillamente un abrazo, y es un momento potente que cobra sentido por lo contenido de su premisa. A pesar de sus más de dos horas de duración, la película consigue mantenerse desde el principio como un relato bastante condensado. Yelena está deprimida tras la muerte de su hermana, y es una mercenaria cumpliendo misiones con total apatía. Cuando cree estar lista para volver a dar la cara, su jefa la lleva a una última misión, claro que ella no puede esperar que sea la clásica ratonera para cerrar cabos sueltos con otros agentes igualmente problemáticos. Esto acaba juntando a un grupo tan pintoresco como con taritas, incluyendo un padre al que le ha abandonado su familia y una soldado que lleva luchando desde muy joven. En Xataka EEUU se ha reconciliado con Ucrania. Y como regalo le ha enviado aviones F16 que son incapaces de volar Todo lo que ocurre en la trama consigue paliar una de las mayores quejas con el cine de Marvel en los últimos años. Sucede innegablemente en este universo, hay referencias directas a eventos de otras películas y teasers finales de lo que vendrá. Por el camino hay todo lo esperable. Acción a raudales, explosiones y chascarrillos sobre lo mucho que este equipo de superhéroes no se siente en absoluto como un equipo de superhéroes. Pero afortunadamente no hace nada de esto a costa de sabotear una historia que tiene sus prioridades narrativas muy claras. Un conflicto personal y muy único en la franquicia La cinta hace muy bien en articular un conflicto central que se siente muy personal. Todos los personajes están unidos por una sensación de no pertenencia. Incluso en un mundo superheroico tan humanizado como el de Marvel, películas como 'Los Vengadores' parecen pura fantasía para personajes como Guardián Rojo, cuyo mayor sueño es salir en las cajas de cereales como los grandes héroes de antaño. Como ocurre con cualquier buen antagonista, Bob es lo que pasaría si Yelena cediese por completo a sus ansiedades. Igual que ella, es también un personaje sucumbido en la desesperanza, para quien vivir o morir no supone demasiada diferencia. Es una conexión entre ambos que vertebra el lado más emotivo de la historia. El pretendido "Superman de Marvel" se convierte en cuestión de unos minutos en el Hulk de la depresión, totalmente fuera de control. Cuando el caos se desata en Nueva York y la gente empieza a desaparecer convertidos en sombras, Yelena abraza su destino, creyendo estar lista. El MCU no ha andado falto de lugares metafísicos ni de visiones oscuras. En 'La era de Ultrón', Bruja Escarlata hacía que los héroes revivieran sus peores pesadillas. Pero quizás nunca hemos tenido algo tan atado temáticamente como el Vacío. Allí Yelena reconecta del todo con sus traumas, pero también con los de Bob. Pero por mucho que sea la más consciente de las ansiedades de Bob, ella sola no puede hacer gran cosa por ayudarlo. Hay algo bonito en ver al equipo entrando en este oscuro universo desconocido incluso a costa de su propia integridad. En el momento cumbre del tercer acto, el abrazo grupal que hace a Bob reconectar con su yo enterrado funciona como eficaz filigrana de guion. Temáticamente, es patente la metáfora de que nadie puede salir realmente solo de estar deprimido. Es una sanación inesperada para el villano, pero también para la protagonista, quien necesitaba este duro exorcismo de fuego. De rebote, es una ayuda inestimable para todo un grupo de gente solitaria que está en búsqueda de una nueva familia.

Durante su etapa promocional era fácil caer en el cinismo con 'Thunderbolts*'. La última cinta de superhéroes de Marvel se nos presentaba incidiendo en su vuelta a los efectos prácticos, con un elenco entusiasmado porque veríamos algo diferente e incluso lanzando estilizados tráilers que no se escondían en venderla casi como lo nuevo de A24, en lugar de la enésima entrega de una saga que no pasa por su mejor momento a nivel de recepción.
Por supuesto, incluso con sus buenas notas no sorprende demasiado descubrir que 'Thunderbolts*' no tiene nada que ver con lo nuevo de A24, pero la jugada ha sido una eficaz forma de romper el hielo con una cinta marvelita que efectivamente se siente diferente a la mayoría de entregas recientes. Heredando de forma agradecida de otros hits como 'Guardianes de la galaxia', este grupo superheroico es una agradecida vuelta a un modo de hacer las cosas que prioriza contar historias de personajes, y no solo mover ficha en un infinito tablero de ajedrez de lore comiquero.

Decía Jake Schreier en una entrevista reciente con Variety que no quería hacer "la película rara" de Marvel, pero es precisamente ese enfoque más personal lo que la mantiene a flote. Su clímax es bastante único dentro del universo. Por primera vez el villano a vencer es uno que no necesita una paliza ni demasiada pirotecnia, sino sencillamente un abrazo, y es un momento potente que cobra sentido por lo contenido de su premisa.
A pesar de sus más de dos horas de duración, la película consigue mantenerse desde el principio como un relato bastante condensado. Yelena está deprimida tras la muerte de su hermana, y es una mercenaria cumpliendo misiones con total apatía. Cuando cree estar lista para volver a dar la cara, su jefa la lleva a una última misión, claro que ella no puede esperar que sea la clásica ratonera para cerrar cabos sueltos con otros agentes igualmente problemáticos. Esto acaba juntando a un grupo tan pintoresco como con taritas, incluyendo un padre al que le ha abandonado su familia y una soldado que lleva luchando desde muy joven.
Todo lo que ocurre en la trama consigue paliar una de las mayores quejas con el cine de Marvel en los últimos años. Sucede innegablemente en este universo, hay referencias directas a eventos de otras películas y teasers finales de lo que vendrá. Por el camino hay todo lo esperable. Acción a raudales, explosiones y chascarrillos sobre lo mucho que este equipo de superhéroes no se siente en absoluto como un equipo de superhéroes. Pero afortunadamente no hace nada de esto a costa de sabotear una historia que tiene sus prioridades narrativas muy claras.
Un conflicto personal y muy único en la franquicia
La cinta hace muy bien en articular un conflicto central que se siente muy personal. Todos los personajes están unidos por una sensación de no pertenencia. Incluso en un mundo superheroico tan humanizado como el de Marvel, películas como 'Los Vengadores' parecen pura fantasía para personajes como Guardián Rojo, cuyo mayor sueño es salir en las cajas de cereales como los grandes héroes de antaño.
Como ocurre con cualquier buen antagonista, Bob es lo que pasaría si Yelena cediese por completo a sus ansiedades. Igual que ella, es también un personaje sucumbido en la desesperanza, para quien vivir o morir no supone demasiada diferencia. Es una conexión entre ambos que vertebra el lado más emotivo de la historia. El pretendido "Superman de Marvel" se convierte en cuestión de unos minutos en el Hulk de la depresión, totalmente fuera de control. Cuando el caos se desata en Nueva York y la gente empieza a desaparecer convertidos en sombras, Yelena abraza su destino, creyendo estar lista.

El MCU no ha andado falto de lugares metafísicos ni de visiones oscuras. En 'La era de Ultrón', Bruja Escarlata hacía que los héroes revivieran sus peores pesadillas. Pero quizás nunca hemos tenido algo tan atado temáticamente como el Vacío. Allí Yelena reconecta del todo con sus traumas, pero también con los de Bob. Pero por mucho que sea la más consciente de las ansiedades de Bob, ella sola no puede hacer gran cosa por ayudarlo. Hay algo bonito en ver al equipo entrando en este oscuro universo desconocido incluso a costa de su propia integridad.
En el momento cumbre del tercer acto, el abrazo grupal que hace a Bob reconectar con su yo enterrado funciona como eficaz filigrana de guion. Temáticamente, es patente la metáfora de que nadie puede salir realmente solo de estar deprimido. Es una sanación inesperada para el villano, pero también para la protagonista, quien necesitaba este duro exorcismo de fuego. De rebote, es una ayuda inestimable para todo un grupo de gente solitaria que está en búsqueda de una nueva familia.
Cuando todo esto termina, cuando nos revelan que el asterisco del nombre era en realidad la forma de la película de ocultar la verdadera identidad de Los Nuevos Vengadores, incluso cuando vemos el teaser de la nave de 'Los 4 Fantásticos', sentí por primera vez en años una recompensa extra para una película que se lo había merecido, y no que lo necesitaba para justificar su existencia. Todos estos años de saturación de contenido, de secuelas desnortadas y de falta de dirección nos han tenido a muchos igualmente apáticos con el universo superheroico, pero basta que nos recuerden cuál es el verdadero corazón de todo esto para recuperar la ilusión.
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'Thunderbolts*' tiene uno de los mejores clímax de todo el MCU. La clave ha sido mantener el espíritu indie que tanto promocionaban
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por
Miguel Solo
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