Si tienes síndrome del impostor en tu trabajo, acuérdate de Carlos Mazón
Escribió Bertrand Russell que “el problema del mundo reside en que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que la gente más sabia está tan llena de dudas”. Mucho mejor una inseguridad estimulante que una seguridad negligente La mayor ironía del síndrome del impostor es que los auténticos impostores nunca lo experimentan o nunca parecen experimentarlo. Mientras tú minimizas tus capacidades creyendo que te hará socialmente más aceptable en tu trabajo, mientras un enjambre de autocríticas zumba por tu cerebro cada vez que abres la boca en una reunión, mientras te empeñas en justificar tus éxitos hablando de “buena suerte”, mientras te cuesta aceptar elogios, mientras permaneces horas (quien dice horas dice semanas o meses) rumiando sobre un error, mientras te abruma la posibilidad de competir contra alguien, mientras dudas y vuelves a dudar sobre tus capacidades, hay personas reconocidamente incompetentes haciendo una exhibición perturbadora de sus méritos sin ningún atisbo de inseguridad. Así que cada vez que sientas síndrome del impostor en tu trabajo, hazme un favor y acuérdate de Carlos Mazón, acuérdate de que hoy lunes 21 de abril sigue en su puesto. Porque cada nuevo dato que sabemos sobre el día de la Dana demuestra más aún su dejación de funciones durante aquella tarde funesta. La semana pasada conocimos el listado de llamadas que Salomé Pradas entregó a la jueza instructora de la causa del que se pueden concluir varias cosas: La primera y más importante, Mazón y la consellera Pradas hablaron a las 20.10, un minuto antes del mensaje de alerta enviado a la ciudadanía, aunque Mazón lleva semanas tratando de desvincularse insistiendo en que su presencia no era necesaria para el envío de la alerta. La segunda certeza es que la consellera trató de localizarle a las 19.10 y a las 19.36 (en total, estuvo ilocalizable durante una hora y 15 minutos), llamadas que Mazón no respondió. Hablamos de un lapso temporal crucial en el que las inundaciones en varias localidades estaban siendo ya evidentes y fatídicas. Cada vez que sientas síndrome del impostor en tu trabajo acuérdate también de Salomé Pradas, la encargada entonces de gestionar las emergencias a nivel regional, que ha reconocido abiertamente que no sabía de la existencia ni del funcionamiento del sistema de alertas hasta la misma tarde de la DANA, o que también ha confesado ante la jueza que no estaba preparada para ocupar la Consellería, responsabilizando a los técnicos de la gestión de la catástrofe. Una responsable de emergencias que no conocía el funcionamiento más básico del sistema de emergencias. Cada vez que sientas síndrome del impostor acuérdate también de que este se genera por un sistema montado de tal modo que los errores se cubren en las jerarquías, mientras que unos escalones más abajo los errores se pagan y se expían. Un sistema en el que la autocomplacencia y la improvisación se tolera si tienes un determinado estatus, e incluso se aplaude. Piensa que, pese a todos los datos ya recabados, pese a las mentiras que acorralan al president, Alberto Núñez Feijóo, el líder del Partido Popular, insiste en su defensa política a Mazón, una gestión que hace unos días calificaba como “coherente” y “valiente” en una entrevista. Como siempre, todo esto lo resumió a la perfección un filósofo. Escribió Bertrand Russell que “el problema del mundo reside en que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que la gente más sabia está tan llena de dudas”. Y, esto no lo dijo Russell, lo creo yo: mucho mejor una inseguridad estimulante que una seguridad negligente.

Escribió Bertrand Russell que “el problema del mundo reside en que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que la gente más sabia está tan llena de dudas”. Mucho mejor una inseguridad estimulante que una seguridad negligente
La mayor ironía del síndrome del impostor es que los auténticos impostores nunca lo experimentan o nunca parecen experimentarlo. Mientras tú minimizas tus capacidades creyendo que te hará socialmente más aceptable en tu trabajo, mientras un enjambre de autocríticas zumba por tu cerebro cada vez que abres la boca en una reunión, mientras te empeñas en justificar tus éxitos hablando de “buena suerte”, mientras te cuesta aceptar elogios, mientras permaneces horas (quien dice horas dice semanas o meses) rumiando sobre un error, mientras te abruma la posibilidad de competir contra alguien, mientras dudas y vuelves a dudar sobre tus capacidades, hay personas reconocidamente incompetentes haciendo una exhibición perturbadora de sus méritos sin ningún atisbo de inseguridad.
Así que cada vez que sientas síndrome del impostor en tu trabajo, hazme un favor y acuérdate de Carlos Mazón, acuérdate de que hoy lunes 21 de abril sigue en su puesto. Porque cada nuevo dato que sabemos sobre el día de la Dana demuestra más aún su dejación de funciones durante aquella tarde funesta. La semana pasada conocimos el listado de llamadas que Salomé Pradas entregó a la jueza instructora de la causa del que se pueden concluir varias cosas: La primera y más importante, Mazón y la consellera Pradas hablaron a las 20.10, un minuto antes del mensaje de alerta enviado a la ciudadanía, aunque Mazón lleva semanas tratando de desvincularse insistiendo en que su presencia no era necesaria para el envío de la alerta. La segunda certeza es que la consellera trató de localizarle a las 19.10 y a las 19.36 (en total, estuvo ilocalizable durante una hora y 15 minutos), llamadas que Mazón no respondió. Hablamos de un lapso temporal crucial en el que las inundaciones en varias localidades estaban siendo ya evidentes y fatídicas.
Cada vez que sientas síndrome del impostor en tu trabajo acuérdate también de Salomé Pradas, la encargada entonces de gestionar las emergencias a nivel regional, que ha reconocido abiertamente que no sabía de la existencia ni del funcionamiento del sistema de alertas hasta la misma tarde de la DANA, o que también ha confesado ante la jueza que no estaba preparada para ocupar la Consellería, responsabilizando a los técnicos de la gestión de la catástrofe. Una responsable de emergencias que no conocía el funcionamiento más básico del sistema de emergencias.
Cada vez que sientas síndrome del impostor acuérdate también de que este se genera por un sistema montado de tal modo que los errores se cubren en las jerarquías, mientras que unos escalones más abajo los errores se pagan y se expían. Un sistema en el que la autocomplacencia y la improvisación se tolera si tienes un determinado estatus, e incluso se aplaude. Piensa que, pese a todos los datos ya recabados, pese a las mentiras que acorralan al president, Alberto Núñez Feijóo, el líder del Partido Popular, insiste en su defensa política a Mazón, una gestión que hace unos días calificaba como “coherente” y “valiente” en una entrevista.
Como siempre, todo esto lo resumió a la perfección un filósofo. Escribió Bertrand Russell que “el problema del mundo reside en que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que la gente más sabia está tan llena de dudas”. Y, esto no lo dijo Russell, lo creo yo: mucho mejor una inseguridad estimulante que una seguridad negligente.