Debajo de ese paso en que hay un Cristo sufriente o una Virgen que invita a rezar siempre hay realidades que no están a simple vista. Unas jarras demasiado modestas pueden decir que no fue posible estrenar las nuevas porque había que ayudar, con diligencia y sigilo, a una familia de la feligresía que lo necesitaba. Una joya de la que no se encuentran en los escaparates puede contar que hace unos años que la mujer que la llevó partió al cielo y sus hijos son felices si está en el ajuar de la imagen a la que pidió tantas cosas. El suspiro que se le escapa a un nazareno puede ser de alivio por haber encontrado una respuesta a...
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