Reseña: Cartas de amor a Mina Loy, de Arthur Cravan
Una leyenda que fue poeta y boxeador

Más allá de sus grandes nombres, el surrealismo tuvo en la literatura de hace un siglo una cantidad enorme de creadores que dejaron, además de una obra escueta, una personalidad inclasificable, como el suicida Jacques Rigaut o el mutifacético Arthur Cravan (1887-1918), considerado un precursor del dadaísmo.
Nacido en Suiza, sobrino de Oscar Wilde, dedicado a toda clase de actividades –entre ellas el boxeo–, Cravan tuvo como guía a Rimbaud. Como aquel apenas publicó: la mayoría de sus textos quedaron confinados en su revista Maintenant (“Ahora”), en la que se proponía llevar la literatura al terreno de la vida. Su actitud sería hoy la de un performer: anunció que se quitaría la vida en público y entre sus combates de box hay uno contra el campeón Jack Johnson (que tardó seis rounds en noquearlo solo para que el evento pudiera ser filmado como correspondía).
Cartas de amor a Mina Loy es, así, el legado literario más difundido de Cravan, que retrata en sucintas misivas su inquieta relación con esa poetisa inglesa, una de las figuras más “modernas” de la época vanguardista. Son cartas breves, a veces simples postales, en las que Cravan (seudónimo de Fabius Lloyd) le escribe a Loy (seudónimo de Mina Löwy) mensajes que pasan por todo el registro emocional posible. En la última, de diciembre de 1917, sostiene: “Morir por mal de amores es diez mil veces peor que un cáncer”. Cravan desaparecería al año siguiente en un naufragio y su cuerpo nunca sería encontrado. Lo haya buscado o no, es la nota al pie de su leyenda literaria.
Cartas de amor a Mina Loy
Arthur Cravan
Periférica. Trad.: M. Arranz
96 páginas, $ 18.600