¿Qué ocurre con el anillo del Papa tras su muerte?
Conocido como símbolo de poder del sumo pontífice desde el siglo XIII, esta joya representa el final de un papado y la transición hacia uno nuevoLa liturgia de los tres ataúdes: en qué consiste la tradición que el papa Francisco eliminó para los funerales pontificios La muerte del papa Francisco ha reactivado uno de los rituales más cargados de simbolismo en el Vaticano: la destrucción del anillo del Pescador. Este anillo, conocido como Anulus Piscatoris, ha sido desde hace siglos el emblema físico del poder del obispo de Roma. Cada pontífice recibe uno diferente, personalizado con su nombre e inspirado en un pasaje bíblico en el que Jesús le dice a Pedro: “te haré pescador de hombres”. La pieza muestra a san Pedro pescando desde una barca, una imagen que resume la vocación pastoral del papado. Una tradición centenaria cargada de simbolismo Desde el siglo XIII, el anillo del Pescador ha sido utilizado como sello oficial para autenticar documentos papales. Su primera mención aparece en una carta de Clemente IV, fechada en 1265. Aunque en la actualidad su uso práctico ha desaparecido, su dimensión simbólica sigue teniendo un peso considerable dentro del ceremonial vaticano. Su destrucción marca el final de un papado y evita que pueda ser utilizado de manera fraudulenta. El anillo no es solo un objeto litúrgico: representa el vínculo con san Pedro, la autoridad espiritual del papa y su misión de guía dentro de la Iglesia católica. El procedimiento tras la muerte del papa Según la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, el encargado de destruir el anillo es el camarlengo, en este caso el cardenal Kevin Joseph Farrell. La ceremonia no es pública, pero debe realizarse en presencia del Colegio Cardenalicio. El acto suele tener lugar durante el periodo de sede vacante, antes del cónclave que elegirá al nuevo pontífice. Esta tradición busca salvaguardar la legitimidad de la autoridad papal, al impedir cualquier intento de falsificar documentos utilizando el sello pontificio anterior. Tradicionalmente, el anillo se destruía golpeándolo con un martillo de plata y marfil, dejándolo irreconocible e inutilizable. Así ocurrió con el de Juan Pablo II tras su muerte en 2005. Sin embargo, con la renuncia de Benedicto XVI en 2013, el Vaticano optó por grabar una cruz profunda sobre el anillo, evitando su destrucción total pero anulando su uso. El portavoz del Vaticano en aquel momento, Federico Lombardi, explicó que el sello quedaría inutilizable al marcarlo visiblemente con una gran “X”, lo cual permitía conservar el objeto como recuerdo sin mantener su función. La elección de Francisco: sencillez frente al oropel Jorge Mario Bergoglio rompió con varias tradiciones al inicio de su papado. Entre ellas, eligió un anillo del Pescador elaborado en plata dorada en lugar del tradicional oro macizo. El diseño fue el mismo que el de sus predecesores, pero el material reflejaba su visión de una Iglesia más austera y cercana a los pobres. Además, Francisco se hizo célebre por evitar que los fieles besaran su anillo, un gesto que se interpretó como parte de su estilo sencillo y pastoral. Según el propio papa, prefería un saludo más cercano, como un apretón de manos o un beso en la mejilla. Qué pasará ahora con el anillo de Francisco Tras su fallecimiento, el anillo de Francisco deberá ser destruido o grabado como parte del protocolo vaticano. Aunque aún no se ha confirmado el método elegido, el gesto tiene un valor institucional y espiritual. La ceremonia se desarrollará a puerta cerrada y será supervisada por altos cargos del Vaticano, marcando formalmente el fin del pontificado y abriendo paso al cónclave que decidirá su sucesor. El acto de inutilizar el anillo es, por tanto, mucho más que un trámite: representa la disolución de un poder y el inicio de una nueva etapa para la Iglesia. Un objeto que condensa historia y poder Su destrucción no responde solo a razones de seguridad, sino a una voluntad de renovación dentro de la jerarquía eclesiástica. Cada papa deja su huella a través de este anillo, que una vez anulado se convierte en testigo silencioso del final de una etapa. En ocasiones, sus restos se han fundido para fabricar el anillo de su sucesor, dando continuidad física y simbólica al ministerio petrino.

Conocido como símbolo de poder del sumo pontífice desde el siglo XIII, esta joya representa el final de un papado y la transición hacia uno nuevo
La liturgia de los tres ataúdes: en qué consiste la tradición que el papa Francisco eliminó para los funerales pontificios
La muerte del papa Francisco ha reactivado uno de los rituales más cargados de simbolismo en el Vaticano: la destrucción del anillo del Pescador. Este anillo, conocido como Anulus Piscatoris, ha sido desde hace siglos el emblema físico del poder del obispo de Roma. Cada pontífice recibe uno diferente, personalizado con su nombre e inspirado en un pasaje bíblico en el que Jesús le dice a Pedro: “te haré pescador de hombres”. La pieza muestra a san Pedro pescando desde una barca, una imagen que resume la vocación pastoral del papado.
Una tradición centenaria cargada de simbolismo
Desde el siglo XIII, el anillo del Pescador ha sido utilizado como sello oficial para autenticar documentos papales. Su primera mención aparece en una carta de Clemente IV, fechada en 1265. Aunque en la actualidad su uso práctico ha desaparecido, su dimensión simbólica sigue teniendo un peso considerable dentro del ceremonial vaticano. Su destrucción marca el final de un papado y evita que pueda ser utilizado de manera fraudulenta. El anillo no es solo un objeto litúrgico: representa el vínculo con san Pedro, la autoridad espiritual del papa y su misión de guía dentro de la Iglesia católica.
El procedimiento tras la muerte del papa
Según la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, el encargado de destruir el anillo es el camarlengo, en este caso el cardenal Kevin Joseph Farrell. La ceremonia no es pública, pero debe realizarse en presencia del Colegio Cardenalicio. El acto suele tener lugar durante el periodo de sede vacante, antes del cónclave que elegirá al nuevo pontífice. Esta tradición busca salvaguardar la legitimidad de la autoridad papal, al impedir cualquier intento de falsificar documentos utilizando el sello pontificio anterior.
Tradicionalmente, el anillo se destruía golpeándolo con un martillo de plata y marfil, dejándolo irreconocible e inutilizable. Así ocurrió con el de Juan Pablo II tras su muerte en 2005. Sin embargo, con la renuncia de Benedicto XVI en 2013, el Vaticano optó por grabar una cruz profunda sobre el anillo, evitando su destrucción total pero anulando su uso. El portavoz del Vaticano en aquel momento, Federico Lombardi, explicó que el sello quedaría inutilizable al marcarlo visiblemente con una gran “X”, lo cual permitía conservar el objeto como recuerdo sin mantener su función.
La elección de Francisco: sencillez frente al oropel
Jorge Mario Bergoglio rompió con varias tradiciones al inicio de su papado. Entre ellas, eligió un anillo del Pescador elaborado en plata dorada en lugar del tradicional oro macizo. El diseño fue el mismo que el de sus predecesores, pero el material reflejaba su visión de una Iglesia más austera y cercana a los pobres. Además, Francisco se hizo célebre por evitar que los fieles besaran su anillo, un gesto que se interpretó como parte de su estilo sencillo y pastoral. Según el propio papa, prefería un saludo más cercano, como un apretón de manos o un beso en la mejilla.
Qué pasará ahora con el anillo de Francisco
Tras su fallecimiento, el anillo de Francisco deberá ser destruido o grabado como parte del protocolo vaticano. Aunque aún no se ha confirmado el método elegido, el gesto tiene un valor institucional y espiritual. La ceremonia se desarrollará a puerta cerrada y será supervisada por altos cargos del Vaticano, marcando formalmente el fin del pontificado y abriendo paso al cónclave que decidirá su sucesor. El acto de inutilizar el anillo es, por tanto, mucho más que un trámite: representa la disolución de un poder y el inicio de una nueva etapa para la Iglesia.
Un objeto que condensa historia y poder
Su destrucción no responde solo a razones de seguridad, sino a una voluntad de renovación dentro de la jerarquía eclesiástica. Cada papa deja su huella a través de este anillo, que una vez anulado se convierte en testigo silencioso del final de una etapa. En ocasiones, sus restos se han fundido para fabricar el anillo de su sucesor, dando continuidad física y simbólica al ministerio petrino.