Periplos literarios

Zarpar en un barco de tinta y papel, embarcarse en una travesía literaria a través de la lectura o un viaje tangible y real. Trazar una cartografía alternativa, comprobando cómo el paisaje se revela, muta y explota en resonancias bajo la mirada lectora, y cómo en ese ir y venir entre puerto y puerto se... Leer más La entrada Periplos literarios aparece primero en Zenda.

Abr 21, 2025 - 07:33
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Periplos literarios

Literatura y viaje han sido siempre compañeros. Desde la impronta de la Odisea y la travesía épica de Ulises hasta nuestros días, un sin fin de autores han ficcionalizado el viaje, o se han incluso aventurado ellos mismos, dejando registro de su experiencia en sus bitácoras. En la actualidad, una nueva mutación de este encuentro íntimo se trasluce y cobra forma en los llamados “viajes literarios”. ¿Qué implica su unión?

Zarpar en un barco de tinta y papel, embarcarse en una travesía literaria a través de la lectura o un viaje tangible y real. Trazar una cartografía alternativa, comprobando cómo el paisaje se revela, muta y explota en resonancias bajo la mirada lectora, y cómo en ese ir y venir entre puerto y puerto se propicia un enriquecimiento personal. “Porque somos del tamaño de lo que vemos y no del tamaño de nuestra estatura”, nos dice Fernando Pessoa, y es que pareciera que tanto el viaje como la lectura nos potencian, expandiendo nuestros mundos internos, hurgando en una zona común de curiosidad y el deseo de expandir horizontes para adentrarse en lo desconocido.

Pero, ¿qué son estos “viajes literarios”? Desde la perspectiva del turismo, emerge como una modalidad de viaje considerado “alternativo”, saliéndose de la norma para proponer una experiencia distinta donde la literatura cobra un lugar fundamental. Como tipología del turismo cultural, explica Melina Corrado (2018), licenciada en turismo e investigadora del Conicet, este tipo de viaje se puede forjar a partir del lugar en el que transcurre un relato, el itinerario realizado por algún personaje, o los sitios relativos a la vida de los autores. Lo auténtico de esta experiencia reside en el rastreo de las huellas, los trazos literarios impregnados en algún territorio, el diálogo entre el pasado y el presente, entre la ficción y la realidad.

"¿Qué impulsa a las personas a elegir un viaje de este estilo? Milagros Berro, una profesional de la agencia de viajes Destinos a Medida, se lo atribuye en gran medida a la pandemia del Covid-19"

Tal es el caso de Paula Levallois (@paulalevallois.lit), una emprendedora argentina y apasionada de la lectura que el año pasado se aventuró por su primer viaje literario en la ciudad de Lisboa. Licenciada en Letras, fue editora, dictó clases y talleres toda su trayectoria profesional, hasta que decidió lanzarse por un sueño. El proyecto consiste en llevar a las personas de viaje habiendo trazado un camino previo, explorando primero a través de la lectura esos libros que después se recorrerán, siguiendo las huellas de sus autores. El objetivo, explica, es un acercamiento al hecho artístico, un acercamiento en pos de una comprensión mayor. “Yo siempre sentí que la lectura tenía que ver con una energía, un impulso, con un concepto que era muy parecido al de viajar. Leyendo muchas veces sentía lo mismo que lo que sentía viajando. Tiene que ver con salirte de vos, de tu habitualidad, del ordinario, de tu voz, y como conocer otra cosa, ¿no? Otra cosa en otro tiempo, en otra geografía, dejarte atravesar por esas voces, y en el viaje yo siento que hacés lo mismo. Me parece que son dos verbos que están absolutamente emparentados”. Es como dejar que el autor te lleve de la mano, afirma, sea a través de la lectura o del viaje. A eso apuesta con su proyecto Rumbos literarios, que espera seguirá creciendo, explorando este año tanto la literatura irlandesa como la portuguesa en distintos talleres, y realizando viajes grupales a Dublín y a Lisboa.

¿Qué impulsa a las personas a elegir un viaje de este estilo? Milagros Berro, una profesional de la agencia de viajes Destinos a Medida, se lo atribuye en gran medida a la pandemia del Covid-19. Cambió la forma de viajar, sostiene. La gente ya no quiere hacer lo típico, sino que busca una experiencia original, única. A diferencia de lo creído comúnmente, en la actualidad se viaja más que antes, asegura, y frente al encierro aumentó el deseo de salir y valorar el afuera. El home-office ha sido un gran contribuyente también a la posibilidad del viajar, y el estilo de vida “nómade”. El grueso poblacional es diverso y de todas las edades, afirma, desde jóvenes hasta adultos mayores, aunque distingue que quienes eligen hacer una experiencia alternativa, como puede ser la literaria, son aquellos que ya han viajado y desean algo nuevo, por fuera de los recorridos típicos.

"Seamus Heaney hablaba del sense of place, un concepto donde paisaje y literatura se constituyen mutuamente, y la geografía está íntimamente relacionada con la forma de leer y ver el mundo"

La voz de Nathaniel Hawthorne nos dice: “La naturaleza humana no dará fruto, al igual que la papa, si se planta una y otra vez, durante demasiadas generaciones, en la misma tierra agotada”, recuerda Levallois. Rescata esta noción de los cambios, las migraciones, el empaparse de lo otro, como imprescindible y propio del ser humano. ¿Qué es tierra fértil? ¿Dónde se la puede encontrar? Son preguntas que atraviesan los viajes, pero también la literatura. Así lo afirma también María José Solano, lectora ávida y autora de diversos libros de viajes, Una aventura griega (2023), Jerez (2023), La mujer que besó a Virgilio (2024). Para Solano, no hay viajes sin libros. “Yo no concibo la literatura sin una realidad exterior, sin el viaje y, al contrario, yo siempre he dicho alguna vez por ahí que para mí viajar es leer en movimiento. Y es así: para mí el viaje perfecto es aquel que se produce con lecturas previas, con lecturas compradas durante el viaje y con lecturas después del viaje”. La literatura es constructora de una mirada particular, que vuelve a Solano una “viajera sentimental”. Los libros leídos a lo largo de la vida conforman una estructura visual particular, donde mundo real y literario fluctúan, se acercan, distancian, se besan y alejan —a lo Don Quijote, compara Solano entre risas—. El territorio se construye de manera personal y particular, afirma la autora. Y así también lo explica Levallois, “me parece que uno se va apropiando de eso que lee, hasta tal punto que lo hace suyo. Entonces eso ya es parte de mí, están dentro mío todas esas palabras, y creo que cuando conoces un lugar después de haberte apropiado de esa literatura, es como si llegaras a tu casa”. Por lo tanto, como afirma Solano, con el tiempo se constituye una biblioteca personal que funciona como una red, un tejido que a medida que se estrecha se vuelve espejo de uno mismo, y es esta mirada singular la que articula y alimenta al viaje. Proporciona ese diferencial, que hace que una geografía determinada explote en resonancias y significaciones a partir de lo leído.

El poeta irlandés Seamus Heaney hablaba del sense of place, un concepto donde paisaje y literatura se constituyen mutuamente, y la geografía está íntimamente relacionada con la forma de leer y ver el mundo. Los viajes literarios parecieran indagar en este sentido emocional y cultural arraigado al territorio, evocando a sus autores prominentes, buscando significación en sus palabras y lugares. Como afirma Jorge Luis Borges, nuestra existencia se conforma como un mosaico de todos los autores que hemos leído, toda la gente que hemos conocido, todas las ciudades que hemos visitado… Pareciera, entonces, que el viaje desde la literatura tiene la potencia de ponernos en contacto con pasados míticos y horizontes cargados de palabras e historias, con una noción de lo universal que nos atraviesa como seres humanos.

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