Ángel Crespo y Ángel Guinda en busca de la tensión lírica

La monografía la ha llevado a cabo Luis Gracia Gaspar, quien ha antepuesto a su concienzudo trabajo introductorio, cuya sola extensión ya resulta casi un libro en sí mismo, el tan expresivo título de “Las cartas ávidas de dos poetas”, en un guiño a la obra de Guinda de 1980 Vida ávida. Este joven investigador... Leer más La entrada Ángel Crespo y Ángel Guinda en busca de la tensión lírica aparece primero en Zenda.

Abr 21, 2025 - 07:33
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Ángel Crespo y Ángel Guinda en busca de la tensión lírica

Una nueva publicación ha venido a sumarse en 2024 a la bibliografía sobre el poeta, traductor, ensayista e investigador literario Ángel Crespo (1926-1995) a la vez que a la del poeta y editor aragonés Ángel Guinda (1948-2022), que también cultivó el ensayo y la traducción. Se trata del libro del subgénero epistolográfico Diálogo entre ángeles. Lo ha publicado la editorial madrileña Visor, lleva un prólogo de Luis Antonio de Villena titulado “Crespo-Guinda, correspondencia y correspondencias” y contiene distintas ilustraciones con imágenes de ambos escritores, y otras relativas a portadas de libros y a algunos de los documentos que aparecen y se comentan en el libro.

La monografía la ha llevado a cabo Luis Gracia Gaspar, quien ha antepuesto a su concienzudo trabajo introductorio, cuya sola extensión ya resulta casi un libro en sí mismo, el tan expresivo título de “Las cartas ávidas de dos poetas”, en un guiño a la obra de Guinda de 1980 Vida ávida. Este joven investigador universitario vinculado a la Complutense compila, con notas aclaratorias bien pertinentes, la entera comunicación escrita mantenida entre los dos autores, la cual comprende todos los egodocumentos, y se acercan al centenar, intercambiados durante un período que, con algunos lapsos de silencio desde fines de los setenta, abarca quince años. Fueron los comprendidos desde 1974 en que comenzaron a cartearse, hasta 1989, en que dejaron de hacerlo, en parte a causa de algunos trances críticos y complejos experimentados por Guinda y que desde 1982 les distanciarían epistolarmente.

"Diálogo entre ángeles supone un avance en el área investigadora centrada en los intercambios de cartas entre Ángel Crespo y otros escritores y filólogos"

Diálogos entre ángeles nos permite saber que con Ángel Crespo fue con quien Ángel Guinda, que se prodigó bastante en la comunicación epistolar, estableció más intercambios de esa índole, en los cuales participaron a veces sus respectivas compañeras, también implicadas en el medio literario, aunque de distinto modo. Pilar Gómez Bedate, la segunda esposa de Crespo, con estudios y ediciones filológicas, y asimismo con creaciones poéticas y narrativas. Piedad Ruiz Matellán, la primera de Guinda, como fundadora y editora de colecciones poéticas. Serían ella y Guinda quienes iban a editarle al ciudarrealeño en 1979, en la zaragozana colección Olifante, su incursión en el campo de la epistolografía. Me refiero a la edición crespiana con prólogo y notas de las cartas inéditas de Luis Cernuda al poeta portugués José Fontinhas, que firmaba su obra con el seudónimo de Eugénio de Andrade, y al que Crespo siempre consideró junto a Pessoa el mejor poeta lusitano contemporáneo. Tres años después le editarían también, bajo ese mismo sello, su conjunto El aire es de los dioses.

Diálogo entre ángeles supone un avance en el área investigadora centrada en los intercambios de cartas entre Ángel Crespo y otros escritores y filólogos, área en la cual se habían hecho aportaciones sobre la correspondencia de ese poeta de mediados del siglo veinte con el investigador italiano Oreste Macrí, y sobre todo con distintos poetas: de su misma leva literaria como José Agustín Goytisolo y José Ángel Valente; de promociones previas, como Juan Alcaide; y de posteriores, como es el caso de Pere Gimferrer, y ahora de Ángel Guinda.

"Les asemejó a ambos un interés que no era tan común, el de la práctica de la crítica de arte y de la traducción, en la cual se distinguió el manchego sobremanera dada su reconocida y galardonada competencia"

Señala Luis Gracia Gaspar en su estudio prologal varias de las similitudes advertidas entre el poeta manchego y el aragonés que pudieron facilitar su acercamiento, sus complicidades y su amistad, pese a los años de diferencia que les separaban, que eran más de veinte. Empieza destacando la mutua percepción que tuvieron de estar situados en una cierta marginalidad literaria como poetas, y ciertamente por causas bien diferentes, en el caso de Crespo atribuyéndolo a su lejanía de España al haberse trasladado a la universidad de Puerto Rico en Mayagüez en el año 1967, empezando en ese campus su carrera docente. Ese sentimiento de marginación fue mucho mejor llevado por Guinda, a quien nunca incomodó situarse en los márgenes, sino muy al contrario, pues para él siempre fue un señuelo irresistible la transgresión en términos personales, societarios y estéticos.

Bastante menos tolerable fue para Crespo, en cambio, esa convicción suya de relativo orillamiento, pues a pesar de haber publicado en 1971 en una editora de tanto alcance como Seix y Barral su primer libro de libros, En medio del camino, trató de compensar su creencia de no ser tenido demasiado en cuenta a base de hacerse culturalmente presente de continuo con afanosas traducciones, estudios y participación en variados eventos culturales y académicos. Inclusive llegó a aceptar, y en se punto pone un énfasis significativo Luis Antonio de Villena en el prólogo, cierto tipo de cofinanciación indirecta para que Guinda le editase su libro Claro: oscuro, aparecido en 1978, en la colección zaragozana Puyal. Esta contribución económica la aportó a fin de que su obra lírica del primer lustro de los setenta no continuase siendo desconocida para los lectores de poesía españoles desde la aparición del antedicho corpus de 1971. Y asimismo contribuyó posteriormente a los costes de edición de El aire es de los dioses.

"Otro espacio cultural en el que iban a coincidir fue el de su mutua implicación en el aprecio de hablas relegadas, por ejemplo la fabla aragonesa, un campo en el que Crespo fue un verdadero entusiasta"

Además del mutuo interés que tuvieron en estrechar lazos en virtud de que Guinda fue editor de Crespo, enriqueciendo su catálogo, y Crespo encontró a un editor fiable y bien dispuesto para editar sus propuestas, les asemejó a ambos un interés que no era tan común, el de la práctica de la crítica de arte y de la traducción, en la cual se distinguió el manchego sobremanera dada su reconocida y galardonada competencia y la relevancia de los autores y obras que vertió al español, entre ellos el Dante de la Comedia, a Petrarca y a Pessoa, a los que han de añadirse diferentes autores brasileños e italianos, así como el Cantar de Roldán.

Otro punto convergente entre ellos fue su respectivo interés en el ámbito editorial. Ese menester lo materializaron con proyectos distintos, pues Crespo se implicó en la fundación y creación de revistas mientras el aragonés iba a dedicarse a la puesta en marcha y dirección de una colección poética y de una publicación periódica. Crespo había creado en solitario la revista Deucalión en 1951 y en compañía de Gabino Alejandro Carriedo Poesía de España en 1960. Guinda creó en 1975 la editora Porvivir Independiente y en ella la referida colección Puyal, y en 1988 la revista Malvís. Otro espacio cultural en el que iban a coincidir fue el de su mutua implicación en el aprecio de hablas relegadas, por ejemplo la fabla aragonesa, un campo en el que Crespo fue un verdadero entusiasta, llegando a convertirse en un acreditado experto.

"Lo más apasionante para él era asumir el riesgo de tensar el lenguaje de manera parecida a cómo el arquero tensa la cuerda para lanzar la flecha desde el arco"

En las cartas cruzadas entre Crespo y Guinda, como era esperable, aparecen datos y situaciones que serán útiles para los respectivos biógrafos y estudiosos de sus obras literarias. En esas misivas leemos y nos enteramos de problemáticas y alteraciones íntimas de carácter afectivo, noticias sobre viajes, opiniones sobre encrucijadas españolas, avances de proyectos, vicisitudes relativas a publicaciones y a su proceso editorial, referencias sobre envíos mutuos, así como puntos de vista, ¿cómo no? sobre la poesía y su práctica. Acerca de este último aspecto me ha llamado la atención muy especialmente su diálogo epistolar en torno a una cuestión que a veces, en aras de glosas contenidistas, y simbolizaciones varias, se posterga en los comentarios de textos literarios: el rol de las plasmaciones de índole sintáctica.

El asunto lo planteaba Guinda a vueltas de la lectura de uno de los libros de Crespo en una carta fechada en Zaragoza a fines de enero de 1982. En esas cuartillas le dijo que lo más apasionante para él era asumir el riesgo de tensar el lenguaje de manera parecida a cómo el arquero tensa la cuerda para lanzar la flecha desde el arco. Añadía que lo importante en esa tensión radica en acertar en el pulso, en el acento, siendo en ese objetivo “la sintaxis la posibilidad mejor que tenemos aunque pocos se atreven a afrontarla. Tú lo haces en El aire es de los dioses como pocos y acaso como nunca —de bien, de lanzado— lo habías hecho…” (241). Sobre este punto Crespo le daba la razón en una carta desde Venecia fechada el 13 de febrero. Lo hizo agradeciéndole haber observado que “mi violentación de la sintaxis habitual es lo que tensa la cuerda de mi arco. No lo había pensado, pero sí sentido.” (244).      

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Autor: Luis Gracia Gaspar. Título: Diálogos entre ángeles: El epistolario inédito entre Ángel Crespo y Ángel Guinda (1974-1989). Editorial: Visor Libros. Venta: Todos tus libros.

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