Noga Shanee, activista: “Ayudamos a las madres y niños africanos que no llegarán a Europa como los inmigrantes jóvenes”
La ecóloga política israelí gestiona desde 2018 en Uganda proyectos de cuidados y enseñanza impartidos y recibidos por refugiados sudaneses, congoleños y de otras diez nacionalidades africanas a través de su asociación Aniye que, del 10 al 21 de febrero, expone 25 pinturas de su escuela-taller en SevillaRadiografía del aumento histórico de trabajadores extranjeros en España: “Frente a los bulos, el efecto es positivo” Noga Shanee (1976, Kfar Saba, Israel), cofundadora y directora de proyectos de la asociación Aniye y de la organización ecologista Reclaim Conservation, sintió desde niña que no encajaba. Ni en su país, ni con lo que el sistema esperaba de ella. Con 15 años dejó el instituto para examinarse por libre, con su mayoría de edad alegó problemas mentales hasta librarse del forzoso servicio militar israelí, con 20 vivió un año en Australia, a su vuelta empezó Biología en la Universidad Hebrea de Jerusalén pero acabó infiltrada en el Laboratorio de Vivisección, grabando de forma clandestina las crueldades infligidas a monos, denunciándolas, coordinada con ONGs ecologistas, a través del Canal 2 de la TV pública israelí, y logrando que los ejemplares supervivientes fueran trasladados al Refugio de Primates. Justo después, Shanee sintió la necesidad de descubrir la vida de los monos en libertad y viajó, sin saber español, a América Latina donde desde 2001 se implicó en proyectos de fauna silvestre en distintos países y, en 2007, montó en Perú, con el inglés con quien se casó, su propio centro de recuperación de animales en cautiverio para reinsertarlos a la libertad o semilibertad. Era el Neotropical Primate Conservation que gestionaron juntos diez años, lo que les valió el doctorado en Ecología Política de la Kent University (Inglaterra). Cuando en 2017 volvió a Israel, en un momento de inflexión vital, “tras divorciarme, buscándome a mí misma”, se implicó en el apoyo a los gazatíes y se rebeló contra la política israelí de enviar a los inmigrantes y solicitantes de asilo a países terceros como Uganda. Desde 2018 vive en Kampala, donde montó la asociación Aniye, que significa algo así como “Hemos llegado; ahora a ver qué” en zande, lengua propia de Sudán del Sur y zonas aledañas. “El nombre se lo dio el primer grupo con el que empecé a trabajar, como los refugiados deciden cuanto hacemos. Yo soy una mera facilitadora, igual que ahora traigo sus cuadros a Sevilla porque la burocracia y la política les impiden viajar a ellos”. ¿Cuál es su vínculo y el de Aniye con España? En Perú, al frente del Neotropical Primate Conservation, recibíamos voluntarios y así Cénix Callejo llegó del pueblo sevillano de Gerena. Nos hicimos amigos y tras su marcha seguimos en contacto. Para mi sorpresa, cuando supo que vivía en Uganda con los refugiados, y me dijo que quería ayudarme, en vez de enviarme plata registró Aniye Andalucía junto a otros activistas. En noviembre de 2023 vine a conocerlos y ahora he venido de nuevo con los lienzos que vamos a exponer y piezas de artesanía de nuestros artistas en Kampala. Tenemos muchos proyectos fruto de ideas africanas y de nuestros miembros en Gerena, Salteras, esta comarca y la actual presidenta de Aniye Andalucía, Mónica Collado. ¿Cómo es su exposición en Las Sirenas de Sevilla? ¿Cuál es su objetivo? Estamos felices de poder mostrar ahí, del 10 al 21 de febrero, 25 pinturas, algunas de nuestro profesor, el también refugiado Tobu Junior, y el resto de sus alumnas y alumnos, artistas muy talentosos de 6 a 20 años, junto al más veterano del taller, un señor de 77 años. ¿El propósito? Mostrar el enorme talento, el arte, de sus autores que merecen ser conocidos. Mi sueño es lograr traer a nuestros profesores-refugiados, para que enseñen a niños de aquí. Pero como la burocracia y la política lo impiden, traigo sus obras, sus voces y miradas. Inauguraremos la exposición este lunes 10, a las 19 horas, con una charla donde hablaremos Miguel Balbuena, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), y yo sobre la situación de las personas refugiadas en Uganda y España y presentaremos un fancine que hemos titulado Conservación, injusticia ambiental y personas refugiadas. ¿Por qué se trasladó a Uganda en 2018? Cuando volví a Israel en 2017 topé con el histórico colonialismo racista israelí contra los palestinos y con una nueva expresión del racismo y narcisismo del país: las políticas antiinmigración. Israel estaba decidido a botar a todos los solicitantes de asilo, sin tramitar sus peticiones. Capturaban a la gente por la calle y la llevaban a una cárcel a cielo abierto en el desierto de Néguev. Yo fui a visitarlos con otras activistas. Les hacían la vida imposible hasta que firmaban su “aceptación voluntaria” de ser devueltos a un país tercero. En principio Ruanda, aunque las autoridades ruandesas, en 24 horas, los dejaban en Uganda sin documentación ni n

La ecóloga política israelí gestiona desde 2018 en Uganda proyectos de cuidados y enseñanza impartidos y recibidos por refugiados sudaneses, congoleños y de otras diez nacionalidades africanas a través de su asociación Aniye que, del 10 al 21 de febrero, expone 25 pinturas de su escuela-taller en Sevilla
Radiografía del aumento histórico de trabajadores extranjeros en España: “Frente a los bulos, el efecto es positivo”
Noga Shanee (1976, Kfar Saba, Israel), cofundadora y directora de proyectos de la asociación Aniye y de la organización ecologista Reclaim Conservation, sintió desde niña que no encajaba. Ni en su país, ni con lo que el sistema esperaba de ella. Con 15 años dejó el instituto para examinarse por libre, con su mayoría de edad alegó problemas mentales hasta librarse del forzoso servicio militar israelí, con 20 vivió un año en Australia, a su vuelta empezó Biología en la Universidad Hebrea de Jerusalén pero acabó infiltrada en el Laboratorio de Vivisección, grabando de forma clandestina las crueldades infligidas a monos, denunciándolas, coordinada con ONGs ecologistas, a través del Canal 2 de la TV pública israelí, y logrando que los ejemplares supervivientes fueran trasladados al Refugio de Primates.
Justo después, Shanee sintió la necesidad de descubrir la vida de los monos en libertad y viajó, sin saber español, a América Latina donde desde 2001 se implicó en proyectos de fauna silvestre en distintos países y, en 2007, montó en Perú, con el inglés con quien se casó, su propio centro de recuperación de animales en cautiverio para reinsertarlos a la libertad o semilibertad. Era el Neotropical Primate Conservation que gestionaron juntos diez años, lo que les valió el doctorado en Ecología Política de la Kent University (Inglaterra).
Cuando en 2017 volvió a Israel, en un momento de inflexión vital, “tras divorciarme, buscándome a mí misma”, se implicó en el apoyo a los gazatíes y se rebeló contra la política israelí de enviar a los inmigrantes y solicitantes de asilo a países terceros como Uganda.
Desde 2018 vive en Kampala, donde montó la asociación Aniye, que significa algo así como “Hemos llegado; ahora a ver qué” en zande, lengua propia de Sudán del Sur y zonas aledañas. “El nombre se lo dio el primer grupo con el que empecé a trabajar, como los refugiados deciden cuanto hacemos. Yo soy una mera facilitadora, igual que ahora traigo sus cuadros a Sevilla porque la burocracia y la política les impiden viajar a ellos”.
¿Cuál es su vínculo y el de Aniye con España?
En Perú, al frente del Neotropical Primate Conservation, recibíamos voluntarios y así Cénix Callejo llegó del pueblo sevillano de Gerena. Nos hicimos amigos y tras su marcha seguimos en contacto. Para mi sorpresa, cuando supo que vivía en Uganda con los refugiados, y me dijo que quería ayudarme, en vez de enviarme plata registró Aniye Andalucía junto a otros activistas. En noviembre de 2023 vine a conocerlos y ahora he venido de nuevo con los lienzos que vamos a exponer y piezas de artesanía de nuestros artistas en Kampala. Tenemos muchos proyectos fruto de ideas africanas y de nuestros miembros en Gerena, Salteras, esta comarca y la actual presidenta de Aniye Andalucía, Mónica Collado.
¿Cómo es su exposición en Las Sirenas de Sevilla? ¿Cuál es su objetivo?
Estamos felices de poder mostrar ahí, del 10 al 21 de febrero, 25 pinturas, algunas de nuestro profesor, el también refugiado Tobu Junior, y el resto de sus alumnas y alumnos, artistas muy talentosos de 6 a 20 años, junto al más veterano del taller, un señor de 77 años. ¿El propósito? Mostrar el enorme talento, el arte, de sus autores que merecen ser conocidos. Mi sueño es lograr traer a nuestros profesores-refugiados, para que enseñen a niños de aquí. Pero como la burocracia y la política lo impiden, traigo sus obras, sus voces y miradas. Inauguraremos la exposición este lunes 10, a las 19 horas, con una charla donde hablaremos Miguel Balbuena, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), y yo sobre la situación de las personas refugiadas en Uganda y España y presentaremos un fancine que hemos titulado Conservación, injusticia ambiental y personas refugiadas.
¿Por qué se trasladó a Uganda en 2018?
Cuando volví a Israel en 2017 topé con el histórico colonialismo racista israelí contra los palestinos y con una nueva expresión del racismo y narcisismo del país: las políticas antiinmigración. Israel estaba decidido a botar a todos los solicitantes de asilo, sin tramitar sus peticiones. Capturaban a la gente por la calle y la llevaban a una cárcel a cielo abierto en el desierto de Néguev. Yo fui a visitarlos con otras activistas. Les hacían la vida imposible hasta que firmaban su “aceptación voluntaria” de ser devueltos a un país tercero. En principio Ruanda, aunque las autoridades ruandesas, en 24 horas, los dejaban en Uganda sin documentación ni nada.
Deportar inmigrantes a Ruanda ha sido un insistente proyecto de los gobiernos conservadores británicos estos años y es un modelo para la política migratoria de la UE, ¿cree que Ruanda cobraría por esos pactos, pero mandaría a los deportados a Uganda como hizo con los deportados por Israel?
Por supuesto. Es un temor fundado porque ya sabemos que lo han hecho.
¿Llegó a Kampala con un plan o cómo surgió Aniye?
Volé con mi mochila a Kenia, donde tenía amigos, y días después fui en bus a Kampala. Buscando dónde comprar una SIM para el móvil un chico se ofreció a ayudarme. Era un refugiado de Sudán del Sur, de la tribu zande, y una hora después él y yo ya planeábamos montar una asociación para enseñar entre refugiados con conocimientos y quienes necesitaban aprender. Ellos eligieron el nombre de Aniye, yo encontré a deportados por Israel cuyos contactos tenía y entre todos pusimos en marcha lo que en principio fue una escuela itinerante por barrios donde estaban repartidos, por nacionalidades, los distintos colectivos de refugiados.
¿Es aún esa la actividad de Aniye?
Lo fue entre 2018 y 2020. Era difícil de mantener porque se basaba en el voluntariado de los refugiados que hacían de profesores de inglés, o pintura o artesanía... Yo me encargaba de gestionar sus desplazamientos y darles los materiales. Ellos tenían poco tiempo para ejercer de voluntarios y mi cuenta acabó tan seca como el desierto. Volví a Israel, en principio por un mes que acabaron siendo siete por el bloqueo del coronavirus. Pero lo aproveché para trabajar en el Refugio de Primates, ahorrar dinero y conseguir aportaciones financieras para volver con más solvencia.
¿Qué hacen desde entonces?
A mi regreso, aún en tiempos del coronavirus, una de las refugiadas que solía ser profesora voluntaria, artista con un talento increíble, sufrió un intento de asesinato por su marido y, tras ir a la Policía, la escondí conmigo. Entre nosotras, y hablando con otras refugiadas y refugiados, decidimos crear el Safe Space for Vulnerable Refugees, un centro para los refugiados más vulnerables. Localizado en mi casa, de 40 metros y dos habitaciones.
¿Quiénes son sus usuarios?
Yo prefiero llamarles miembros. Todos los inmigrantes que piden asilo y refugio en Uganda son vulnerables porque mientras los que llegan a Europa son en su 70% jóvenes varones, en Uganda más del 80% son mujeres y niños. Nosotros trabajamos con esas madres, abuelas y niños chicos que jamás lograrán la proeza de sus primogénitos que, si no mueren en los desiertos o el mar, logran pisar tierra europea. Pero, del millón y medio de refugiados que hay en Uganda, nos centramos en los niños sin padres, en esas familias de acogida que siendo ellas mismas refugiadas y teniendo hijos propios se hacen cargo de hasta diez huérfanos, en las trabajadoras sexuales, en los enfermos de sida, en todos los discriminados…
¿Qué les ofrece su casa refugio?
Yo pongo a disposición el espacio, abierto de seis a ocho horas al día, pago mensualmente a los seis refugiados-profesores y compro el material para las clases que me dicen que necesitarán cada mes. Los maestros trabajan entre uno y tres a la vez con distintos grupos, formados por 20 personas al día, en total 150 que vienen con diversa frecuencia. Además de aprender, inglés, artes plásticas, artesanía o lo que demanden, saben que nos tienen a su disposición para comunicarnos y tramitar necesidades especiales: burocráticas, de salud, legales. No es que en Aniye tengamos profesionales de todas las áreas, sino una excelente red, entre ONGs, la administración e instituciones como las sanitarias, donde ya nos conocen y saben que si les derivamos un caso es porque es legítimo y requiere su intervención. A veces, simplemente uno de nuestros miembros viene a dormir un rato porque en casa se siente seguro.
En España y Europa se pone el foco en la llegada de inmigrantes africanos a nuestro continente, pero el mayor desplazamiento en África es interno. ¿Por qué Uganda se ha convertido en foco de gran migración?
Porque es uno de los países que ofrece mejores condiciones a los inmigrantes. En Uganda el proceso de un inmigrante o solicitante de asilo para tramitar su documentación y ver reconocidos sus derechos es rápido y sencillo. Y acabados los trámites, salvo los derechos políticos, los derechos de voto, su situación es prácticamente idéntica a la de un ugandés o ugandesa.
En comparación con Europa o Israel, Uganda trata de maravilla a los inmigrantes. Hay conciencia de navegar en el mismo barco. Un barco a medio hundir, es cierto, pero donde no se arroja por la borda a nadie
De los 195 países del mundo, por PIB, Uganda es el 91 (España, el 15) ¿No hay allí discriminación ni hostilidad hacia los inmigrantes por la población local?
Por supuesto hay casos de discriminación o ataques. Como en todas partes, si la situación económica empeora puede saltar la violencia entre los habitantes locales y hacia los inmigrantes. Pero, comparando cómo trata Europa a los inmigrantes, no digamos ya Israel que es lo peor de lo peor, Uganda se comporta magníficamente. Los inmigrantes allí viven en condiciones duras, precarias porque todos en el país lo hacen (de huertos de subsistencia, de la economía informal), pero no peor por ser inmigrantes. Hay conciencia de navegar todos en el mismo barco. Un barco a medio hundir, es cierto, pero donde no se arroja a nadie por la borda.
¿Quiénes migran a Uganda? ¿Y por qué?
La mayor cantidad procede de Sudán del Sur, seguidos de la República Democrática del Congo, Eritrea, Somalia, Ruanda, Burundi, hasta 20 países africanos. La mayoría llega huyendo de conflictos que están en marcha, muchos por el asesinato o la violación de un pariente de su núcleo familiar. No vienen para mejorar sus condiciones económicas, ni en busca de trabajo, sino para salvar sus vidas. Las comunidades africanas que yo conozco son muy generosas y en cuanto alguien tiene un poco más que familiares o amigos que lo necesitan les ayuda, se lo da. Existe una organización solidaria de gran familia o tribu. Pero al migrar, esta red desaparece y eso deja desamparado al migrante, sobre todo a mujeres y niños.
¿Quiere referir algún caso concreto?
Soy reticente, para evitar dar una imagen distorsionada de África. Porque nosotros trabajamos con refugiados muy vulnerables. La población general africana está bien, con habilidades sociales de las que los occidentales carecemos. Su problema más grave es que nosotros, Occidente, seguimos expoliándoles. Pero en Aniye asistimos casos extremos como los de un estudiante que hace años fue secuestrado en Kampala, usado como niño soldado en Congo y ahora sufre episodios de terror que solo calma un poco pintando mientras le buscamos tratamiento mental y neurológico.
No quiero dar una imagen falsa de África. Nosotros trabajamos con personas en situación de especial vulnerabilidad, pero la población general africana está bien, tiene habilidades sociales de las que los occidentales carecemos. Su problema más grave es que nosotros, Occidente, seguimos expoliándoles
Yoweri Museveni, presidente de Uganda, encarna un prototipo de gobernante africano en el poder durante casi 40 años, muy contestado por una oposición liderada por el cantante Bobi Wine y criticado a nivel internacional por su ley anti Lgtbiq+. ¿En qué medida la situación del país afecta a los inmigrantes?
Yo como alguien con una ONG en Uganda no puedo intervenir de una manera política. Lo que sí quiero decir es que, por una parte, como muestra el magnífico documental God loves Uganda (estrenado en Sundance 2013), el auge de la homofobia en el país está vinculado a la llegada de pastores evangélicos estadounidenses frustrados por su pérdida de relevancia en EEUU. Por otra parte, quiero alertar sobre cómo los inmigrantes, refugiados y vulnerables de Uganda, incluido el colectivo Lgtbi+, están sufriendo un recorte de la ayuda internacional debido a tres factores: primero por las necesidades económicas del coronavirus, después por el castigo de las agencias internacionales, los estados y ONGs a Uganda por la ley ugandesa contra el colectivo Lgtbi+ (Acnur ha llegado a despedir por eso al 60% de su plantilla) y ahora porque la invasión por Rusia de Ucrania y la masacre de Israel sobre Gaza copan todo el interés. Como denuncia Linda Polman en The Crisis Caravan, la ayuda internacional se mueve por modas. Resultado: la gente que sufre en Uganda está hoy más maltratada.
¿Siente conflicto por personificar de alguna forma el prototipo de “salvador blanco”? ¿A qué conclusión llega?
Reflexiono y escribo sobre esto a diario. Y para mí está muy relacionado con el auge, partiendo de EEUU, del debate sobre el apropiacionismo cultural. Si yo ahora me voy de África porque no tengo legitimidad para ayudar más que a gente de Israel, ¿quiénes salen perjudicados? En Aniye los inmigrantes y refugiados deciden qué hacemos. Yo no soy una gran ONG cuyos fondos se van en gran parte en grandes oficinas y coches 4x4, sino que todo lo que recaudo va a los vulnerables del refugio. Gente que llegó moribunda ahora trabaja y cobra como profesores. Puedo cometer errores, me esfuerzo en evitarlos, pero no me siento culpable del trabajo que hago. Pese a lo pequeño y autofinanciado de nuestro proyecto, Acnur y el Norwegian Council nos mandan a necesitados de ayuda que ellos no saben socorrer.
La respuesta internacional contra la ley anti Lgtbiq+ del gobierno ugandés ha consistido en retirar del país fondos de cooperación y ONGs y despedir al 60% de la plantilla de Acnur, con lo que se perjudica a los inmigrantes, refugiados y vulnerables, incluidos los Lgtbiq+
¿Dónde estaría la solución estructural al sufrimiento de los desplazados?
La solución es política e internacional. Lo más útil para que no aumente la migración africana a Europa es que Europa deje de expoliar y destruir África. Pero desde Occidente vamos en el camino contrario. Porque, por ejemplo, ahora cada vez apostamos más por obtener electricidad de placas solares o conducir Teslas eléctricos y eso nos hace sentirnos más verdes, más respetuosos con el medio ambiente. Obviando que, para la fabricación, se requieren materiales que se extraen de minas africanas o de Latinoamérica cuyo control genera violencia en el territorio. Igualmente, por cada dólar que damos en caridad sacamos cien expoliando.
¿Le afecta sentirse pequeña ante el panorama? ¿Por qué persevera?
No estoy desanimada porque la deriva mundial no me sorprende. No tengo mucha esperanza en la humanidad. Desde mis 15 o 20 años intuí lo que se nos venía. Pienso que vamos a extinguirnos en algún momento y creo que lo que veo ahora en África será en un futuro cercano visible en muchos otros países. Los últimos acontecimientos, con la masacre de Israel sobre Gaza pero también la crisis del propio Estado israelí y la victoria, decisiones y anuncios de Trump en EEUU parecen estar confirmando mi intuición. Avanzamos hacia el deterioro total.
¿Sin esperanza? ¿No hay movimientos esperanzadores en Uganda?
Existen muchas iniciativas, tanto de refugiados como de ugandeses. Conozco allí y amo a muchos activistas, pero ellos no van a salvar el mundo porque están batallando contra una situación cada vez más complicada para sus opciones por culpa de las presiones políticas y de la dificultad para financiarse. Los bancos ponen trabas tremendas a abrir cuentas e invertir en proyectos africanos si no eres una gran ONG.
En Israel sólo quedan zombis con los cerebros lavados. Yo me siento expulsada por ser de izquierdas, como mi abuela huyó del nazismo alemán a Israel. Por eso me identifico tanto con los refugiados en Uganda.
¿Qué siente como israelí que cuida de inmigrantes vulnerables frente al plan estadounidense de barrido étnico de los gazatíes de su tierra, Gaza? ¿Cómo se explica el entusiasmo no solo del gobierno ultraderechista de Netanyahu, sino entre un 70% y 80% de israelíes?
La gente de Israel está zombi, fuera de lo normal. Idiotizados y enloquecidos. Tras años de colonialismo sobre Palestina y de adiestramiento militar sufren una patología psiquiátrica general. Toda la izquierda del país hemos ido saliendo. Igual que mi abuela huyó de Alemania a Israel huyendo del nazismo, yo me siento expulsada de Israel. Por eso me identifico tanto con los refugiados en Uganda. Mis hermanos y amistades también han salido y mis padres no porque no van a empezar de cero a los 70 años. Sólo queda gente con el cerebro lavado. Quienes no quieren ver que lo del 7 de octubre de 2023 fue un gran teatro porque Israel financió a Hamás años, dejó crecer el monstruo del odio y no defendió a los israelíes de un ataque cuya dimensión quizá no imaginaba pero es imposible que ignorara.
¿Querría incidir en alguna cuestión o añadir algo?
Sí. Quiero subrayar la importancia de que la ONU, los estados y ONGs cambien su respuesta a la ley anti Lgtbiq+ de Uganda consistente en quitar oficinas de Acnur y otras entidades, recortar personal y fondos porque eso sólo perjudica a la gente que los necesita. Y animar a quienes quieran ayudar a través de Aniye a escribirnos a aniyeandalucia@gmail.com.