“¡Madre mía! Voy a ser tía”

La diversidad familiar y la autonomía de las mujeres ha modificado el rol de las tías a lo largo de los años. La entrada “¡Madre mía! Voy a ser tía” se publicó primero en lamarea.com.

May 18, 2025 - 11:56
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“¡Madre mía! Voy a ser tía”

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Cuarenta años separan la canción de Joan Manuel Serrat La tieta (la tía, en catalán) del neologismo PANK, correspondiente al inglés professional aunt no kids (tía profesional sin hijos). Cuatro décadas en las que la solterona del cantautor ha tomado las riendas de su vida, sin necesidad de hijos –y puede que de pareja e incluso de gatos– para sentirse llena.

«Me gusta ser otro referente para ellos, aparte de su padre y de su madre», manifiesta Noemí. Ella se estrenó como tía a los 24 años y ahora, pasados los 40, disfruta de los tres sobrinos «viéndolos crecer, cada uno a su manera». «He tenido la libertad de pasármelo bien con ellos, con menor responsabilidad, porque yo no soy su madre, aunque también los he cuidado y me ha gustado transmitirles ciertos valores», cuenta.

Desempeñar el papel de tío o tía suele ser un acto involuntario, que depende de la descendencia de hermanos/as o de cuñados/as. «Siempre recordaré la llamada de mi hermano esa noche, cuando mi cuñada estaba de parto y él me dijo: «¡Tío, que voy a ser padre!». «¡Y madre mía, yo voy a ser tío!», evoca Alberto. Entonces tenía 23 años: «Para mí siempre ha sido una responsabilidad tener a mis sobrinos». Ya tiene cuatro.

«El sistema de parentesco es muy cultural y depende de cada sociedad», advierte Montserrat Soronellas Masdéu, doctora en Antropología Social y profesora del departamento de Antropología, Filosofía y Trabajo Social de la Universitat Rovira i Virgili. «Es una construcción simbólica que implica una jerarquía y unas emociones. A medida que las familias se modernizan, que la sociedad se basa en los salarios y no depende de una herencia, las relaciones familiares son más libres», expone.

Los discursos en la última gala de los premios Goya fue un ejemplo de cómo la figura de tío y de tía ha ido cambiando con los años. «Sea a lo que sea que dediquéis la maravillosa vida que os queda por delante, procurad hacerlo todo con amor, honestidad e intención, y recordad que el camino es la verdadera recompensa», lanzó un emocionado Javier Alvariño, galardonado con el premio a la mejor dirección de arte por La virgen roja, a sus dos sobrinas: Martina y Violeta.

«¡Madre mía! Voy a ser tía»
Javier Alvariño dedicó su Goya por La virgen roja a sus sobrinas Martina y Violeta. JON NAZCA / REUTERS

«Es una figura que despierta admiración y confianza, con una mirada más joven respecto de los abuelos», indica Teresa Moratalla, terapeuta familiar y secretaria de la junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya. «Con los hijos de mis hermanos tengo un rol más lúdico, porque vivimos en países diferentes», revela Christopher, británico afincado en Barcelona. «Aunque mi pareja y yo a veces también hemos sido una válvula de escape para ellos: cuando una sobrina era adolescente, nuestro papel también fue el de adultos con los que ella podía hablar sin sentirse juzgada. Y sigue siendo un poco así».

Confianza y complicidad

En las sociedades modernas y complejas, con familias diversas y el trabajo como eje vital, la falta de horarios que faciliten la conciliación familiar también ha abierto la puerta a que tíos y tías se impliquen más con sus sobrinos y sobrinas. «Son un elemento de apoyo, como los abuelos, pero sin que la relación con los niños se queme porque puede ser más esporádica», explica Marta Rico, profesora asociada del departamento de Antropología Social de la Universitat de Barcelona.

Y en un país como España, en el que al 58,9% de los encuestados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sin hijos les hubiese gustado tenerlos, y con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo (el número medio de hijos por mujer es de 1,12), es razonable concluir que «uno tira de los sobrinos», como recientemente señaló el periodista Bob Pop al resaltar los citados agradecimientos de los Goya.

De tías a consumidoras

No solo el entorno y las circunstancias han modificado el papel que relaciona a tíos y sobrinos. En el caso de ellas, la independencia económica y la reivindicación de ser sin necesidad de engendrar ha facilitado el camino que media entre la solterona y la PANK. Este acrónimo, acuñado por primera vez en 2008 para denominar a las mujeres trabajadoras autosuficientes y sin hijos que se involucran en la crianza de sus sobrinos/as, ha hecho fortuna. Su creadora, la norteamericana especialista en marketing Melanie Notkin, lanzó poco después la web SavvyAuntie.com, el espacio online con recursos para tías que –dice– echó en falta al nacer su primer sobrino. En Internet abunda la información y medios para madres, pero no para tías. «Tras entrevistar a docenas de tías, Melanie comprendió que con un amor auténtico por los niños y unos ingresos discrecionales, estas tías modernas tenían el potencial de convertirse en tías expertas y poner su tiempo y su dinero donde está su corazón», se puede leer en Savvy Auntie®.

Alrededor de esta marca, que es una celebración de la tía moderna y el sello «de estilo de vida para tías, tías abuelas, madrinas y todas las mujeres que aman a los niños», se ha desarrollado una comunidad que, en Facebook, suma 92.000 seguidores. Notkin instauró en 2009 el Día de la Tía (cada cuarto domingo de julio) y las PANK se han convertido en un segmento comercial muy atractivo.

«La figura de la tía ha cambiado, ha perdido el rol ligado a los cuidados y prácticamente se ha equiparado al papel de los tíos, gracias a la igualdad de género y a la autonomía de las mujeres», certifica la psicóloga Moratalla. Sí pero no, considera la antropóloga Rico: «Aún existe cierta estigmatización hacia las mujeres que no tienen hijos. Y el vínculo familiar es distinto entre tía y tío, así como entre familias», apunta. «Las mujeres, porque suelen gestionar los cuidados de los niños, aún tienden a buscar este apoyo a través de su familia». De este modo, los parientes por vía materna acostumbran a tener mayor presencia que los del padre.

¿Estereotipos?

«Una tía continúa siendo cuidadora porque es mujer, mientras que un tío, por ser un hombre, no tanto», coincide la también antropóloga Soronellas Masdéu. «No he tenido hijos, pero creo que las mujeres somos maternales, cuidadoras, de muchas formas», estima Salomé, traductora y tía de cuatro, por vía de su pareja. «Desde el momento en que fui tía, tuve, tuvimos con mi marido, la sensación de que teníamos una responsabilidad muy seria y los queremos muchísimo. Ambos tenemos un papel lúdico y educativo con nuestros sobrinos, aunque es verdad que de algunos aspectos más cotidianos, como elegir el tejido de una prenda, me encargo yo», reconoce.

La designación de tío/a se ha extendido a personas importantes para los padres o para los mismos sobrinos, de ahí que existan tíos y tías sin lazos familiares, sino por amistad o por convivencia. El profesor titular de Antropología de la Universitat de Barcelona Ferran Estrada i Bonell cree que la diversidad familiar, la pluralidad de relaciones y contextos, así como la clase social, el origen, la edad, si se vive en un ámbito urbano o rural, la distancia física o el trabajo impiden establecer un único retrato de tías y tíos sin caer en estereotipos.

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