Los zapatos de Amos Steinberg, hallados en Auschwitz, que conservan una nota que cuenta su historia antes de morir

Testimonio del horror - El nombre del niño estaba escrito con letra clara sobre la plantilla del zapato, y todo indica que fue su madre quien dejó ese mensajeLas adicciones del Führer: así se convirtió el médico personal de Adolf Hitler en su camello de confianza Nadie se pone a escribir un nombre en un zapato con prisas. Hay que tener un lápiz, algo de espacio y sobre todo un motivo. Y si ese motivo está en Auschwitz, cada trazo cuenta algo que no se pudo decir de otra forma. Porque entre miles de pares acumulados tras una masacre, uno de ellos guardaba algo más que la talla y el desgaste. El hallazgo no se hizo en mitad de una excavación, ni fue necesario remover tierra: estaba ahí, desde hacía décadas, esperando que alguien leyera lo que se había dejado escrito. Un nombre infantil escrito en un zapato reconstruye el destino de una familia en Auschwitz La inscripción apareció justo donde menos se esperaba: en la plantilla desgastada de un zapato infantil, cuidadosamente conservado en el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau. El hallazgo se produjo mientras el equipo del Memorial analizaba algunas piezas pertenecientes a menores asesinados en el campo. Era una letra infantil, clara, con nombre, apellidos y un número de registro: Ba 541. Esa zapatilla, en concreto, perteneció a Amos Steinberg, un niño de seis años deportado desde Praga junto a sus padres. Los tres habían sido recluidos en el gueto de Theresienstadt en agosto de 1942. Dos años después, en octubre de 1944, los documentos indican que madre e hijo fueron enviados en el mismo transporte a Auschwitz. El padre, cuando ellos llegaron, ya estaba allí. Solo el padre sobrevivió a la barbarie de los nazis Desde el equipo del museo, la conservadora Hanna Kubik explicó en 2020 que, a partir de los archivos disponibles, “es probable que ambos fueran asesinados en la cámara de gas tras la selección”. La hipótesis que manejan desde el centro es que fue la madre quien dejó constancia del nombre del pequeño antes del traslado. Posteriormente se descubrió una pieza más en la investigación de la familia Steinberg: una maleta que, con alta probabilidad - había dos personas con el mismo nombre en Auschwitz -, perteneció a Ludwik Steinberg, el patriarca de la familia. El nombre de Ludwik estaba visible en la maleta, aunque el número 541 encontrado en ella, difícil de ver a simple vista, fue identificado mediante fotografías infrarrojas. Este número coincidía con el registro de Amos en el transporte hacia el gueto de Theresienstadt. La maleta había sido utilizada por dos personas diferentes, una en el gueto y la otra en Auschwitz, lo que era habitual en los traslados de prisioneros. La maleta de la familia Steinberg El padre, por su parte, fue deportado por separado. De acuerdo con los registros, fue enviado a Dachau desde Auschwitz unos días después, el 10 de octubre.

May 2, 2025 - 12:18
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Los zapatos de Amos Steinberg, hallados en Auschwitz, que conservan una nota que cuenta su historia antes de morir

Los zapatos de Amos Steinberg, hallados en Auschwitz, que conservan una nota que cuenta su historia antes de morir

Testimonio del horror - El nombre del niño estaba escrito con letra clara sobre la plantilla del zapato, y todo indica que fue su madre quien dejó ese mensaje

Las adicciones del Führer: así se convirtió el médico personal de Adolf Hitler en su camello de confianza

Nadie se pone a escribir un nombre en un zapato con prisas. Hay que tener un lápiz, algo de espacio y sobre todo un motivo. Y si ese motivo está en Auschwitz, cada trazo cuenta algo que no se pudo decir de otra forma. Porque entre miles de pares acumulados tras una masacre, uno de ellos guardaba algo más que la talla y el desgaste.

El hallazgo no se hizo en mitad de una excavación, ni fue necesario remover tierra: estaba ahí, desde hacía décadas, esperando que alguien leyera lo que se había dejado escrito.

Un nombre infantil escrito en un zapato reconstruye el destino de una familia en Auschwitz

La inscripción apareció justo donde menos se esperaba: en la plantilla desgastada de un zapato infantil, cuidadosamente conservado en el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau. El hallazgo se produjo mientras el equipo del Memorial analizaba algunas piezas pertenecientes a menores asesinados en el campo.

Era una letra infantil, clara, con nombre, apellidos y un número de registro: Ba 541. Esa zapatilla, en concreto, perteneció a Amos Steinberg, un niño de seis años deportado desde Praga junto a sus padres.

Los tres habían sido recluidos en el gueto de Theresienstadt en agosto de 1942. Dos años después, en octubre de 1944, los documentos indican que madre e hijo fueron enviados en el mismo transporte a Auschwitz. El padre, cuando ellos llegaron, ya estaba allí.

Solo el padre sobrevivió a la barbarie de los nazis

Desde el equipo del museo, la conservadora Hanna Kubik explicó en 2020 que, a partir de los archivos disponibles, “es probable que ambos fueran asesinados en la cámara de gas tras la selección”. La hipótesis que manejan desde el centro es que fue la madre quien dejó constancia del nombre del pequeño antes del traslado.

Posteriormente se descubrió una pieza más en la investigación de la familia Steinberg: una maleta que, con alta probabilidad - había dos personas con el mismo nombre en Auschwitz -, perteneció a Ludwik Steinberg, el patriarca de la familia. El nombre de Ludwik estaba visible en la maleta, aunque el número 541 encontrado en ella, difícil de ver a simple vista, fue identificado mediante fotografías infrarrojas.

Este número coincidía con el registro de Amos en el transporte hacia el gueto de Theresienstadt. La maleta había sido utilizada por dos personas diferentes, una en el gueto y la otra en Auschwitz, lo que era habitual en los traslados de prisioneros.

La maleta de la familia Steinberg

El padre, por su parte, fue deportado por separado. De acuerdo con los registros, fue enviado a Dachau desde Auschwitz unos días después, el 10 de octubre. Sobrevivió. Fue liberado más tarde en el subcampo de Kaufering, dependiente del complejo alemán. De toda la familia, solo él logró ver el final de la guerra. Se marchó a Israel y rehizo su vida con Chana Shinan. Murió en 1985, mientras que su mujer lo hizo en 2014 dejando seis 6 nietos y 14 bisnietos.

Cada hallazgo arqueológico aporta una pieza más al mapa del exterminio

No fueron las únicas piezas recuperadas con elementos identificativos. Durante otra revisión, el equipo del museo halló documentos escritos en húngaro dentro de otro zapato. Aunque no es raro encontrar restos de papel usados como plantillas, esta vez los textos incluían nombres, fechas y anotaciones manuscritas que han aguantado el paso de los años en condiciones bastante aceptables. Los expertos creen que los papeles pertenecieron a personas residentes en Budapest y en Munkács, una ciudad que hoy forma parte de Ucrania.

Entre los restos aparecían un folleto incompleto, un documento oficial y un recorte con un nombre. Según la información facilitada por Kubik, “aparecen los apellidos Ackermann, Brávermann y Beinhorn”. Todo apunta a que esas personas fueron deportadas durante las operaciones de exterminio que se intensificaron en la primavera y verano de 1944 contra la comunidad judía húngara.

Entre los restos escritos aparecieron referencias a Budapest y Munkács, lo que vincula los documentos con las deportaciones masivas de judíos húngaros

Paralelamente, otro grupo de investigadores, esta vez dentro de un proyecto impulsado por Austria, halló diversos objetos ocultos tras una chimenea del Bloque 17, en el antiguo campo principal. Se trataba de elementos escondidos por prisioneros que intentaban proteger sus pertenencias o dejar constancia de su paso por aquel lugar.

Este tipo de hallazgos no son aislados. En el bosque de Arnsberg, en Alemania, salieron a la luz cientos de piezas relacionadas con la masacre de 208 trabajadores forzados polacos y rusos, asesinados por las SS y el ejército alemán en marzo de 1945. Fue una de las últimas matanzas antes del final de la guerra en Europa.

También en 2017, un equipo de arqueólogos encontró dos baños rituales en los restos de la Gran Sinagoga de Vilna, en Lituania. El edificio había sido destruido durante el Holocausto, y no quedaba casi nada más en pie.

Cada fragmento que sobrevive devuelve una parte mínima de lo que se perdió. A veces es un zapato, otras una hoja arrugada o un nombre mal escrito. No hace falta más. Basta con eso para recuperar la historia que alguien intentó borrar.

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