Leer es comprender
En la casa que necesito para vivir solo quiero una puerta pero, muchas, muchas ventanas. Para irme y llegar de cualquier sitio con una puerta basta, pero… ¿cómo estar pendiente de la lluvia, de lo que puede el viento, del dibujo de luz que, a su capricho, trazan los relámpagos, del pájaro que llega y […] El artículo Leer es comprender se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.

En la casa que necesito para vivir
solo quiero una puerta
pero, muchas, muchas ventanas.
Para irme y llegar de cualquier sitio
con una puerta basta,
pero… ¿cómo
estar pendiente de la lluvia,
de lo que puede el viento,
del dibujo de luz que, a su capricho,
trazan
los relámpagos,
del pájaro que llega y se detiene
con mensajes-turquesas en sus alas?
Necesita mi casa
muchas,
muchas ventanas.Georgina Herrera (1936-2021), Muchas, muchas ventanas
Hoy, como cada 23 de abril desde 1988, se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Se conmemora el fallecimiento, el mismo año, de tres conocidos escritores: Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616, en realidad es su entierro), William Shakespeare (1564-1616, y probablemente también su nacimiento, pero según el calendario juliano) e Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616).
Leer es comprender
El lema de 2025 se inspira en una frase del escritor Álvaro Pombo (1939):
Leer es comprender. El acto de leer es entendimiento. Leer y comprender es vivir,
una certera reflexión con la que no puedo estar más de acuerdo.
El poema que abre este escrito es de la poeta cubana Georgina Herrera (1936-2021), nacida precisamente un 23 de abril. Entre las muchas ventanas de las que habla la autora, añadiría las que proporcionan los libros.
Como se intuye en el cartel oficial de este día, los libros son una ventana hacia otros mundos, que pueden “abrirse” por puro entretenimiento o como un proceso de aprendizaje. Por ejemplo, para poder demostrar un teorema matemático hay que leer con atención, porque “leer es comprender”, leer organiza el pensamiento. Sin una lectura sosegada y reflexiva no puede comprenderse ningún razonamiento matemático.
El acto de leer es entendimiento
La manera en la que se crea una novela o una teoría matemática se parecen; al menos así lo afirmaba el filósofo Émile Boutroux (1845-1921):
Creo que en su espíritu [el de un matemático] se desarrolla un drama análogo al que se produce comúnmente en el espíritu del novelista. Éste empieza imaginando a sus personajes, y tiene la impresión de que los crea según su fantasía. Luego se propone hacerlos hablar y actuar según el carácter que les ha impuesto. Pero he aquí que en el transcurso del relato los personajes se despegan del espíritu del novelista, se ponen a hablar y a actuar a su manera y, en determinado momento, resisten abiertamente a su intérprete y declaran que no dirán aquella palabra que éste pretende hacerles decir. Nacidos, aparentemente, del capricho del autor, son, en realidad, seres que existen por sí mismos y para sí mismos.
Del mismo modo, las esencias matemáticas, que parecen depender de nuestra imaginación, serán, para el matemático que no las mira desde fuera, sino que sigue el detalle de su crecimiento, seres verdaderos que observa mucho más que los fabrica y que compara al objeto de estudio del naturalista antes que a las invenciones arbitrarias del jugador. Henri Poincaré, preguntado sobre su método de trabajo, respondió que le guiaba su tema y no podía dirigir él mismo su marcha.
Émile Boutroux, “Allocution au Congrès International de Philosophie Mathématique”, Revue de Métaphysique et de Morale, 22 (5) (1914) pág. 575.
Henri Poincaré (1854-1912) escribía esas matemáticas que, según él, “crecían” como un ser vivo. Nos quedan sus escritos para leer y entender.
Leer y comprender es vivir
Comparto, para celebrar este día, el corto de animación D, en el que conviven la geometría, el suspense, la venganza… y muchos libros. Escrito, dirigido y editado por el artista multidisciplinar Rafael Velasquez, el autor resume el corto del siguiente modo:
En una oscura y antigua biblioteca, un libro de geometría permanece abierto sobre una gran mesa. En una de sus páginas hay un ejercicio que consiste en cuatro puntos geométricos, a, b, c y d, que deben ser unidos por una línea de tinta. Sobre esa misma mesa, una pluma fuente duerme y ronca hasta que un trueno la despierta.
Una vez despierta, la pluma bebe toda su tinta, salta sobre el libro y cae justo sobre la letra «a», cubriéndola en una gran mancha de tinta. Luego, como se espera, se dirige a «b», a «c», pero cuando intenta su último trazo, «d» se mueve despavorido. La pluma intenta de nuevo, pero «d» la esquiva, y así comienza una persecución sin tregua: «d» corre por su vida.
A través de párrafos, saltando sobre vocales y cayendo por pasadizos hechos de palabras, «d» se las ingenia para escapar de su perseguidor, pero sólo por poco tiempo. En la esquina del libro, «d» se encuentra acorralado y no puede evitar ser envuelto en una gran mancha de tinta.
Sin embargo, esa mancha se convierte en una gota que cae sobre otro libro que posa justo debajo de ellos, cubriendo la letra «D» de su título: Moby Dick. En ese momento la historia cambia, cuando «D» revive convertido en un gran monstruo de tinta con sólo un pensamiento en su cabeza: venganza.
¡Feliz día del libro!
Sobre la autora: Marta Macho Stadler es profesora de Topología en el Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU, y editora de Mujeres con Ciencia
El artículo Leer es comprender se ha escrito en Cuaderno de Cultura Científica.