La unidad en la izquierda, el daño colateral de las balas de Marlaska

Moncloa zanjó el jueves la "crisis" del contrato de los 15 millones de balas licitado por Fernando Grande-Marlaska. Pedro Sánchez tomó las riendas del asunto y ordenó su rescisión unilateral, cauterizando así las heridas abiertas en el seno de la coalición. Trance solventado con relativo éxito, aunque todavía revolotean ciertas sombras sobre el complejo presidencial. Pero el fuego cruzado entre los socios ha mandado a cuidados intensivos a la unidad de una izquierda ya de por sí maltrecha. Si los continuos golpes en el pecho de Podemos no complicaran lo suficiente el rompecabezas a la izquierda del Partido Socialista, la distorsión del mensaje en el corazón de Sumar eleva aún más la tensión entre quien se asumía como pegamento de ese potencial frente progresista de cara a las futuras elecciones generales y el resto del bloque magenta. Las escasas 24 horas que duró la crisis en Moncloa no impidieron que los problemas se ramificaran. Al margen de lo tocada que queda la figura del ministro del Interior, favorable a cumplir con el contrato y eludir la potencial sanción, el mal ambiente intoxicó a la estructura de Sumar. La estrategia para afrontar la "crisis" generó una brecha entre Izquierda Unida y el aparato magenta. Fue un peso pesado de Izquierda Unida en el Grupo Parlamentario Plurinacional como Enrique Santiago el que sembró la discordia al amenazar con romper la coalición con el PSOE. Aquello encendió las alarmas, máxime cuando el mensaje preponderante entre los ministros de Sumar era de cierto sosiego y con el foco puesto sobre Marlaska. De hecho, insistieron en que las relaciones con los socialistas gozan "de buena salud". Argumentario que los de Antonio Maíllo no siguieron en un primer momento. Y es que antes de la rectificación del Ejecutivo, la propia Izquierda Unida fue pinchando el globo de la ruptura. Airearon la vía de la salida de Sira Rego del Consejo de Ministros – única representante de IU en Moncloa -, para después enmendar a la totalidad su estrategia y redirigir los ataques hacia el PSOE y, por supuesto, al ministro del Interior. Sobre la mesa, pusieron dos opciones: o se rescinde el contrato con la empresa hebrea o Sánchez servía la cabeza de uno de sus hombres fuertes como lo es Grande-Marlaska. El presidente optó por la menos dolorosa - al menos políticamente - que no era sino la de romper el vínculo con Israel y asumir las potenciales consecuencias económicas a modo de sanción. Tensión no resuelta Sánchez desplegó el cortafuegos, pero su solución no ha apagado la llama entre sus socios. Sobre todo por el lado de Izquierda Unida. La formación que dirige Antonio Maíllo, integrada en la coalición plurinacional, reaccionó con un comunicado en el que se apuntaban el tanto de haberle retorcido el brazo al Gobierno. "Nuestra actitud para impedir esta tropelía ha sido fundamental", defendió el coordinador federal de la formación en sus redes sociales, advirtiendo de que velarán por el cumplimiento de los acuerdos con el PSOE. La bola de...

Abr 25, 2025 - 21:11
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La unidad en la izquierda, el daño colateral de las balas de Marlaska
Moncloa zanjó el jueves la "crisis" del contrato de los 15 millones de balas licitado por Fernando Grande-Marlaska. Pedro Sánchez tomó las riendas del asunto y ordenó su rescisión unilateral, cauterizando así las heridas abiertas en el seno de la coalición. Trance solventado con relativo éxito, aunque todavía revolotean ciertas sombras sobre el complejo presidencial. Pero el fuego cruzado entre los socios ha mandado a cuidados intensivos a la unidad de una izquierda ya de por sí maltrecha. Si los continuos golpes en el pecho de Podemos no complicaran lo suficiente el rompecabezas a la izquierda del Partido Socialista, la distorsión del mensaje en el corazón de Sumar eleva aún más la tensión entre quien se asumía como pegamento de ese potencial frente progresista de cara a las futuras elecciones generales y el resto del bloque magenta. Las escasas 24 horas que duró la crisis en Moncloa no impidieron que los problemas se ramificaran. Al margen de lo tocada que queda la figura del ministro del Interior, favorable a cumplir con el contrato y eludir la potencial sanción, el mal ambiente intoxicó a la estructura de Sumar. La estrategia para afrontar la "crisis" generó una brecha entre Izquierda Unida y el aparato magenta. Fue un peso pesado de Izquierda Unida en el Grupo Parlamentario Plurinacional como Enrique Santiago el que sembró la discordia al amenazar con romper la coalición con el PSOE. Aquello encendió las alarmas, máxime cuando el mensaje preponderante entre los ministros de Sumar era de cierto sosiego y con el foco puesto sobre Marlaska. De hecho, insistieron en que las relaciones con los socialistas gozan "de buena salud". Argumentario que los de Antonio Maíllo no siguieron en un primer momento. Y es que antes de la rectificación del Ejecutivo, la propia Izquierda Unida fue pinchando el globo de la ruptura. Airearon la vía de la salida de Sira Rego del Consejo de Ministros – única representante de IU en Moncloa -, para después enmendar a la totalidad su estrategia y redirigir los ataques hacia el PSOE y, por supuesto, al ministro del Interior. Sobre la mesa, pusieron dos opciones: o se rescinde el contrato con la empresa hebrea o Sánchez servía la cabeza de uno de sus hombres fuertes como lo es Grande-Marlaska. El presidente optó por la menos dolorosa - al menos políticamente - que no era sino la de romper el vínculo con Israel y asumir las potenciales consecuencias económicas a modo de sanción. Tensión no resuelta Sánchez desplegó el cortafuegos, pero su solución no ha apagado la llama entre sus socios. Sobre todo por el lado de Izquierda Unida. La formación que dirige Antonio Maíllo, integrada en la coalición plurinacional, reaccionó con un comunicado en el que se apuntaban el tanto de haberle retorcido el brazo al Gobierno. "Nuestra actitud para impedir esta tropelía ha sido fundamental", defendió el coordinador federal de la formación en sus redes sociales, advirtiendo de que velarán por el cumplimiento de los acuerdos con el PSOE. La bola de...