La misteriosa razón por la que los Papas cambian sus nombres al ser elegidos
Cada que se anuncia un nuevo Papa, el mundo entero se pone de pie para escuchar su nombre, pero lo curioso es que, aunque ese cardenal ya tenía un nombre propio, en cuanto es elegido como nuevo líder de la Iglesia Católica… lo cambia. ¿Por qué? ¿Acaso es una tradición tipo Hogwarts o más bien […]

Cada que se anuncia un nuevo Papa, el mundo entero se pone de pie para escuchar su nombre, pero lo curioso es que, aunque ese cardenal ya tenía un nombre propio, en cuanto es elegido como nuevo líder de la Iglesia Católica… lo cambia. ¿Por qué?
¿Acaso es una tradición tipo Hogwarts o más bien algo simbólico? Spoiler: tiene mucho que ver con historia, humildad, espiritualidad… y también un poquito con alguna especie de branding celestial.
Después de que Roberto Francisco Prevost fue elegido como Papa, decidió cambiar su nombre a León XIV, pero esto no es para nada extraño, de hecho es una tradición que lleva siglos y es mucho más profunda de lo que parece.
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La misteriosa razón por la que los Papas cambian sus nombres al ser elegidos
El primero que se cambió el nombre fue Juan XII, en el año 955, él se llamaba Octaviano, pero decidió adoptar un nombre más “papal”. Desde entonces, todos los que llegan al trono de San Pedro eligen un nuevo nombre que representa algo importante para ellos: un valor, un ideal, un homenaje o un mensaje para el mundo.
Es como si eligieran un nuevo nombre que represente el tipo de liderazgo que se llevara durante el tiempo que estén al frente de la iglesia católica.
¿Por qué cambiar el nombre?
La razón más fuerte es el sentido de su misión, en la Biblia, muchas personas cambian su nombre cuando reciben un llamado divino. Por ejemplo, Simón se convirtió en Pedro cuando Jesús lo eligió como piedra de la Iglesia, lo mismo pasó con Saulo, que se transformó en Pablo.
Entonces, cuando un nuevo Papa toma las riendas, el cambio de nombre simboliza que deja atrás su vida personal para convertirse en el pastor de más de mil millones de católicos en el mundo.
Cada nombre tiene un mensaje, No es como que eligen el nombre al azar, cada uno se toma el tiempo necesario para pensarlo y escoger el nombre con el que quieren ser recordados.Por ejemplo:
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Juan Pablo I y Juan Pablo II eligieron ese combo para honrar a sus dos predecesores, mostrando un espíritu de continuidad.
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Benedicto XVI tomó su nombre de Benito de Nursia, fundador del monacato occidental, para reflejar valores de oración y contemplación.
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Francisco, el primer papa latinoamericano, se inspiró en San Francisco de Asís, símbolo de humildad, pobreza y amor por la naturaleza.
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Y ahora Leon XIV, el nuevo papa, revive un nombre que no se usaba desde hace más de 120 años, probablemente para proyectar fuerza espiritual y un nuevo capítulo en la Iglesia moderna.
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El cambio del nombre no es obligatorio, en teoría, un papa podría quedarse con su nombre de pila, pero sería súper raro, porque ya todos lo hacen desde hace más de mil años. Además, mantener el nombre original podría interpretarse como que no hay una transformación real, ni una nueva misión que emprender. Así que sí, cambiar el nombre es casi una “regla no escrita” del Vaticano.
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