La crisis de la vivienda desmantela la hostelería y los servicios básicos en Balears
Los bares y restaurantes sufren la falta de personal en sus plantillas, que cada vez están "menos formadas", a pesar de que la remuneración no es baja. La construcción renuncia a trabajos y el sector de la limpieza lamenta los sueldos "ridículos"Más de mil euros por una habitación: el alquiler para trabajadores de temporada alcanza precios abusivos en Ibiza El drama provocado por los inasumibles precios de la vivienda en Balears causa estragos una temporada más dejando plantillas a medio cubrir y a los empresarios con dos decisiones: disminuir horas o días de servicio o sobredimensionar el número de empleados ahora, en mayo, para no verse 'tirados' en pleno julio y agosto. El sector de la restauración, el más marcado por la temporalidad, es el que sufre mayormente, desde hace años, las consecuencias de la crisis habitacional. “Es una tendencia que empezó a partir de 2017/2018, en el COVID se paró por motivos de sobra conocidos, y luego se ha ido haciendo cada vez más evidente”, comunica Miquel Tur, representante de bares y restaurantes de Eivissa en la Federació de la Petita i la Mitjana Empresa d’Eivissa i Formentera (PIMEEF). A este resabido problema se le suma otra complicación: el reto demográfico que supone reemplazar a todos los trabajadores de la generación del baby boom que a lo largo de estos años están saliendo del mercado laboral. Un hecho que no solo se limita al archipiélago, sino que se extiende a nivel nacional y europeo. Estas dos líneas, la de la carestía de la vivienda –continuamente in crescendo– y la de la demanda laboral –en declive–, toman un camino cada vez más divergente. “El problema es crónico, pero no nuevo, viene de mucho atrás”, remarca Tur. Las empresas más afectadas son las que tienen el factor de temporalidad muy marcado porque el salario –y lo que pueda quedar de él en el bolsillo– tiene más peso que en los contratos laborales de todo el año. “El empleado fijo busca también estabilidad, cercanía, formación…”, cuenta el representante de PIMEEF a elDiario.es. El temporero viene de fuera con el único propósito de ganar dinero, un aspecto clave para los bares y restaurantes que solo abren en verano. Una camarera del restaurante Puig d'es Molí, en la bahía de Sant Antoni, durante su turno laboral. El proyecto de trasladarse a Eivissa en temporada para ahorrar, como se venía haciendo todos estos años atrás, ha dejado de tener sentido. La estampa de los asentamientos formados por caravanas y tiendas de campaña donde habitan sobre todo trabajadores han significado el punto y final: Balears ya no es un lugar donde venir a cosechar billetes con los que luego marcharse. Ahora, ese ahorro se lo come todo la vivienda. Ya ni siquiera las alternativas más precarias salen rentables. Alquilar una autocaravana para dormir en ella puede llegar a salir por unos 800 euros mensuales, según fuentes consultadas por este diario. Además, la nueva normativa obliga a alquilar una plaza en un camping (si existe la suerte de encontrarla) cuyo precio ronda los 1.800 euros al mes. En cuanto a las habitaciones, han dejado de ser una posibilidad, también las compartidas. “Hay otros destinos más atractivos que las islas en ese sentido, como la costa peninsular”, comenta Tur. Balears ya no es un lugar donde venir a cosechar billetes con los que luego marcharse. Ahora, ese ahorro se lo come todo la vivienda Para paliar el problema, los empresarios han hecho el esfuerzo, durante las dos o tres últimas temporadas, de proporcionar casa a sus trabajadores a un precio razonable y beneficioso para las dos partes. Una práctica que ocurre en Formentera más que en Eivissa y la única viable para garantizar que siga funcionando el mecanismo turístico. En parte, porque es fundamental anticipar las contrataciones a la temporada alta y asegurarse de contar con la mano de obra necesaria en el pico de demanda.

Los bares y restaurantes sufren la falta de personal en sus plantillas, que cada vez están "menos formadas", a pesar de que la remuneración no es baja. La construcción renuncia a trabajos y el sector de la limpieza lamenta los sueldos "ridículos"
Más de mil euros por una habitación: el alquiler para trabajadores de temporada alcanza precios abusivos en Ibiza
El drama provocado por los inasumibles precios de la vivienda en Balears causa estragos una temporada más dejando plantillas a medio cubrir y a los empresarios con dos decisiones: disminuir horas o días de servicio o sobredimensionar el número de empleados ahora, en mayo, para no verse 'tirados' en pleno julio y agosto. El sector de la restauración, el más marcado por la temporalidad, es el que sufre mayormente, desde hace años, las consecuencias de la crisis habitacional. “Es una tendencia que empezó a partir de 2017/2018, en el COVID se paró por motivos de sobra conocidos, y luego se ha ido haciendo cada vez más evidente”, comunica Miquel Tur, representante de bares y restaurantes de Eivissa en la Federació de la Petita i la Mitjana Empresa d’Eivissa i Formentera (PIMEEF).
A este resabido problema se le suma otra complicación: el reto demográfico que supone reemplazar a todos los trabajadores de la generación del baby boom que a lo largo de estos años están saliendo del mercado laboral. Un hecho que no solo se limita al archipiélago, sino que se extiende a nivel nacional y europeo. Estas dos líneas, la de la carestía de la vivienda –continuamente in crescendo– y la de la demanda laboral –en declive–, toman un camino cada vez más divergente.
“El problema es crónico, pero no nuevo, viene de mucho atrás”, remarca Tur. Las empresas más afectadas son las que tienen el factor de temporalidad muy marcado porque el salario –y lo que pueda quedar de él en el bolsillo– tiene más peso que en los contratos laborales de todo el año. “El empleado fijo busca también estabilidad, cercanía, formación…”, cuenta el representante de PIMEEF a elDiario.es. El temporero viene de fuera con el único propósito de ganar dinero, un aspecto clave para los bares y restaurantes que solo abren en verano.
El proyecto de trasladarse a Eivissa en temporada para ahorrar, como se venía haciendo todos estos años atrás, ha dejado de tener sentido. La estampa de los asentamientos formados por caravanas y tiendas de campaña donde habitan sobre todo trabajadores han significado el punto y final: Balears ya no es un lugar donde venir a cosechar billetes con los que luego marcharse. Ahora, ese ahorro se lo come todo la vivienda.
Ya ni siquiera las alternativas más precarias salen rentables. Alquilar una autocaravana para dormir en ella puede llegar a salir por unos 800 euros mensuales, según fuentes consultadas por este diario. Además, la nueva normativa obliga a alquilar una plaza en un camping (si existe la suerte de encontrarla) cuyo precio ronda los 1.800 euros al mes. En cuanto a las habitaciones, han dejado de ser una posibilidad, también las compartidas. “Hay otros destinos más atractivos que las islas en ese sentido, como la costa peninsular”, comenta Tur.
Balears ya no es un lugar donde venir a cosechar billetes con los que luego marcharse. Ahora, ese ahorro se lo come todo la vivienda
Para paliar el problema, los empresarios han hecho el esfuerzo, durante las dos o tres últimas temporadas, de proporcionar casa a sus trabajadores a un precio razonable y beneficioso para las dos partes. Una práctica que ocurre en Formentera más que en Eivissa y la única viable para garantizar que siga funcionando el mecanismo turístico. En parte, porque es fundamental anticipar las contrataciones a la temporada alta y asegurarse de contar con la mano de obra necesaria en el pico de demanda.
Hay otros destinos más atractivos que las islas, como la costa peninsular

Dificultades para dar buen servicio
“Supone un riesgo esperar a los meses más fuertes para comprobar el nivel de trabajo”, responde el representante de hostelería. Algunos no corren la suerte de poder decidir, como Luis, quien regenta una cafetería en la turística zona de Platja d’en Bossa, en el municipio de Vila (Eivissa). “Para nosotros es un problema grande, cada año se nota más la carencia de personal en la isla. Como emprendedores, nos está afectando”, expresa. Aunque este mes no tienen aún un volumen de trabajo inasumible, el mes que viene sí lo tendrán. De seis que deberían ser en la plantilla, solo son tres, por lo que les tocará asumir, sin duda, más horas de las previstas.
Respecto a ese riesgo de que el trabajador sufra una sobrecarga de trabajo, Tur diferencia a dos tiempos de empleados: los de todo el año y, por otro lado, los temporeros, quienes piden por voluntad propia horas extra para ganar el máximo de dinero posible. “El trabajador es el principal activo y el empresario es muy consciente de que ha de cuidarlo. Sobre todo, después de formarlos en el funcionamiento del negocio”, comenta.
Para Cristian, propietario del bar es Puetó, en la bahía de Sant Antoni, hay aún así pocos profesionales que decidan permanecer más de dos veranos seguidos. Dejando al margen, eso sí, su plantilla fija, formada por una veintena de camareros y personal de barra, entre otros. Desde su experiencia, la persona que viene a hacer la temporada suele ser joven, con intenciones de experimentar y probar y, cuando ya lo ha hecho, se marcha. “No vienen a hacer carrera en la hostelería, como sí sucede en otros lugares”, observa, “y más, viendo cómo está la vivienda”. El puesto más complicado de cubrir, por la crisis habitacional, “es el de cocina”, afirma.
Los jóvenes no vienen a hacer carrera en la hostelería, como sí sucede en otros lugares

La profesionalidad tampoco es la misma que hace unos años. Esta opinión la comparte Pep, dueño del restaurante sa Punta d’es Molí, ubicado en la misma zona turística, donde desde hace años se acumulan hoteles, souvenirs, supermercados y chiringuitos. Destinados, casi siempre, al cliente británico. Hace dos décadas el ibicenco empezó con su negocio y la conclusión que saca de los últimos años es que en las islas hay “cada día trabajadores menos formados”. Por supuesto, los precios de las habitaciones han influido.
Pep, dueño de un restaurante en sa Punta d’es Molí, considera que 'cada día hay trabajadores menos formados'
El antagonista de todos los sectores
No solo la restauración sufre, sino que la carencia de personal se extiende a casi todos los sectores siempre el mismo origen: la vivienda. Lo corrobora Consuelo López, representante del sector de la construcción, también afectado. Reconocer que no hay ni va a haber trabajadores ha conducido a las empresas dedicadas a la edificación en Eivissa a coger sólo los trabajos que pueden abarcar con las plantillas fijas que tienen. Antes se intentaba llegar a todo contratando a más gente. “Ahora, como ya sabemos que no va a poder ser, no nos comprometemos a hacerlos. No existe la posibilidad de contratar a nadie más”, afirma con rotundidad. Eso significa renunciar a una parte de los ingresos. Un tema que, según López, se tiene que “analizar”: ¿Qué supone realmente el negocio que no se hace?
Otra de las consecuencias es que el plazo de entrega de los proyectos se alarga más de lo normal y la gente ha de esperar más para ver terminadas sus obras. Un hecho que vale de vez en cuando las quejas de los clientes. Al final, se tira solo con las plantillas residentes y personal asentado en la isla porque contar con empleados de fuera de ella es “muy complicado” por el tema del alojamiento.
La falta de trabajadores afecta también a la construcción. Las empresas aceptan solo los trabajos que pueden acabar con las plantillas fijas que tienen. Eso implica renunciar a una parte de los ingresos. También supone que los plazos de entrega se alargan más de lo normal
La duración de los contratos, más temporales que en el sector de la hostelería, donde duran un mínimo de seis meses, es un perjuicio. “En la construcción igual necesitas a alguien para un trabajo muy concreto que puede durar un mes o dos”, indica López a elDiario.es. En ese sentido, explica que es más “inestable” porque las dificultades para encontrar un lugar donde hospedarse se multiplican. Por otro lado, la construcción no está mal pagada. “Por supuesto, los salarios han estado en los últimos años muy por encima del convenio porque la isla es muy cara y los trabajadores tienen que poder vivir con su sueldo”, subraya López.
Salarios “ridículos” en sectores fundamentales
No es el caso de los servicios de limpieza, un sector en el que suenan campanas de huelga. Juan José Del Teso, responsable de UGT de los Servicios a la Comunidad en Balears, tacha de “ridículos” los sueldos de los limpiadores: 1.450 euros brutos mensuales. Se remite al inconveniente que supone la vivienda para otros sectores clave como la educación, la sanidad o los cuerpos de seguridad, pero ellos, “por lo menos”, cobran mejor.
“Ahora mismo las empresas están desesperadas por encontrar gente”. Para la categoría de camionero han empezado a ofrecer casa teniendo en cuenta que, de lo contrario, iba a ser imposible cubrir las plantillas de cara al verano. “Pero aun poniéndoles piso, no encuentran empleados porque los sueldos siguen siendo demasiado bajos”, lamenta Del Teso. El problema es crónico. Por lo menos, lo ha sido en los tres años en que el profesional ha representado sindicalmente al sector.
El perfil profesional de limpieza municipal es una persona “sin estudios, sin formación y en ocasiones, incluso sin el idioma”. La mayoría de los trabajadores tienen que vivir en los mal llamados ‘pisos patera’ para que el –escasísimo– salario les dé para subsistir. Estos sueldos nimios los desplazan progresivamente hacia la hostelería buscando una retribución competente.
“El convenio de la hostelería –fruto de continuas negociaciones para ir mejorando las condiciones laborales– siempre nos va a llevar ventaja”, lamenta el portavoz de UGT, quien añade que la competencia, en su sector y en el caso de Balears, es “muy difícil de resolver”. Según datos de la plataforma de empleo InfoJobs, el sueldo de la categoría más baja del sector, la de fregaplatos, oscila entre los 1.400 y los 1.900 euros al mes. En cuanto a los camioneros, se suelen decantar por el transporte discrecional para el traslado de turistas.
Hay aún más desventajas: el servicio de limpieza, básico de pueblos y ciudades, está muy atado a las licitaciones. “Cuando está municipalizada y no ligada a una empresa privada, las condiciones de los trabajadores de limpieza siempre son mejores”, asegura. En Eivissa no sucede, pero en algunos municipios de Mallorca sí, y puede hacer la comparación. Tanto Pep, como Cristian y Luis saben que sacarán adelante esta temporada, como han hecho todos los años. Eso sí, en agosto la energía no será la misma. La masificación y el estrés de no contar con las plantillas que realmente necesitan probablemente les dejen momentos tensos. Y, aun así, no serán el sector peor parado.