La confusión de los pasajeros atrapados en trenes: "Nos dieron botellas para orinar"

El corte generalizado de electricidad pilló en pleno viaje a miles de usuarios en varios puntos de la red ferroviaria.

Abr 29, 2025 - 18:06
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La confusión de los pasajeros atrapados en trenes: "Nos dieron botellas para orinar"

A las 9.15 horas de la mañana del lunes, el tren de Pedro con destino a Oviedo salió desde la madrileña estación de Chamartín con total normalidad. Sin embargo, exactamente a las 12.33 horas, el convoy detuvo su marcha y se apagaron todas las luces. "Se ha provocado un problema con la tensión eléctrica", anunció entonces un trabajador de Renfe en el octavo vagón, cuando la máquina llevaba ya diez minutos parada. "La mayoría del tren, a excepción de los primeros dos vagones, estaba metida en un túnel", explica el joven a 20minutos. A estos primeros momentos de incertidumbre le siguieron dos horas de parón en medio de las vías, que tuvieron su origen en el gran apagón que dejó sin electricidad a toda España durante gran parte de este lunes.

"El ambiente general era de humor y cierta calma. Varios pasajeros se fueron al bar a pedir cervezas, coca-colas y sándwiches, y, en un momento dado los trabajadores abrieron las puertas de uno de los vagones para que los viajeros pudieran tomar el aire o fumar", recuerda Pedro, que subraya que el problema "más urgente" era la falta de cobertura. "Había muchos viajeros que iban a Asturias por trabajo, así que había un poco de agobio entre ellos. Dos compañeras de trabajo trataban de llamar infructuosamente a otros compañeros con quienes tenían prevista una reunión. Otro hombre luchaba por avisar de que no iba a llegar a tiempo para recoger a su nieto a la salida del colegio. Otro pasajero buscaba simplemente avisar a su mujer, embarazada, de que estaba bien. Quienes conseguían cobertura para contactar con sus familiares les prestaban el teléfono a los que no eran capaces de conectarse a la red", narra el joven.

Los pasajeros afectados consiguieron dar aviso a la Guardia Civil, que, al llegar al lugar, comenzó a evacuar el convoy y a dirigir a los afectados hacia Olloniego, pueblo situado a una caminata de 15 minutos por un sendero de tierra flanqueado por las vías. "Los agentes ofrecieron su coche para trasladar a personas mayores o con equipaje pesado. Incluso también aparecieron vecinos del pueblo que, al ver el tren parado desde la autopista, se acercaron con sus propios vehículos para ayudar", cuenta Pedro, que pudo finalmente llegar a Oviedo gracias a que un hombre le prestó efectivo para subirse al autobús que conectaba Olloniego con la capital asturiana.

"Sin agua, sin comida y sin saber qué hacer"

Una escena parecida fue la vivida por Ana en un tren Madrid–Barcelona. El convoy nunca llegó a destino. "Nos quedamos atrapados en mitad de la nada. Sin cobertura, sin agua, sin comida y sin saber qué hacer. Tuvimos que andar casi cuatro kilómetros hasta el pueblo de L'Albi, donde nos acogieron y pudimos comprar comida" , cuenta la mujer, que se dirigía a la capital catalana a trabajar. "Parecía una película apocalíptica, todo el mundo intentando comprar unas galletas, unas patatas, cualquier cosa. Los vecinos nos ofrecieron refugio, mantas y un sitio donde dormir", recuerda, agradecida. La solidaridad, para ella, fue clave. "Se volcó el pueblo entero con nosotros. Los vecinos fueron a buscar a los que necesitaban más ayuda. Había embarazadas, un chico con muletas, diabéticos, gente mayor, niños… Y habilitaron su polideportivo con todo lo que necesitábamos", narra Ana.

En un momento, desesperada por contactar con su familia, Ana se aventuró monte arriba para intentar conseguir algo de cobertura. "La torre estaba al lado de un cementerio. Subí hasta allí, pero como estaba todo oscuro e iba en tacones, me caí rodando. Solo quería saber si los míos estaban bien y poder decirles cómo estaba yo", narra la mujer, quien finalmente consiguió llegar a Barcelona gracias a la ayuda de un "ángel salvador". "Me hice amiga de un hombre al que le pasaron el contacto de un taxista que opera en la zona y accedió a llevarle. Me invitó a ir con ellos. Queda gente buena en el mundo", añade, emocionada.

"Nos repartieron botellas de plástico para orinar"

Lucía y su amiga salieron de Rota rumbo a Sevilla para coger allí un tren a Madrid. Lo que debía haber sido un viaje de menos de tres horas, se convirtió en una odisea que duró prácticamente todo el día. "Salimos a las 12.25 y a las 12.40 el tren se paró de golpe. Estábamos desesperadas y solo llevábamos una hora dentro", recuerda la joven. "No nos dejaban levantarnos de los asientos y tardaron horas en abrir las puertas para que se aireara un poco. Estábamos asfixiados, hacía un calor insoportable, así que empezamos a hacer abanicos con folios", añade. La cafetería del tren fue arrasada en cuestión de minutos. "La gente se volvió completamente loca, compraron todo y dejaron la cafetería sin comida. Había bebés, recién nacidos de tres meses, niños pequeños…".

"Algunos dormían, otros leían, la gente fumadora lo estaba pasando fatal, los niños estaban correteando por los pasillos... Hubo hasta un dúo de músicos que empezaron a tocar la guitarra por todo el tren para entretenernos durante un rato", recuerda la joven. Seis horas después del parón, sobre las 18.15 horas, empezaron a llegar policías y también el alcalde de Brenes, el pueblo más cercano. Pero la situación dentro del tren era ya crítica: "El agua se había terminado. Los baños estaban desbordados porque no funcionaban las cadenas. Nos repartieron botellas de plástico cortadas para hacer nuestras necesidades". Durante todo ese tiempo, no hubo ni rastro de cobertura: "Era imposible avisar a nuestros padres. No sabíamos absolutamente nada del mundo exterior".

La evacuación del tren comenzó ya pasadas las 19.00 horas. Primero sacaron a los niños, a las personas mayores y a quienes tenían movilidad reducida. "Después fuimos saliendo el resto", relata Claudia. Tuvieron que andar hasta Brenes, el pueblo más cercano, cargando con las maletas. A las 20,00 horas estaban finalmente fuera del tren. "Nos habían dicho que iban a mandar autobuses a Sevilla, pero no llegó ninguno. Nosotras pensábamos que esto era el apocalipsis, como cuando en la pandemia de covid todo el mundo estaba en sus casas", explica. Fue entonces cuando un vecino del pueblo les avisó de que en ese momento pasaba un autobús hacia la capital andaluza. "Corrimos y conseguimos subir por los pelos. Solo se podía pagar en efectivo y teníamos lo justo. Nuestra primera comida del día fueron tres patatas que nos dio un chico que también iba en el bus". A las 21.00 horas, por fin, volvieron a tener cobertura y pudieron avisar a sus familiares de que las fueran a recoger. "Fue una auténtica locura".

Más de 12 horas parados hasta ser rescatados

A Javier y Rosa, que iban de Madrid a Cádiz, les tocó vivir medio día de apagón en un tren detenido "en algún punto" cerca de Toledo. "Desde las doce y media de la mañana que estuvimos parados en las vías. No podíamos acceder a nada de ninguna forma", narran ambos a este periódico. "Nos abrieron las puertas de los vagones para que saliéramos a tomar el aire. Estuvimos ahí horas hasta que nos vinieron a buscar a las tres de la mañana. La gente de un pueblo que estaba a 15 kilómetros vino a traernos bocadillos y botellas de agua", explican. Después, fueron trasladados a Atocha, donde pasaron la noche con mantas repartidas por Cruz Roja y la UME.

"Intentamos reservar billetes para hoy, pero esta mañana nos han dicho que el sistema estaba mal y habían vendido más billetes de los que había realmente disponibles. Ahora estamos viendo si conseguimos un coche para llegar hasta Cádiz o, si no, una habitación para pasar la noche, aunque los precios están completamente disparados".

Entre la oscuridad, el silencio al otro lado de los teléfonos y los vagones inmóviles, todos los pasajeros comparten un mismo recuerdo: la incertidumbre de no saber qué estaba ocurriendo ni cuánto duraría. Pero también la certeza de que, en medio del caos, todavía hay una red humana que sí funciona.