La carrera de Clint Eastwood despegó porque era sumamente barato y tenía cara de gato

De experimento a trilogía de culta - El personaje del legendario actor, inspirado en el samurái de Yojimbo, rompía con el estereotipo del cowboy noble y encarnaba una figura más ambigua, interesada y silenciosaEl Museo de Historia Natural de Nueva York puso cara a los depredadores más famosos del cine Un poncho polvoriento, una calle desierta y una frase que anticipa la muerte tras haber ofendido a su caballo: “Prepara tres cajas”. Minutos después, el pistolero se equivoca en el cálculo. “Cuatro cajas”, corrige tras eliminar a los matones que se negaban a disculparse con el animal y recibir unas coces como reprimenda a cambio de conservar la vida. Esta secuencia no pertenece a una superproducción de Hollywood, ni a un clásico estadounidense. Es italiana, se rodó en España y dio un giro radical a todo un género. Clint Eastwood se convirtió en el rostro de esa revolución cinematográfica casi sin proponérselo, cuando aceptó protagonizar una película europea de bajo presupuesto que acabaría cambiando su vida y el rumbo del wéstern. Un actor barato, un rodaje multilingüe y muchas barreras que no importaron El cartel original de Por un puñado de dólares ni siquiera llevaba su nombre completo. En 1964, Eastwood aparecía como protagonista sin apenas haber hecho cine, con una carrera televisiva limitada a su papel de Rowdy Yates en la serie Cuero crudo. Pero para Sergio Leone eso no fue un problema. La elección del actor californiano no se debió a su fama, sino a una decisión práctica y económica. James Coburn era el preferido, pero como explicó el propio Leone en una entrevista a la BBC, era inviable contratarlo: “Realmente quería a James Coburn, pero era demasiado caro”. Eastwood cobraba 10.000 dólares menos y aceptó. Sergio Leone se conformó con Clint Eastwood No fue el único aspecto que se decidió por necesidad. La barrera del idioma obligó a simplificar los diálogos. El propio Eastwood comentó a la BBC que su relación con Leone se basaba en un intercambio mínimo: “Yo sabía arrivederci y buongiorno y Leone sabía goodbye y hello, y eso era todo”. Aun así, el entendimiento funcionó. Con la ayuda de intérpretes y un guion que cada actor pronunciaba en su idioma, las escenas se grababan con una mezcla de acentos que luego se doblaban. La película, inspirada directamente en Yojimbo, de Akira Kurosawa, se rodó en España y cambió radicalmente la forma en que se narraban los duelos del oeste. El personaje de Eastwood, conocido como El hombre sin nombre, no era un héroe clásico. Era frío, ambiguo, y generaba violencia por interés personal. En palabras de Eastwood, años después: “Me gustó y pensé que tal vez un enfoque europeo le daría al western un nuevo aire”. La fórmula Leone entre miradas, silencios y la música de Morricone A pesar del riesgo, funcionó. El éxito de taquilla llevó a Leone a dirigir dos secuelas, también con Eastwood como protagonista. Así nació la Trilogía del Dólar: Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo. Las tres se consideran hoy obras fundamentales del cine wéstern. El impacto no fue inmediato en Estados Unidos. De hecho, la película tardó tres años en estrenarse allí por miedo a una demanda. Kurosawa, al descubrir el parecido con su historia, inició un proceso legal que retrasó su distribución. Cuando finalmente llegó, los críticos no fueron benévolos. Según publicó el New York Times, era “una película sintética, extremadamente morbosa y violenta”. La respuesta europea fue distinta. Aunque algunos medios italianos la criticaron, el público respondió. En total, la película recaudó 14,5 millones de dólares a nivel mundial, una cifra impensable para una producción de ese tipo. El impacto comercial y su influencia posterior llevaron incluso al Festival de Cannes a proyectarla en su clausura en 2014. La estética también ay

May 16, 2025 - 23:24
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La carrera de Clint Eastwood despegó porque era sumamente barato y tenía cara de gato

La carrera de Clint Eastwood despegó porque era sumamente barato y tenía cara de gato

De experimento a trilogía de culta - El personaje del legendario actor, inspirado en el samurái de Yojimbo, rompía con el estereotipo del cowboy noble y encarnaba una figura más ambigua, interesada y silenciosa

El Museo de Historia Natural de Nueva York puso cara a los depredadores más famosos del cine

Un poncho polvoriento, una calle desierta y una frase que anticipa la muerte tras haber ofendido a su caballo: “Prepara tres cajas”. Minutos después, el pistolero se equivoca en el cálculo. “Cuatro cajas”, corrige tras eliminar a los matones que se negaban a disculparse con el animal y recibir unas coces como reprimenda a cambio de conservar la vida.

Esta secuencia no pertenece a una superproducción de Hollywood, ni a un clásico estadounidense. Es italiana, se rodó en España y dio un giro radical a todo un género. Clint Eastwood se convirtió en el rostro de esa revolución cinematográfica casi sin proponérselo, cuando aceptó protagonizar una película europea de bajo presupuesto que acabaría cambiando su vida y el rumbo del wéstern.

Un actor barato, un rodaje multilingüe y muchas barreras que no importaron

El cartel original de Por un puñado de dólares ni siquiera llevaba su nombre completo. En 1964, Eastwood aparecía como protagonista sin apenas haber hecho cine, con una carrera televisiva limitada a su papel de Rowdy Yates en la serie Cuero crudo. Pero para Sergio Leone eso no fue un problema.

La elección del actor californiano no se debió a su fama, sino a una decisión práctica y económica. James Coburn era el preferido, pero como explicó el propio Leone en una entrevista a la BBC, era inviable contratarlo: “Realmente quería a James Coburn, pero era demasiado caro”. Eastwood cobraba 10.000 dólares menos y aceptó.

Sergio Leone se conformó con Clint Eastwood

No fue el único aspecto que se decidió por necesidad. La barrera del idioma obligó a simplificar los diálogos. El propio Eastwood comentó a la BBC que su relación con Leone se basaba en un intercambio mínimo: “Yo sabía arrivederci y buongiorno y Leone sabía goodbye y hello, y eso era todo”. Aun así, el entendimiento funcionó. Con la ayuda de intérpretes y un guion que cada actor pronunciaba en su idioma, las escenas se grababan con una mezcla de acentos que luego se doblaban.

La película, inspirada directamente en Yojimbo, de Akira Kurosawa, se rodó en España y cambió radicalmente la forma en que se narraban los duelos del oeste. El personaje de Eastwood, conocido como El hombre sin nombre, no era un héroe clásico. Era frío, ambiguo, y generaba violencia por interés personal. En palabras de Eastwood, años después: “Me gustó y pensé que tal vez un enfoque europeo le daría al western un nuevo aire”.

La fórmula Leone entre miradas, silencios y la música de Morricone

A pesar del riesgo, funcionó. El éxito de taquilla llevó a Leone a dirigir dos secuelas, también con Eastwood como protagonista. Así nació la Trilogía del Dólar: Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo. Las tres se consideran hoy obras fundamentales del cine wéstern.

El impacto no fue inmediato en Estados Unidos. De hecho, la película tardó tres años en estrenarse allí por miedo a una demanda. Kurosawa, al descubrir el parecido con su historia, inició un proceso legal que retrasó su distribución. Cuando finalmente llegó, los críticos no fueron benévolos. Según publicó el New York Times, era “una película sintética, extremadamente morbosa y violenta”.

La respuesta europea fue distinta. Aunque algunos medios italianos la criticaron, el público respondió. En total, la película recaudó 14,5 millones de dólares a nivel mundial, una cifra impensable para una producción de ese tipo. El impacto comercial y su influencia posterior llevaron incluso al Festival de Cannes a proyectarla en su clausura en 2014.

La estética también ayudó. Leone supo aprovechar el silencio, los planos prolongados y la música de Ennio Morricone para crear un estilo propio. Años después, él mismo resumió su fórmula ante la BBC al decir: “Mis películas son esencialmente películas mudas. El diálogo solo les da peso”.

Ese enfoque visual marcó a directores como Quentin Tarantino o Robert Rodriguez. Pero por entonces, el término spaghetti western se usaba de forma despectiva. Era una etiqueta inventada por críticos para señalar que esas películas no eran estadounidenses y que, por tanto, carecían de autenticidad. Sin embargo, el tiempo acabó dándoles la razón a quienes las defendieron.

Leone quedó fascinado con el lenguaje corporal de Clint Eastwood, su economía de gestos y esa manera de moverse “como un gato”,

Con sus movimientos pausados, su forma de mirar y ese sombrero calado hasta las cejas, Eastwood se convirtió en la cara visible del nuevo wéstern. Leone lo eligió no solo por su bajo caché, sino porque supo ver en él una presencia distinta, casi felina. Como explicó en esa misma entrevista a la BBC: “Lo que más me impresionó de Clint fue su forma indolente de moverse. Me pareció que Clint se parecía mucho a un gato”.

Después de aquello, nada volvió a ser igual. El wéstern dejó de ser un relato idealizado de vaqueros nobles para transformarse en un territorio lleno de contradicciones, intereses y personajes turbios. Y todo empezó con un tipo que pedía tres ataúdes… y luego corregía.

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