La adolescencia temprana, 'ventana terapéutica' para el abordaje del acné
Dermatología raquelserrano Lun, 05/05/2025 - 10:15 Análisis del microbioma facial La composición de las poblaciones bacterianas que habitan en nuestro rostro desempeña un papel importante en el desarrollo del acné y otras afecciones cutáneas como el eccema. Dos especies de bacterias predominan en la mayoría de las personas, pero ha sido difícil estudiar cómo interactúan entre sí y cómo estas interacciones pueden contribuir a la enfermedad.Investigadores del Centro de Informática y Terapéutica del Microbioma del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, han revelado la dinámica de estas interacciones con mayor detalle que nunca, lo que arroja luz sobre cuándo y cómo aparecen nuevas cepas bacterianas en la piel del rostro. Sus hallazgos, publicados en Cell Host & Microbe podrían orientar el desarrollo de nuevos tratamientos para el acné y otras afecciones, así como optimizar el momento de su aplicación.En la actualidad se calcula que el 80% de los adolescentes padece, en mayor o menor medida, acné. Aunque existen factores que predisponen el desarrollo de esta enfermedad dérmica, como la genética, la principal causa de aparición de estas alteraciones es hormonal; cuando el niño entra en la etapa de la pubertad comienza a generar una serie de hormonas, femeninas o masculinas, que producen cuadros de acné.Los investigadores han descubierto que muchas cepas nuevas de Cutibacterium acnes, una especie que se cree contribuye al desarrollo del acné, se adquieren durante la adolescencia temprana. Sin embargo, después, la composición de estas poblaciones se vuelve muy estable y no cambia mucho, incluso al exponerse a nuevas cepas. "Esto sugiere que esta etapa de transición podría ser la mejor ventana para introducir cepas probióticas de C. acnes, explica Tami Lieberman, miembro del Instituto de Ingeniería Médica y Ciencias del MIT y autora principal de la investigación. Rosácea y acné: entender bien origen y evolución para dar el mejor consejo, Escuchar al paciente para minimizar las secuelas emocionales del acné , La UPF logra resultados positivos con una bacteria sintética contra el acné Según la investigadora, han descubierto que existen dinámicas sorprendentes, y estas dinámicas brindan información sobre cómo diseñar una terapia prob En la edad adulta, la composición de las poblaciones bacterianas 'C. acnes' y 'S. epidermidis' se vuelve muy estable y no cambia mucho, incluso al exponerse a nuevas cepas. Off Raquel Serrano Pediatría Endocrinología Microbiología y Enfermedades Infecciosas Inmunología Farmacología Investigación Off


La composición de las poblaciones bacterianas que habitan en nuestro rostro desempeña un papel importante en el desarrollo del acné y otras afecciones cutáneas como el eccema. Dos especies de bacterias predominan en la mayoría de las personas, pero ha sido difícil estudiar cómo interactúan entre sí y cómo estas interacciones pueden contribuir a la enfermedad.
Investigadores del Centro de Informática y Terapéutica del Microbioma del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, han revelado la dinámica de estas interacciones con mayor detalle que nunca, lo que arroja luz sobre cuándo y cómo aparecen nuevas cepas bacterianas en la piel del rostro. Sus hallazgos, publicados en Cell Host & Microbe podrían orientar el desarrollo de nuevos tratamientos para el acné y otras afecciones, así como optimizar el momento de su aplicación.
En la actualidad se calcula que el 80% de los adolescentes padece, en mayor o menor medida, acné. Aunque existen factores que predisponen el desarrollo de esta enfermedad dérmica, como la genética, la principal causa de aparición de estas alteraciones es hormonal; cuando el niño entra en la etapa de la pubertad comienza a generar una serie de hormonas, femeninas o masculinas, que producen cuadros de acné.
Los investigadores han descubierto que muchas cepas nuevas de Cutibacterium acnes, una especie que se cree contribuye al desarrollo del acné, se adquieren durante la adolescencia temprana. Sin embargo, después, la composición de estas poblaciones se vuelve muy estable y no cambia mucho, incluso al exponerse a nuevas cepas. "Esto sugiere que esta etapa de transición podría ser la mejor ventana para introducir cepas probióticas de C. acnes, explica Tami Lieberman, miembro del Instituto de Ingeniería Médica y Ciencias del MIT y autora principal de la investigación.