Juego de ‘whatsapps’
Se publicó en el 2013 en español un libro fundamental: La insensatez de los necios. La lógica del engaño y el autoengaño. Su autor es Robert Trivers, que tiene un perfil que sería imposible en España, y no sé si en Europa en general. Vean si no la Wikipedia: «es licenciado en historia y doctorado … Continuar leyendo "Juego de ‘whatsapps’"

Se publicó en el 2013 en español un libro fundamental: La insensatez de los necios. La lógica del engaño y el autoengaño. Su autor es Robert Trivers, que tiene un perfil que sería imposible en España, y no sé si en Europa en general. Vean si no la Wikipedia: «es licenciado en historia y doctorado en biología por la Universidad Harvard, actualmente profesor de antropología y ciencias biológicas en la Universidad Rutgers, de pediatría en UMDNJ y de psicología en la Universidad Harvard». Aunque los detractores de la ciencia acostumbran a tildarla de encorsetada, en el mundo anglosajón abundan las rutas inusuales y los personajes excéntricos. Trivers empezó siendo matemático, se pasó a la Historia y al Derecho, se interesó por la biología y, sin tener una educación sistemática, acabó siendo uno de los biólogos evolutivos más influyentes de la Historia. Este contestatario de la década de los 60 y 70 escribió, desde una perspectiva darwinista radical, cinco trabajos imprescindibles que cambiaron totalmente las aproximaciones a la cooperación humana, las relaciones entre padres e hijos o los celos. Un genio.
Pues bien, en este libro se pregunta cosas como si la mentira habrá incrementado la complejidad de los sistemas nerviosos y de nuestra inteligencia. O si la guerra de armamentos entre bribones e incautos es el motor de la evolución cognitiva. La mentira, no lo duden, es una práctica arraigada en los sistemas vivos y ha sido optimizada mediante la evolución natural. Porque no sólo los seres humanos mienten. Si tienen un perro o un gato, ya habrán visto cómo tratan a veces de enredarnos. Los animales (y criaturas de otros Reinos) compartimos el objetivo de utilizar el engaño como fin para medrar a costa ajena. Y desde la emergencia del lenguaje, los humanos vivimos en entornos sofisticados formados por mentirosos y por víctimas de sinvergüenzas, de manera que la identificación y la evocación del engaño están coevolucionando en términos de complejidad y eficiencia.
Ya sé que hablar de «sofisticado» para referirse a personajes tipo Sánchez o su coro de sicofantes, Ábalos, Koldo o Sánchez Cerdán, como voy a hacer, es estirar demasiado el chicle. Han hecho demasiado daño al país para andar tratándolos como criaturas astutas dignas de estudio. Pero quizá sólo nos quede este consuelo en el «paisaje para después de la batalla» que nos espera. Y el juego de whatsapps que estos días nos mantiene entre la indignación y la incredulidad nos da pruebas en abundancia de esos juegos del hambre ancestrales. Pensábamos que el proceso civilizatorio nos había llevado a una etapa más elevada. Pero ya ven. «He echado de menos muchas veces trabajar contigo, también tu amistad», dice uno. «Siempre he valorado mucho tu criterio político. También tu amistad», asegura el otro. Pedro Sánchez y quien había sido su número dos dejaron de intercambiarse mensajes durante un lapso de tiempo, hasta que Sánchez tomó la iniciativa y le mostró su solidaridad después de publicarse las primeras informaciones que involucraban a su antiguo colaborador en prácticas supuestamente delictivas. «Buenos días, José Luis. Hace tiempo que no hablamos. Te escribo para trasladarte mi solidaridad ante los infundios que, por desgracia, estamos viendo en los medios», le escribió. Ábalos terminó en un puesto de salida en las listas para las elecciones generales del 23-J dos años después. ¡Qué llevarán entre manos!
La mentira y el enredo, para la explotación mutua y para la de terceros (pongamos que hablo de nosotros), las vemos reflejadas aquí, una vez más. No es una idea tranquilizadora para quienes sueñan con un mundo en armonía y sin conflictos, pero a muchos biólogos y antropólogos evolutivos no les escandaliza pensar que son eternas. Eso sí, por desgracia para ellos, hace mucho, mucho tiempo que les tenemos completamente calados. Y creo que acabarán pagándolo.