Jóvenes que toman el relevo en los Patios de Córdoba: «Ante cualquier duda siempre voy a los mayores»

El viejo trato respetuoso de usted se recupera en los Patios de Córdoba . Los forasteros y cordobeses que entran a la casa de otra persona se pronuncian con el respeto que se debe a los conocidos y a una cierta edad: «Qué bonito lo tiene usted. Qué bien lo cuida». Es la educación de hablar con alguien a quien no se conoce, pero también denota una realidad que no pasa desapercibida: la mayor parte de los dueños y cuidadores son personas mayores, que lo han hecho desde jóvenes y que han echado canas con la fiesta. Pero hay también jóvenes. Santiago Hernández recordaba cómo de niño su abuela Julia había abierto su casa con su patio antiguo, en el número 13 de la calle Zarco. Él tenía 8 años cuando murió, en junio de 2002, muy poco después de haberlo tenido abierto en la fiesta de aquel año. Regresó en 2004, volvió a cerrar y conforme creció y vivió en aquella casa le llegaba la tentación en la voz de su vecina Juana : «Abre el patio, que te vas a alegrar, que está precioso». Los recuerdos que tenía de niño no eran del todo gratos. Sí, se le había grabado el momento en que tocaba los pendientes de la reina , pero también el momento de almorzar mientras las visitas no dejaban de entrar al patio. «Que aprovechen, decían, y me superaba la ruptura de la intimidad», argumentaba. Su vecina le habló de los controladores , que ayudaban mucho con el acceso, y terminó por animarse. Puso el patio por primera vez en el año 2018 con los consejos de los vecinos, de su abuela paterna, Rosario, de su padre y de toda su familia . Tenía entonces 23 años , una edad inusualmente joven en esta era de los Patios de Córdoba. Tuvo que trabajar mucho para que participar en el concurso: «No es lo mismo tener un patio para tu uso y disfrute personal que un patio de concurso que tiene que estar mimado, cuidado y pintado hasta el último detalle». La de Zarco, 13 es una casa documentada en el siglo XV , de arquitectura antigua, en que hay que luchar contra las humedades y goteras, solucionar problemas eléctricos y reparar los azulejos que se caen. El mantenimiento es constante y continuo para evitar las fugas de los canalones y Santiago ha hecho cambios, ha mantenido la esencia como cuando dejó a la vista el cuarto de pila: «Es una innovación constante, porque ya estoy pensando en qué puedo hacer para el año que viene». En la fiesta está solo, pero cuando se va de vacaciones o para hacer esquejes tiene la colaboración de su familia de sangre y de sus vecinos, «la familia de los patios», porque a la vez que trabaja es opositor. En su inquietud ha preguntado a las personas mayores , «los decanos» y de ellos ha sacado también consejos que le han servido para que su patio luzca como ahora, para saber cómo eran las gitanillas antiguas. «Cuando se cierran patios o casas de vecinos hay una costumbre no escrita en que las familias ofrecen las macetas a quienes tienen patios», revela. Mejor eso que tirarlos, dice, mientras confiesa que ante la menor duda siempre ha ido «a las personas mayores». Santa Marina y San Agustín están llenos de patios que no abren, «muchos de ellos maravillosos y otros que esperan a caerse». El de su casa es «una exaltación del tipismo, con muchos elementos de casas tradicionales». Hay restos de arqueología, objetos de cobre , variedades antiguas, forja labrada, cántaras , lebrillos para matanzas o almireces. Es mucho más que plantas, aunque desde luego estén cuidadas: «Es el reflejo de la personalidad de su cuidador, como un reflejo artístico». Abrir un patio de Córdoba tiene satisfacciones y trabajos. ¿Ha habido más veces que se haya arrepentido o que se haya alegrado? «Creo que ha sido a partes iguales . Cuando las cosas funcionan como tienen que funcionar, no se les presta atención, pero cuando hay un punto negativo parece que te rebotas un poco». Es satisfactorio, sí, y le basta con el reconocimiento de la gente: «A veces esperan media hora y dicen que ha merecido la pena». Y al hablar con él, como es típico en los Patios de Córdoba, le hablan de tú y no de usted.

May 10, 2025 - 09:36
 0
Jóvenes que toman el relevo en los Patios de Córdoba: «Ante cualquier duda siempre voy a los mayores»
El viejo trato respetuoso de usted se recupera en los Patios de Córdoba . Los forasteros y cordobeses que entran a la casa de otra persona se pronuncian con el respeto que se debe a los conocidos y a una cierta edad: «Qué bonito lo tiene usted. Qué bien lo cuida». Es la educación de hablar con alguien a quien no se conoce, pero también denota una realidad que no pasa desapercibida: la mayor parte de los dueños y cuidadores son personas mayores, que lo han hecho desde jóvenes y que han echado canas con la fiesta. Pero hay también jóvenes. Santiago Hernández recordaba cómo de niño su abuela Julia había abierto su casa con su patio antiguo, en el número 13 de la calle Zarco. Él tenía 8 años cuando murió, en junio de 2002, muy poco después de haberlo tenido abierto en la fiesta de aquel año. Regresó en 2004, volvió a cerrar y conforme creció y vivió en aquella casa le llegaba la tentación en la voz de su vecina Juana : «Abre el patio, que te vas a alegrar, que está precioso». Los recuerdos que tenía de niño no eran del todo gratos. Sí, se le había grabado el momento en que tocaba los pendientes de la reina , pero también el momento de almorzar mientras las visitas no dejaban de entrar al patio. «Que aprovechen, decían, y me superaba la ruptura de la intimidad», argumentaba. Su vecina le habló de los controladores , que ayudaban mucho con el acceso, y terminó por animarse. Puso el patio por primera vez en el año 2018 con los consejos de los vecinos, de su abuela paterna, Rosario, de su padre y de toda su familia . Tenía entonces 23 años , una edad inusualmente joven en esta era de los Patios de Córdoba. Tuvo que trabajar mucho para que participar en el concurso: «No es lo mismo tener un patio para tu uso y disfrute personal que un patio de concurso que tiene que estar mimado, cuidado y pintado hasta el último detalle». La de Zarco, 13 es una casa documentada en el siglo XV , de arquitectura antigua, en que hay que luchar contra las humedades y goteras, solucionar problemas eléctricos y reparar los azulejos que se caen. El mantenimiento es constante y continuo para evitar las fugas de los canalones y Santiago ha hecho cambios, ha mantenido la esencia como cuando dejó a la vista el cuarto de pila: «Es una innovación constante, porque ya estoy pensando en qué puedo hacer para el año que viene». En la fiesta está solo, pero cuando se va de vacaciones o para hacer esquejes tiene la colaboración de su familia de sangre y de sus vecinos, «la familia de los patios», porque a la vez que trabaja es opositor. En su inquietud ha preguntado a las personas mayores , «los decanos» y de ellos ha sacado también consejos que le han servido para que su patio luzca como ahora, para saber cómo eran las gitanillas antiguas. «Cuando se cierran patios o casas de vecinos hay una costumbre no escrita en que las familias ofrecen las macetas a quienes tienen patios», revela. Mejor eso que tirarlos, dice, mientras confiesa que ante la menor duda siempre ha ido «a las personas mayores». Santa Marina y San Agustín están llenos de patios que no abren, «muchos de ellos maravillosos y otros que esperan a caerse». El de su casa es «una exaltación del tipismo, con muchos elementos de casas tradicionales». Hay restos de arqueología, objetos de cobre , variedades antiguas, forja labrada, cántaras , lebrillos para matanzas o almireces. Es mucho más que plantas, aunque desde luego estén cuidadas: «Es el reflejo de la personalidad de su cuidador, como un reflejo artístico». Abrir un patio de Córdoba tiene satisfacciones y trabajos. ¿Ha habido más veces que se haya arrepentido o que se haya alegrado? «Creo que ha sido a partes iguales . Cuando las cosas funcionan como tienen que funcionar, no se les presta atención, pero cuando hay un punto negativo parece que te rebotas un poco». Es satisfactorio, sí, y le basta con el reconocimiento de la gente: «A veces esperan media hora y dicen que ha merecido la pena». Y al hablar con él, como es típico en los Patios de Córdoba, le hablan de tú y no de usted.