¿Han conseguido realmente 'desextinguir' al lobo huargo?

La controvertida compañía Colossal Biosciences hizo público este lunes que había conseguido 'desextinguir' a la especie Aenocyon dirus, un antiguo cánido desaparecido hace unos 10.000 años. La noticia se extendió como la pólvora y muchos titulares afirmaban que la empresa había 'resucitado' al temido lobo huargo de la serie 'Juego de Tronos'. Sin embargo, ¿qué hay de real tras todas estas noticias y qué opinan los expertos al respecto del comunicado de la compañía, famosa por sus intentos por devolver a la vida otras especies extintas como el mamut lanudo ? Para empezar, es necesario especificar que el lobo huargo es una creación de la saga literaria 'Juego de Tronos' que en realidad nunca existió. Sí que es cierto que los responsables de la serie de HBO se inspiraron en la especie Aenocyon dirus (o Canis dirus, según una nomeclatura anterior) a la que pertenecían los conocidos como 'lobos gigantes' o 'lobos terribles', unos cánidos mucho más grandes que los lobos actuales de mayor tamaño -los lobos grises- que habitaron toda Norteamérica hasta hace unos 10.000 años. Estos temidos depredadores eran unos carnívoros prehistóricos que se alimentaban de otros grandes mamíferos, como los bisontes. Por lo que el lobo huargo no era el objetivo de Colossal Biosciences -algo imposible-, sino el A. dirus. Pero 'resucitar' una especie extinta no es tarea sencilla. Lo primero para replicar una vida determinada es conocer el genoma o 'manual de instrucciones' por el que cada ser vivo es como es (o fue tal como fue en el pasado). Y, en cuanto al lobo terrible, según cuentan desde Colossal Bioscience, el reto era mayúsculo, porque si bien hay muchos restos, su ADN no está en las mejores condiciones: «Se han recuperado miles de esqueletos intactos de los pozos de alquitrán de La Brea (...) Desafortunadamente, sumergir un esqueleto en alquitrán caliente durante miles de años no conserva bien el ADN», explican desde la compañía , quien adelantó a la revista ' Time ' su hallazgo en primer lugar. El desafío entonces radicó en ampliar los datos del genoma del A. dirus. Analizaron de nuevo información genética en dos piezas prometedoras (un diente y un hueso del oído de antiguos lobos terribles), extrayendo «hasta 55 veces más ADN» que el anterior estudio que intentó desentrañar la información genética del lobo gigante. «Estos avanzados métodos científicos y tecnológicos no solo han permitido a nuestro equipo descubrir secretos clave del majestuoso lobo terrible, sino también identificar el gen clave y las variantes reguladoras necesarias para su resurrección», señalan en el mismo comunicado. Una vez resuelto el rompecabezas genético, se buscó un pariente cercano, en este caso el lobo gris (Canis lupus). Con el genoma de ambos sobre la mesa, se modificaron con la tecnología CRISPR (las tijeras genéticas con las que se pueden 'cortar y pegar' ADN de forma dirigida) hasta 20 cambios en 14 genes del lobo gris para conseguir ejemplares que mostraran el pelaje blanco del extinto lobo, así como un mayor tamaño, unos músculos más fuertes y unos colmillos más pronunciados, a semejanza de la especie que vivió hace más de 10.000 años (aunque nunca introduciendo sus genes directamente, sino modificándolos sobre la base del lobo gris). Estos embriones se introdujeron en el útero de perras que los gestaron normalmente. Así es como nacieron Remus y Romulus , dos cachorros bautizados en honor al mito del origen de la antigua Roma. Tres meses más tarde llegó de la misma forma Khalessi, la primera loba modificada genéticamente para parecerse a un lobo gigante y con la que esperan perpetuar la 'renovada' especie. «Lo que han hecho, que es un hito por la cantidad de genes modificados a la vez, es replicar fenotípicamente al lobo gigante», explica a ABC Marc Martí-Renom, jefe del Grupo de Genómica Estructural en el Centro de Análisis Genómico (CNAG) de Barcelona. «Técnicamente es un hecho relevante, porque han conseguido modificar de forma dirigida y con éxito aparente una cantidad muy alta de genes. La modificación de uno solo ya implica cambios no esperados en otros, por lo que con 20 las posibilidades de que algo salga mal se multiplican. Y aquí parece que los cachorros están en buen estado». Sin embargo, en cuanto a si se trata de 'desextinción', tal y como proclama la propia Colossal Biosciences, Martí-Renom discrepa: «Para tener un animal idéntico el camino sería clonarlo, pero es imposible partiendo de la base de que el animal no existe. Tampoco podríamos hallarlo en fósiles, porque se extinguió hace miles de años y es casi imposible hallar un núcleo celular intacto», señala. «Lo que han hecho en Colossal Biosciences es un camino intermedio: sobre los genes de un lobo gris actual, llevar a cabo cambios genéticos para que termine siendo lo más parecido a un lobo gigante. Pero eso no es desextinción». «Esto no va más allá de la noticia fabulosa que implica traer a la vida una un animal parecido al que debió existir hace muchos años», dice por

Abr 8, 2025 - 17:22
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¿Han conseguido realmente 'desextinguir' al lobo huargo?
La controvertida compañía Colossal Biosciences hizo público este lunes que había conseguido 'desextinguir' a la especie Aenocyon dirus, un antiguo cánido desaparecido hace unos 10.000 años. La noticia se extendió como la pólvora y muchos titulares afirmaban que la empresa había 'resucitado' al temido lobo huargo de la serie 'Juego de Tronos'. Sin embargo, ¿qué hay de real tras todas estas noticias y qué opinan los expertos al respecto del comunicado de la compañía, famosa por sus intentos por devolver a la vida otras especies extintas como el mamut lanudo ? Para empezar, es necesario especificar que el lobo huargo es una creación de la saga literaria 'Juego de Tronos' que en realidad nunca existió. Sí que es cierto que los responsables de la serie de HBO se inspiraron en la especie Aenocyon dirus (o Canis dirus, según una nomeclatura anterior) a la que pertenecían los conocidos como 'lobos gigantes' o 'lobos terribles', unos cánidos mucho más grandes que los lobos actuales de mayor tamaño -los lobos grises- que habitaron toda Norteamérica hasta hace unos 10.000 años. Estos temidos depredadores eran unos carnívoros prehistóricos que se alimentaban de otros grandes mamíferos, como los bisontes. Por lo que el lobo huargo no era el objetivo de Colossal Biosciences -algo imposible-, sino el A. dirus. Pero 'resucitar' una especie extinta no es tarea sencilla. Lo primero para replicar una vida determinada es conocer el genoma o 'manual de instrucciones' por el que cada ser vivo es como es (o fue tal como fue en el pasado). Y, en cuanto al lobo terrible, según cuentan desde Colossal Bioscience, el reto era mayúsculo, porque si bien hay muchos restos, su ADN no está en las mejores condiciones: «Se han recuperado miles de esqueletos intactos de los pozos de alquitrán de La Brea (...) Desafortunadamente, sumergir un esqueleto en alquitrán caliente durante miles de años no conserva bien el ADN», explican desde la compañía , quien adelantó a la revista ' Time ' su hallazgo en primer lugar. El desafío entonces radicó en ampliar los datos del genoma del A. dirus. Analizaron de nuevo información genética en dos piezas prometedoras (un diente y un hueso del oído de antiguos lobos terribles), extrayendo «hasta 55 veces más ADN» que el anterior estudio que intentó desentrañar la información genética del lobo gigante. «Estos avanzados métodos científicos y tecnológicos no solo han permitido a nuestro equipo descubrir secretos clave del majestuoso lobo terrible, sino también identificar el gen clave y las variantes reguladoras necesarias para su resurrección», señalan en el mismo comunicado. Una vez resuelto el rompecabezas genético, se buscó un pariente cercano, en este caso el lobo gris (Canis lupus). Con el genoma de ambos sobre la mesa, se modificaron con la tecnología CRISPR (las tijeras genéticas con las que se pueden 'cortar y pegar' ADN de forma dirigida) hasta 20 cambios en 14 genes del lobo gris para conseguir ejemplares que mostraran el pelaje blanco del extinto lobo, así como un mayor tamaño, unos músculos más fuertes y unos colmillos más pronunciados, a semejanza de la especie que vivió hace más de 10.000 años (aunque nunca introduciendo sus genes directamente, sino modificándolos sobre la base del lobo gris). Estos embriones se introdujeron en el útero de perras que los gestaron normalmente. Así es como nacieron Remus y Romulus , dos cachorros bautizados en honor al mito del origen de la antigua Roma. Tres meses más tarde llegó de la misma forma Khalessi, la primera loba modificada genéticamente para parecerse a un lobo gigante y con la que esperan perpetuar la 'renovada' especie. «Lo que han hecho, que es un hito por la cantidad de genes modificados a la vez, es replicar fenotípicamente al lobo gigante», explica a ABC Marc Martí-Renom, jefe del Grupo de Genómica Estructural en el Centro de Análisis Genómico (CNAG) de Barcelona. «Técnicamente es un hecho relevante, porque han conseguido modificar de forma dirigida y con éxito aparente una cantidad muy alta de genes. La modificación de uno solo ya implica cambios no esperados en otros, por lo que con 20 las posibilidades de que algo salga mal se multiplican. Y aquí parece que los cachorros están en buen estado». Sin embargo, en cuanto a si se trata de 'desextinción', tal y como proclama la propia Colossal Biosciences, Martí-Renom discrepa: «Para tener un animal idéntico el camino sería clonarlo, pero es imposible partiendo de la base de que el animal no existe. Tampoco podríamos hallarlo en fósiles, porque se extinguió hace miles de años y es casi imposible hallar un núcleo celular intacto», señala. «Lo que han hecho en Colossal Biosciences es un camino intermedio: sobre los genes de un lobo gris actual, llevar a cabo cambios genéticos para que termine siendo lo más parecido a un lobo gigante. Pero eso no es desextinción». «Esto no va más allá de la noticia fabulosa que implica traer a la vida una un animal parecido al que debió existir hace muchos años», dice por su parte Lluís Montoliu, vicedirector del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), investigador y uno de los mayores expertos en tecnología CRISPR. «Lo que sí es cierto es que Colossal está al frente de la utilización de herramientas CRISPR, porque es capaz no ya de editar un gen, sino muchos. Y esto no es ni sencillo ni obvio: la multiedición puede generar muchos problemas a nivel de alteraciones cromosómicas, de reordenamientos, de translocaciones, de inversiones, de deleciones... Y ellos parecen haber resuelto todos estos problemas, porque lo cierto es que los animales sobreviven». Sin embargo, para Montoliu la principal duda -más allá de que la empresa no haya publicado aún su estudio, al contrario de lo que Colossal hizo con sus ratones con pelo de mamut , si bien no ha sido aún revisado por pares-, es qué persigue la empresa con estas desextinciones. «¿Quieren hacer un zoológico de criaturas imposibles? ¿Un parque temático de especies extintas? Porque traer a la vida animales que dejaron de existir en un entorno que no es el suyo es una gran responsabilidad». Muchas voces expertas señalan que estos lobos seguirían siendo, en base, lobos grises. «Lo que Colossal Biosciences ha producido es un lobo gris con características similares a las de un lobo gigante; no se trata de un lobo gigante reintroducido, sino de un 'híbrido'», ha indicado al SMC Nic Rawlence, director del Laboratorio de Paleogenética de Otago y profesor asociado del departamento de Zoología de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda). «Y lo que es más importante, es lo que ellos creen que son las características importantes del lobo gigantes. Los lobos gigantes se separaron de los lobos grises hace entre 2,5 y 6 millones de años. Pertenecen a un género completamente diferente al de los lobos grises. Colossal comparó los genomas del lobo gigante y del lobo gris, y a partir de unos 19.000 genes, determinaron que 20 cambios en 14 genes les daban un lobo gigante». «Los lobos y los lobos gigantes, a pesar de la parte de lobo de sus nombres, no están estrechamente relacionados, ya que se separaron de un antepasado común hace unos 6 millones de años, y el chacal africano podría estar más estrechamente relacionado con los lobos gigantes», indica por su parte al mismo organismo Philip Seddon, profesor del departamento de Zoología de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda). «Los lobos gigantes pertenecen a su propio género, por lo que son una especie muy diferente. Lo que ha hecho Colossal es introducir un pequeño número de cambios en el material genético de un lobo gris para producir cachorros de lobo gris con rasgos de lobo gigante, como pelaje pálido y un tamaño potencialmente ligeramente mayor. Así pues, son lobos grises híbridos o un lobo transgénico». En su defensa, la bióloga evolutiva en el equipo de Colossal Biosciences, Beth Shapiro, ha aseverado que, para ella, «la mejor definición de una especie es si se parece a esa especie, si actúa como esa especie, si cumple el papel de esa especie, entonces lo has logrado», ha afirmado la propia Shapiro a ABC News. La polémica, sin lugar a dudas, sigue tan viva como los nuevos cachorros, que crecen al margen del polvorín que han suscitado a su alrededor.