Gatos poco sociables: ¿es la adopción en hogares su mejor opción?
El resultado propone que deberían considerarse otras alternativas más adecuadas para su bienestar.

Adoptar un gato que ha vivido en la calle es, en muchos casos, un acto de generosidad con implicaciones más complejas de lo que podría parecer a simple vista. Muchos de estos felinos provienen de colonias callejeras gestionadas por cuidadoras o bien son de entornos donde nunca han tenido contacto humano regular. En este segundo caso, se trata de gatos completamente asilvestrados que han aprendido a sobrevivir evitando a las personas.
Aunque estos animales pueden ser capturados y puestos en adopción con la mejor de las intenciones, su proceso de adaptación en un hogar no siempre sigue el patrón esperable. Meses, e incluso años después de su llegada a una casa, algunos gatos continúan escondiéndose, evitando el contacto o mostrando señales de miedo y reactividad. Esta falta de cercanía puede generar frustración en los adoptantes que, sin la información adecuada, esperaban una convivencia más fluida y afectuosa.
Ante este tipo de situaciones, surge una pregunta clara: ¿están todos los gatos domésticos preparados para vivir en un hogar tradicional? Un estudio reciente publicado en el Journal of Shelter Medicine & Community Animal Health analiza cómo la falta de sociabilidad de algunos gatos afecta a su bienestar tras la adopción y la experiencia de quienes los acogen.
La investigación, realizada en la Toronto Humane Society de Ontario, Canadá, entre 2018 y 2022, se centró en gatos evaluados mediante el Feline Spectrum Assessment (FSA), una herramienta desarrollada por la ASPCA (Asociación Americana para la Prevención de Crueldad contra los Animales) para medir el grado de sociabilidad de los felinos hacia las personas. El estudio comparó gatos considerados ‘poco sociables’ con un grupo de control de gatos presuntamente sociables, analizando su comportamiento postadopción y las percepciones de sus adoptantes.
Dificultades en la adaptación
Los gatos evaluados con el FSA mostraron diferencias marcadas según su nivel de sociabilidad. Aquellos con puntuaciones más bajas, es decir, los menos sociables, exhibieron comportamientos de miedo más frecuentes y fueron menos afectuosos que los gatos del grupo de control.
Cerca del 44% de estos felinos evitaban ser acariciados por sus adoptantes, y más de un tercio se escondían o huían al ser abordados, incluso por personas conocidas. Estos comportamientos indican que, incluso tras un periodo de ajuste, los gatos poco sociables experimentan estrés y miedo permanentes y de forma crónica, lo que compromete su calidad de vida en un entorno doméstico convencional.
Adopciones satisfactorias, pero con matices
A pesar de las dificultades, el estudio encontró que el 89% de los adoptantes de gatos con las puntuaciones más bajas en la herramienta de sociabilidad, se declararon satisfechos o muy satisfechos con la adopción, una cifra solo ligeramente inferior al 95% y 97% reportado por los adoptantes de gatos más sociables y del grupo de control, respectivamente. Además, la tasa de devolución de los animales fue idéntica para ambos grupos, un 14%, lo que sugiere que muchos adoptantes están dispuestos a trabajar en la relación con sus gatos menos sociables.
Sin embargo, destaca un dato: el 19% de los adoptantes de gatos poco sociables consideraron que sus felinos estarían mejor en un entorno sin interacción directa con las personas, frente a menos del 9% en los otros grupos. Esto refleja una preocupación genuina por el bienestar de los animales y plantea la necesidad de explorar opciones no tradicionales, como la creación y desarrollo de espacios cerrados en entornos seminaturalizados y bajo controles de reproducción (método CES) tal como se hace con las colonias callejeras.
Alternativas para un bienestar felino sostenible
Los autores del estudio, liderados por Jaklyn J. Ellis, concluyen que los gatos con menor sociabilidad suelen tener una peor calidad de vida en el interior de los hogares, enfrentando estrés continuo que podría evitarse con alternativas mejor adaptadas a su naturaleza. En España, donde el abandono felino sigue siendo un problema significativo y según la Fundación Affinity, en 2023 se recogieron más de 286.000 gatos, las protectoras podrían beneficiarse de herramientas como el FSA para identificar a los gatos menos sociables y orientar sus adopciones hacia entornos más adecuados.
La implementación de programas de reubicación en entornos controlados, como instalaciones cerradas en zonas rurales y seminaturalizadas, puede ofrecer una alternativa ética y adaptada para gatos que no se adaptan bien a la convivencia estrecha con humanos. Al mismo tiempo, reducirían la presión sobre protectoras saturadas y evitarían situaciones de estrés crónico en gatos forzados a una vida doméstica para la que no están preparados.
Mientras esto pudiera llegar a hacerse realidad, es necesario informar a los adoptantes sobre las expectativas al acoger a un gato con estas características para garantizar relaciones más realistas y sanas, asegurando que cada felino encuentre el hogar que realmente le permita prosperar.
Referencia:
- Post-Adoption Behavior and Adopter Satisfaction of Cats Across Socialization Likelihoods. Jaklyn J. Ellis et al. Journal of Shelter Medicine & Community Animal Health (2025)