Fernando Bonete: “Un bookstagrammer es un lector abierto al mundo”

Hablamos con Fernando Bonete de la afición al surf de Agatha Christie, sobre cómo Rafael Alberti rechazó el Premio Nobel y acerca de la convivencia entre críticos tradicionales e influencers literarios. ***** —Ya nos advierte en las notas iniciales que no todo es verdad ni tampoco mentira. ¿Cuántas falsas leyendas hay alrededor de escritores famosos... Leer más La entrada Fernando Bonete: “Un bookstagrammer es un lector abierto al mundo” aparece primero en Zenda.

Feb 13, 2025 - 08:35
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Fernando Bonete: “Un bookstagrammer es un lector abierto al mundo”

Leer las novelas de los grandes autores está muy bien, pero curiosear sobre sus vidas está aún mejor. Resulta reconfortante creer en la “teoría Marlowe”, pensar que William Shakespeare nunca existió y que fue un agente secreto el que escribió sus obras; conocer que la Pardo Bazán fue una traficante de armas para la causa carlista; y descubrir que una línea de parentesco une a Bertín Osborne y J. R. R. Tolkien. Todas estas anécdotas, y muchas más, hasta cien, están recogidas en Malas lenguas (Ediciones B), de Fernando Bonete. Pero Bonete no sólo escribe libros, también es profesor universitario y tiene una cuenta en Instagram (@en_bookle), con casi medio millón de seguidores, en la que comparte reels sobre Mircea Cărtărescu y Han Kang.

Hablamos con Fernando Bonete de la afición al surf de Agatha Christie, sobre cómo Rafael Alberti rechazó el Premio Nobel y acerca de la convivencia entre críticos tradicionales e influencers literarios.

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—Ya nos advierte en las notas iniciales que no todo es verdad ni tampoco mentira. ¿Cuántas falsas leyendas hay alrededor de escritores famosos que seguimos dando por buenas?

"La mayoría de los relatos sobre Quevedo son falsos. No hay ningún escritor del que circulen tanto número de bulos y de mentiras"

—Unas cuantas. (Ríe) Quizás una de las más llamativas es aquella que se atribuye a diferentes personalidades de nuestra cultura, como Unamuno, Juan Valera y Menéndez Pelayo. En una conferencia, el ponente dijo “Shakespeare” pronunciado en español, tal cual suena, y los oyentes se rieron. El escritor —molesto— dijo que no sabía que el público supiese tanto inglés, y a partir de ese momento dio el resto de la charla completamente en ese idioma. A mí me habían dicho que el protagonista de esa anécdota había sido Unamuno; lo busqué en internet y me encontré con la misma historia adjudicada a diferentes literatos… El caso más paradigmático es el de Francisco de Quevedo; por su manera de ser, él se prestaba a muchas de las leyendas que se cuentan sobre su figura. La mayoría de los relatos sobre Quevedo son falsos. No hay ningún escritor del que circulen tanto número de bulos y de mentiras.

—Un buen ejemplo sobre la anterior es la historia de Safo, con quien comienza el libro.

—Eso responde a la lectura que se hace de figuras como la de Safo a lo largo de la historia, una lectura en función de la cosmovisión que tienen los hombres y las mujeres de cada época y de cada lugar. La visión que tenemos de Safo actualmente —en la época de la posmodernidad y la justicia social— es la de la Safo lesbiana, la del referente del lesbianismo en la historia de la humanidad. Cuando, en realidad, tirando por lo purista y sin caer en historicismos, el concepto de homosexualidad ni siquiera existía cuando ella vivió. Además, tampoco se puede demostrar a ciencia cierta que fuera lesbiana.

—En su libro descubrimos a autores que se han difuminado con el paso de los siglos, como Mateo Alemán, que en su momento compitió con los más grandes.

—Yo diría aún más: no es que se haya difuminado, es que ni siquiera se sabe hoy quién es. Estamos hablando de uno de los autores, junto con Cervantes, más importantes de nuestra literatura; ambos fueron los inventores de la novela moderna. Todo el mundo conoce a Cervantes, pero a esas mismas personas Mateo Alemán les suena a chino.

 

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—¿De cuántas maneras han matado a Poe?

—No he contabilizado la cantidad de bulos que hay sobre los escritores y tampoco las veces que se los ha matado. Sobre los grandes escritores de la historia de la humanidad, también de algunos músicos y pintores, hay un montón de elucubraciones acerca de su fallecimiento. En el caso de Poe se han contado muchas posibles historias sobre su muerte, cuando la verdad en este caso es más sorprendente: Poe desaparece después de un engaño. Lo emborrachan, lo drogan y acaban matándolo.

—Lo de Agatha Christie surfeando…

"Agatha Christie viajó mucho a Hawái, y fue allí donde al parecer aprendió a surfear sobre una tabla"

—(Risas) Esta historia la encontré por casualidad cuando estaba buscando información sobre su desaparición. Agatha Christie estuvo once días en paradero desconocido sin que se terminara de saber qué ocurrió realmente durante ese tiempo. Se encontró su coche estrellado contra un árbol, pero ella no estaba dentro ni en las inmediaciones; incluso se activó una búsqueda a nivel nacional, la primera en la que participó la Fuerza Aérea de Reino Unido. Y en ese proceso de investigación me encontré con lo de la Agatha Christie surfista. Ella viajó mucho a Hawái, y fue allí donde al parecer aprendió a surfear sobre una tabla. Por lo visto, Agatha Christie fue una de las personas que importó este deporte a Europa. Lo que no llegué a confirmar fue si la escritora había practicado surf en Gran Canaria, que le gustaba mucho y donde viajó en varias ocasiones.

—También desconocía lo de Rafael Alberti y el Premio Nobel.

—Ahora el Nobel se conoce en directo; el premiado lo sabe cuando se pronuncia su nombre. Pero esto no siempre funcionó así. Hubo una etapa dilatada de este galardón en la que se le avisaba antes al elegido de esa edición. Rafael Alberti no era muy amigo de los premios. Por lo visto, sólo aceptaba los que le daban aquellos jurados que habían comprendido bien su obra. El Nobel le coincidía con otro premio que le daban en Roma y decidió rechazar el primero y quedarse con el reconocimiento que le entregaban en Italia. Renuncia al montante del Nobel y se queda con la humilde cantidad del galardón que gana en Roma: treinta botellas de vino. Lo curioso de todo esto es la razón de ese rechazo: que los suecos no habían comprendido correctamente Marinero en tierra, según Alberti. Tampoco aceptó el Príncipe de Asturias, aunque sí accedió a recibir el Nacional de Literatura.

—Lo de los Nobel da para un libro.

—Totalmente

—Aprovecho la mención al Nobel: usted no está muy de acuerdo con los de Annie Ernaux ni Han Kang.

"Annie Ernaux y Han Kang no tienen el toque de trascendencia que le presupongo a un Nobel"

—Todos a los que nos gusta leer, también a los que nos dedicamos académicamente a la literatura, sabemos que, como en todo arte, hay una parte subjetiva. Yo tengo mi opinión, y habrá gente que piense lo contrario, como los miembros de la Academia. Es normal. Las dos me parecen escritoras fabulosas. Pero, después de leerme prácticamente toda la obra publicada en español de ambas, pienso que son dos escritoras que no tienen el toque de trascendencia que le presupongo a un Nobel. No las veo con vocación de clásico ni creo que, a años vista, su literatura vaya a perdurar.

—¿Jon Fosse sí tiene ese toque de trascendencia?

—Sí. Leo Septología de Jon Fosse y me doy cuenta de que es una obra con vocación de clásico, que sobrevivirá al paso de los años. Y eso que a Fosse le dan el premio por su producción teatral, pero en su prosa hay grandes obras.

—Volvamos a lo insólito. Lo de Tolkien y Bertín Osborne que cuenta en su libro también tiene lo suyo.

—Es una conexión indirecta. (Ríe) Francis Xavier Morgan, el “tío Curro”, fue el tutor de Tolkien, al que acogió después de la muerte de su padre. Este hecho fue importante para que Tolkien siguiera con sus estudios porque, al quedarse huérfano, sus posibilidades económicas eran muy escasas. Más que un tutor, fue su padrino. De esta forma, Tolkien tuvo acceso a muchos libros de relatos, como los de Cecilia Böll de Faber, que era familiar directa del padre Francis Xavier. El autor de El hobbit se inspiró en el estilo de esta escritora. Este Francis Xavier, conocido por todos como el “tío Curro”, era gaditano y estaba emparentado con la familia Osborne; Bertín es su sobrino bisnieto.

—Los de la Generación Beat se pensaban que habían descubierto al escribir drogados, pero ya hubo un autor que se lo gastaba todo en pastillas, que se pulió el Goncourt en drogas. 

"Proust se gastó en drogas todo lo que ganó con el premio Goncourt"

—Marcel Proust. En El proustógrafo (Alianza editorial, 2022), de Nicolas Ragonneau, hay un apartado dedicado a todas las drogas que llegó a probar y a ingerir: belladona, polvo de Legrás, morfina, tetronal, opio, laxante cáscara sagrada… Está demostrado que todo lo que ganó con el premio Goncourt se lo gastó en estupefacientes. Además de las drogas duras, también le daba a las blandas: Proust bebía diecisiete tazas de café al día. Otra cosa es saber si esas frases tan largas tenían relación con lo espídico que iba ese día. (Risas)

—En su libro conocemos a escritores con vidas trágicas. Emilio Salgari se lleva la palma.

—Primero hay que decir que llevó una vida paradigmática en comparación con lo que nos propone su obra. Cuando uno empieza a leer su obra, resulta chocante saber que él no era para nada un tipo aventurero, y que todo lo que plasma en sus obras proviene de los mundos imaginarios que crea a partir de lo que lee en los libros. Salgari fue un ratón de biblioteca. Apenas viajó y no vivió nada épico en su vida. Y su final también es paradigmático, porque su obra es alegre, ofrece una cierta esperanza en la humanidad, y su suicidio es trágico. Algunos afirman que se mató con la llamada espada de Sandokán y otros con una navaja de afeitar. El tramo final de su vida estuvo marcado por el drama. Su mujer fue ingresada en un manicomio después de contraer la sífilis que él le transmitió, y su hija presenció algunos de los intentos de Salgari por quitarse la vida previos al suicidio final.

—¿Se imagina que Georges Simenon hubiera tenido cuenta en TikTok? En su libro lo define como el primer streamer literario.

"Me imagino una cuenta de Georges Simenon, en Instagram o TikTok, como un directo de veinticuatro horas escribiendo a toda velocidad"

—Cuando supe que Simenon escribía tan rápido, con tal celeridad, me recordó a esos directos de TikTok en los que la gente se pone a leer o a estudiar durante varias horas. Me imagino una cuenta de Georges Simenon en redes sociales, en Instagram o en TikTok, como un directo de veinticuatro horas escribiendo a toda velocidad.

—Hablando de velocidad, ¿es cierto que George R. R. Martin es lento escribiendo?

—En términos absolutos nos puede parecer que sí, pero en términos relativos no lo es para nada. O al menos no lo es para alimentar las quejas y los reproches que le hacemos por no tener lista la sexta parte de Canción de hielo y fuego. Hay un estudio del Washington Post comparando cifras —páginas escritas en función de los años transcurridos— con J. K. Rowling, y Martin sale ganador. También hay que tener en cuenta que, aunque no ha seguido con la serie de Canción de hielo y fuego, sí que ha escrito otras líneas narrativas.

 

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—Tiene casi 500.000 seguidores en Instagram. ¿Cómo es el trabajo de un bookstagrammer?

—El de un lector abierto al mundo. Hago lo mismo que haría cualquier apasionado de la lectura: leo mucho y hablo con otras personas de aquellos libros que me han entusiasmado. Dedicamos buena parte del día a leer, y cuando encontramos algo que es bueno y nos gusta se lo decimos a los demás.

—¿Cuál es la mejor red social para compartir literatura?

—Yo creo que Instagram. En estos momentos, al menos, porque tenemos un híbrido entre lo que nos puede ofrecer YouTube, con un formato de vídeo más largo —con reseñas de los booktubers en torno a los diez minutos, que en Instagram se pueden alargar hasta los tres—, y a la vez tienes el dinamismo de TikTok. Instagram sintoniza con nuestra querencia por consumir vídeos cortos, que no nos pidan demasiada atención, y a la vez nos permite hacer algo más elaborado. Pese a todo, no se puede despreciar a ninguna red social: ahí tenemos el ejemplo de TikTok con el fenómeno del #BookTok.

—¿Cómo va a ser la convivencia entra la prensa cultural clásica y bookstagramers y booktubers en los próximos años? 

"La crítica cultural tradicional no va a desaparecer porque siempre tendrá su nicho de personas, aunque las audiencias ya son abismalmente distintas"

—Es difícil saber lo que va a ocurrir en el futuro, y menos aún en estos tiempos con tantos cambios. Ambas son formas de difundir la cultura, pero persiguen objetivos distintos. El crítico literario apuesta por la interpretación profunda de la obra, mientras que el trabajo que hacemos en redes sociales está enfocado en comunicar y compartir una experiencia de lectura. El crítico ayuda a comprender la obra y el bookstagrammer cuenta la experiencia que ha tenido al leer ese libro. Lo que ocurre es que en nuestros días lo que triunfa es lo vivencial, lo experiencial, lo subjetivo, por encima de lo puramente académico. Ya no es sólo una cuestión de que los formatos tengan más alcance, o de que las audiencias tengan más presencias en determinadas plataformas digitales, lo importante es que la gente que está interesada en la cultura quiere que se le hable desde el punto de vista experiencial. La crítica cultural tradicional no va a desaparecer, porque siempre tendrá su nicho de personas, aunque las audiencias ya son abismalmente distintas. Los medios tradicionales van a tener que cambiar la forma de dar cobertura a los temas culturales.

—Terminamos. ¿Se incorporarán los comunicadores digitales a los medios de comunicación culturales tradicionales?

—Quiero pensar que sí. Esta pregunta me gusta mucho porque es algo sobre lo que llevo tiempo reflexionando. Quiero pensar que esa incorporación se va a producir, pero no la estoy viendo. Esto es algo que sí está pasando en el mundo del entretenimiento. Un ejemplo es lo de Lola Lolita en El hormiguero: arrastran al programa una audiencia joven y fresca que nunca habían tenido. Sin embargo, en los medios culturales no he visto ese movimiento. A todos les conviene: los influencers llevan sus seguidores, y los medios, como la televisión, ofrecen seguridad; ya no es necesario negociar cada campaña en tu cuenta de redes sociales, al firmar con un programa lo haces sólo una vez. Es un camino de ida y vuelta; un verdadero win-win para los dos. Quiero creer que eso es algo que va a cambiar en algún momento.

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