Pegó una coz y una costalada en varas el primero, que era de pañuelo verde en Las Ventas y en Australia. Con razón protestaba el personal: Fabiolo estaba completamente inválido. Cuajado, pero de agradable cara era el de Sánchez Herrero, sustituido por un sobrero de Aurelio Hernando. Chocito se llamaba el jabonero, con más movilidad que estilo, con mejor embroque que despedida. A peor fue durante la lidia, cada vez más rebrincado. A más iba el muelle de su testa, mientras Álvaro de Chinchón le buscaba con voluntad las vueltas. Le costaba humillar al segundo, hecho cuesta arriba y complicado en banderillas. Cada vez más saltarín y andarín, pero sin raza. Dejándole la muleta puesta, Manuel Caballero logró hilvanar dos...
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