Nada que reprochar, pero no hay consuelo por la eliminación y sí mucha rabia. En una sola noche, el Barça se quedó sin Champions y sin la posibilidad de triplete después de unas semifinales que pasarán a la historia. Han sido dos partidazos de muchos quilates, pero el Barça no ha ganado ni uno. Ni la ida ni la vuelta. Es muy raro que el equipo de
Hansi Flick tuviese que remontar un 0-2 en Montjuïc y tuvo que lograr la misma proeza en el Meazza. Demasiado esfuerzo y demasiado fútbol culé para terminar yendo a la prórroga por un gol recibido en el minuto 93, cuando has conseguido ponerte delante en el marcador por el alud de fútbol y por los goles de
Eric, de
Olmo y de
Raphinha. Europa es cruel. Vuelve a serlo. Pero que te metan un gol a los treinta segundos de la eliminatoria y que te metan otro en el último suspiro de la vuelta, es que algo no has hecho bien. Y los errores se pagan muy caros.
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