Esta fortificación medieval con iglesia románica fue testigo de una de las alianzas más decisivas de la historia de España

Fernando de Aragón eligió este enclave segoviano como refugio en 1474, pocos días antes de reencontrarse con Isabel en Segovia, en un momento crucial que marcaría el inicio de su papel protagonista en la historia política de la penínsulaEl último emperador romano nació en un pueblo de Segovia que tiene uno de los castillos más bonitos de España Una iglesia que sirvió de núcleo para levantar una fortaleza a su alrededor no es precisamente lo más habitual. Tampoco lo es que sus muros parezcan teñidos de rosa, ni que un futuro rey de España eligiera ese lugar como refugio justo antes de una de las decisiones más trascendentes de su vida. Pero todo eso ocurre en Turégano, un pequeño pueblo segoviano que esconde una fortaleza del siglo XII tan peculiar como determinante. Allí se alojó Fernando de Aragón en 1474, solo unos días antes de su encuentro con Isabel en Segovia. No era aún el Católico, pero ya sabía que lo suyo con la hija de Juan II iba a ser muy importante para la historia de España. Una iglesia con vocación de fortaleza La no lo construyó un noble guerrero ni un rey celoso de su frontera, sino un obispo. Pedro de Agén fue el impulsor de la iglesia románica de San Miguel Arcángel, levantada a finales del siglo XII y embutida sin complejos dentro del recinto militar, cuando la reina doña Urraca le donó la villa de Turégano. Aquel templo de tres naves, bóvedas de cañón apuntadas y capiteles con vegetación tallada acabaría formando parte inseparable de una fortaleza que, en su versión definitiva, combinaría rezos, piedras y cañones. Aunque la artillería llegó algo más tarde. Los Reyes Católicos están ligados al castillo de Turégano No fue hasta los siglos XV y XVI cuando se reforzó el carácter defensivo del conjunto, con nuevas torres, gruesos muros y huecos para armas de fuego. Los añadidos se deben en buena parte al obispo Juan Arias Dávila, que en su empeño por proteger los intereses de su diócesis no tuvo reparos en transformar un lugar sagrado en bastión militar. De hecho, para dejar claro quién mandaba, ordenó colocar un balcón entre dos torres desde el que se dominaba todo el pueblo. Que nadie se olvidara de que la Iglesia estaba por encima. Lo más llamativo de todo el conjunto, sin embargo, no son ni los escudos episcopales ni las saeteras: es el color. Las piedras del Castillo de Turégano tienen un tono rosado que ha hecho que muchos lo conozcan directamente como el castillo rosa. Un apelativo algo cursi, pero que se ajusta sorprendentemente bien a una fortaleza que fue prisión episcopal, cuartel y hasta residencia temporal de monarcas. El castillo es Monumento Nacional desde 1931 Antonio Pérez, que llegó a ser uno de los hombres más influyentes del reino como secretario de Felipe II, acabó encerrado en el Castillo de Turégano en 1585, tras ser acusado de participar en el asesinato de Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austri

Mar 30, 2025 - 17:28
 0
Esta fortificación medieval con iglesia románica fue testigo de una de las alianzas más decisivas de la historia de España

Esta fortificación medieval con iglesia románica fue testigo de una de las alianzas más decisivas de la historia de España

Fernando de Aragón eligió este enclave segoviano como refugio en 1474, pocos días antes de reencontrarse con Isabel en Segovia, en un momento crucial que marcaría el inicio de su papel protagonista en la historia política de la península

El último emperador romano nació en un pueblo de Segovia que tiene uno de los castillos más bonitos de España

Una iglesia que sirvió de núcleo para levantar una fortaleza a su alrededor no es precisamente lo más habitual. Tampoco lo es que sus muros parezcan teñidos de rosa, ni que un futuro rey de España eligiera ese lugar como refugio justo antes de una de las decisiones más trascendentes de su vida. Pero todo eso ocurre en Turégano, un pequeño pueblo segoviano que esconde una fortaleza del siglo XII tan peculiar como determinante.

Allí se alojó Fernando de Aragón en 1474, solo unos días antes de su encuentro con Isabel en Segovia. No era aún el Católico, pero ya sabía que lo suyo con la hija de Juan II iba a ser muy importante para la historia de España.

Una iglesia con vocación de fortaleza

La no lo construyó un noble guerrero ni un rey celoso de su frontera, sino un obispo. Pedro de Agén fue el impulsor de la iglesia románica de San Miguel Arcángel, levantada a finales del siglo XII y embutida sin complejos dentro del recinto militar, cuando la reina doña Urraca le donó la villa de Turégano. Aquel templo de tres naves, bóvedas de cañón apuntadas y capiteles con vegetación tallada acabaría formando parte inseparable de una fortaleza que, en su versión definitiva, combinaría rezos, piedras y cañones. Aunque la artillería llegó algo más tarde.

Los Reyes Católicos están ligados al castillo de Turégano

No fue hasta los siglos XV y XVI cuando se reforzó el carácter defensivo del conjunto, con nuevas torres, gruesos muros y huecos para armas de fuego. Los añadidos se deben en buena parte al obispo Juan Arias Dávila, que en su empeño por proteger los intereses de su diócesis no tuvo reparos en transformar un lugar sagrado en bastión militar. De hecho, para dejar claro quién mandaba, ordenó colocar un balcón entre dos torres desde el que se dominaba todo el pueblo. Que nadie se olvidara de que la Iglesia estaba por encima.

Lo más llamativo de todo el conjunto, sin embargo, no son ni los escudos episcopales ni las saeteras: es el color. Las piedras del Castillo de Turégano tienen un tono rosado que ha hecho que muchos lo conozcan directamente como el castillo rosa. Un apelativo algo cursi, pero que se ajusta sorprendentemente bien a una fortaleza que fue prisión episcopal, cuartel y hasta residencia temporal de monarcas.

El castillo es Monumento Nacional desde 1931

Antonio Pérez, que llegó a ser uno de los hombres más influyentes del reino como secretario de Felipe II, acabó encerrado en el Castillo de Turégano en 1585, tras ser acusado de participar en el asesinato de Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria. Había perdido la protección del rey y tenía más enemigos que aliados, así que estar preso resultaba, paradójicamente, más seguro que andar libre.

Por lo tanto, el castillo, a medio camino entre un palacio eclesiástico y una fortaleza militar, servía tanto para proteger como condenar, según conviniera. Aunque hoy lo más duro que se puede encontrar entre sus muros es la cuesta que hay que subir para visitarlo.

Más historia y buen comer

Desde 1994, la gestión del castillo corresponde al Ayuntamiento de Turégano, excepto la iglesia, que sigue bajo control de la diócesis. Las visitas son siempre guiadas y los horarios cambian según la época del año. El acceso depende de la agenda municipal, así que conviene informarse antes de plantarse allí con intención de adentrarse en su interior.

Turégano está a unos treinta kilómetros de Segovia capital, y aunque no tiene grandes dimensiones, sí guarda unas cuantas sorpresas más. La iglesia de Santiago y la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, por ejemplo, añaden más historia al recorrido. Y si queda algo de hambre —cultural o literal—, la Plaza Mayor ofrece terrazas, embutidos y cochinillo sin salir del casco urbano.

Este sitio utiliza cookies. Al continuar navegando por el sitio, usted acepta nuestro uso de cookies.