¿No tienes traje?

Siempre he defendido que los hombres perdemos mucho con la tendencia actual de no llevar traje y corbata. Nuestros padres y abuelos, con independencia de dónde...

Mar 3, 2025 - 08:18
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¿No tienes traje?

Siempre he defendido que los hombres perdemos mucho con la tendencia actual de no llevar traje y corbata. Nuestros padres y abuelos, con independencia de dónde trabajaran y vivieran, tenían una chaqueta y corbata para las grandes ocasiones. Una celebración, una entrevista de trabajo, un funeral o hasta ir al médico exigía una vestimenta formal para mostrar respeto.

Daba igual si esa ropa era buena o mala, a la moda o antigua, barata o cara, el traje era una prenda en el armario de cualquier hombre español. No hay foto familiar sin un antepasado con su americana y corbata oscura. Y esa imagen de elegancia quedaba en la retina grabada de sus descendientes porque el traje masculino precisamente se inventó para ayudar a la apariencia del hombre ocultando un exceso de grasa en el abdomen o unos hombros poco musculados. Las hombreras y la longitud de la chaqueta por debajo de los glúteos, sin duda, mejoraban la imagen de cualquiera. Si a ello se le añadía una camisa blanca y una corbata, el resultado era un paisano con aspecto pulcro al mismo tiempo que lanzaba un mensaje de formalidad y preocupación por agradar.

Los que defienden que el traje es una prenda elitista no saben qué responder ante el precio de las zapatillas que se han puesto de moda o de esas sudaderas que arrasan y cuestan más que tres trajes en una tienda popular. No es el argumento económico lo que ha hecho que se abandone el traje sino la supuesta comodidad de prescindir de la obligación de anudarse la corbata y ponerse una chaqueta y unos zapatos oscuros. El problema es que ese confort en demasiadas ocasiones está reñido con la estética. Un traje sienta bien a cualquiera porque se diseñó para eso, pero me temo que el estilo chándal actual fue inspirado por jóvenes deportistas americanos, que no se parecen mucho al español medio.

Así pensaba yo hasta este viernes. Y ha tenido que ser la encerrona que sufrió el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en su reunión con Donald Trump en el despacho oval de la Casa Blanca lo que me ha hecho cambiar de opinión. Zelenski acudió vestido con ropa militar como lleva haciéndolo desde hace tres años, cuando comenzó la invasión de su país por parte de Rusia. Lo ha hecho con mandatarios de todo el mundo, desde jefes de Estado a reyes, pasando por el Papa o religiosos de todo credo. El presidente ha defendido esa indumentaria del Ejército ucraniano como una muestra de respeto a los militares en el frente, cientos de miles de fallecidos y a los ciudadanos que tan mal lo están pasando con millones de ellos desplazados de sus hogares. Y muchas veces ha dicho que tiene un traje preparado para vestirlo cuando acabe la guerra. Todo público y notorio.

Aun así, en plena conversación, retransmitida por televisión, entre Trump y Zelenski sobre un eventual acuerdo con Rusia para un alto el fuego, un periodista con tono burlesco le echó en cara si no tenía traje y cómo mostraba tan poco respeto así vestido en la sede de la presidencia de los Estados Unidos. La pregunta formaba parte de una estrategia para humillar al ucraniano y de paso a los políticos que le habían apoyado en el pasado. El tiempo dirá si le ha funcionado o no a Trump esta puesta en escena, pero a mí sí me ha afectado, y aunque sea por unos días, dejaré de alabar el traje para reivindicar el coraje y el mensaje del suéter negro de Zelenski.