ENCUESTA: ¿Debería el Gobierno invertir más en infraestructuras energéticas resilientes?

No hacía falta una serie de catástrofes ni un guion de ciencia ficción: bastaron unos segundos para que las luces parpadearan, los móviles perdieran cobertura y los relojes digitales se congelaran. El lunes 28 de abril, España entera vivió una experiencia que parecía sacada de otro tiempo. De repente, lo automático dejó de funcionar, lo digital se volvió inútil y lo cotidiano se transformó en incertidumbre. Durante varias horas, las ciudades se desaceleraron y millones de personas se preguntaron lo mismo: ¿qué está pasando? El apagón afectó a gran parte del territorio español, extendiéndose también a Portugal y zonas del sur de Francia. Se paralizaron trenes, se cortaron comunicaciones, se detuvo parte del transporte urbano y los servicios de emergencia tuvieron que activar protocolos extraordinarios. Aunque el suministro eléctrico fue restablecido de manera progresiva a lo largo del día, el daño simbólico ya estaba hecho: vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la energía, pero pocas veces reflexionamos sobre su fragilidad. Las autoridades, incluidas Red Eléctrica y el Ministerio para la Transición Ecológica, señalaron que la causa podría estar en un fallo en una interconexión con Francia. Sin embargo, aún se esperan los informes técnicos definitivos que esclarezcan el origen exacto del problema. Mientras tanto, expertos y analistas del sector eléctrico coinciden en que el sistema energético español —aunque sólido en condiciones normales— muestra vulnerabilidades preocupantes ante fenómenos inesperados. En los últimos años, se han producido señales de advertencia que no siempre se han traducido en medidas concretas. En septiembre de 2024, Red Eléctrica ya alertó sobre tensiones en la red debido al crecimiento de la demanda y la falta de inversión en infraestructuras estratégicas. Además, con la transición hacia fuentes renovables, el modelo tradicional de generación y distribución ha entrado en una fase de transformación que exige una mayor planificación y resiliencia. Las consecuencias del apagón no fueron solo técnicas. En muchas comunidades se vivieron momentos de confusión, especialmente en hospitales, centros educativos y núcleos rurales. Las redes sociales se llenaron de mensajes buscando explicaciones, compartiendo consejos o simplemente relatando el desconcierto general. La experiencia ha servido como un recordatorio brutal de nuestra vulnerabilidad y de lo poco preparados que estamos —a nivel institucional y personal— para afrontar este tipo de emergencias. El Gobierno ha asegurado que revisará los protocolos de actuación y que impulsará nuevas inversiones en infraestructuras críticas. Sin embargo, no son pocos los que cuestionan si este compromiso será real o si, como ocurre tantas veces, se desvanecerá con el paso de los días y la recuperación del suministro. Más allá de lo ocurrido este lunes, la gran pregunta que sobrevuela ahora es si aprenderemos algo de esta sacudida eléctrica. Porque cuando todo depende de la estabilidad de una red, la prevención no puede ser opcional. La experiencia del 28 de abril ha puesto en evidencia que no basta con tener energía; también necesitamos garantías de continuidad y planes sólidos frente a posibles fallos. Por eso queremos conocer tu opinión: Encuesta ¿Debería el Gobierno invertir más...

Abr 29, 2025 - 10:40
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ENCUESTA: ¿Debería el Gobierno invertir más en infraestructuras energéticas resilientes?
No hacía falta una serie de catástrofes ni un guion de ciencia ficción: bastaron unos segundos para que las luces parpadearan, los móviles perdieran cobertura y los relojes digitales se congelaran. El lunes 28 de abril, España entera vivió una experiencia que parecía sacada de otro tiempo. De repente, lo automático dejó de funcionar, lo digital se volvió inútil y lo cotidiano se transformó en incertidumbre. Durante varias horas, las ciudades se desaceleraron y millones de personas se preguntaron lo mismo: ¿qué está pasando? El apagón afectó a gran parte del territorio español, extendiéndose también a Portugal y zonas del sur de Francia. Se paralizaron trenes, se cortaron comunicaciones, se detuvo parte del transporte urbano y los servicios de emergencia tuvieron que activar protocolos extraordinarios. Aunque el suministro eléctrico fue restablecido de manera progresiva a lo largo del día, el daño simbólico ya estaba hecho: vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la energía, pero pocas veces reflexionamos sobre su fragilidad. Las autoridades, incluidas Red Eléctrica y el Ministerio para la Transición Ecológica, señalaron que la causa podría estar en un fallo en una interconexión con Francia. Sin embargo, aún se esperan los informes técnicos definitivos que esclarezcan el origen exacto del problema. Mientras tanto, expertos y analistas del sector eléctrico coinciden en que el sistema energético español —aunque sólido en condiciones normales— muestra vulnerabilidades preocupantes ante fenómenos inesperados. En los últimos años, se han producido señales de advertencia que no siempre se han traducido en medidas concretas. En septiembre de 2024, Red Eléctrica ya alertó sobre tensiones en la red debido al crecimiento de la demanda y la falta de inversión en infraestructuras estratégicas. Además, con la transición hacia fuentes renovables, el modelo tradicional de generación y distribución ha entrado en una fase de transformación que exige una mayor planificación y resiliencia. Las consecuencias del apagón no fueron solo técnicas. En muchas comunidades se vivieron momentos de confusión, especialmente en hospitales, centros educativos y núcleos rurales. Las redes sociales se llenaron de mensajes buscando explicaciones, compartiendo consejos o simplemente relatando el desconcierto general. La experiencia ha servido como un recordatorio brutal de nuestra vulnerabilidad y de lo poco preparados que estamos —a nivel institucional y personal— para afrontar este tipo de emergencias. El Gobierno ha asegurado que revisará los protocolos de actuación y que impulsará nuevas inversiones en infraestructuras críticas. Sin embargo, no son pocos los que cuestionan si este compromiso será real o si, como ocurre tantas veces, se desvanecerá con el paso de los días y la recuperación del suministro. Más allá de lo ocurrido este lunes, la gran pregunta que sobrevuela ahora es si aprenderemos algo de esta sacudida eléctrica. Porque cuando todo depende de la estabilidad de una red, la prevención no puede ser opcional. La experiencia del 28 de abril ha puesto en evidencia que no basta con tener energía; también necesitamos garantías de continuidad y planes sólidos frente a posibles fallos. Por eso queremos conocer tu opinión: Encuesta ¿Debería el Gobierno invertir más...