El origen de la Guardia Suiza: los mercenarios reconvertidos que llevan 500 años defendiendo al Papa y el Vaticano

Ejército de élite - Desde su fundación en 1506 por orden de Julio II, ha permanecido al servicio del Papa con una lealtad que ha resistido guerras, saqueos, cambios políticos y transformaciones dentro y fuera de la Iglesia¿Qué ocurre con el anillo del Papa tras su muerte? El papa Francisco ha muerto a los 88 años. Con él se cierra una era de casi once años de pontificado, pero también se activa un engranaje milimétrico, ancestral y meticulosamente custodiado. Las miradas se dirigen ahora hacia una figura poco mediática, pero siempre presente en la sombra: la Guardia Suiza. Este cuerpo, que no descansa ni cuando muere el pontífice, mantiene su juramento más allá de los nombres y los siglos. El juramento suspendido y una misión que no se detiene En medio de los preparativos para el funeral y la organización del cónclave que elegirá al sucesor de Francisco, la Guardia Suiza ha suspendido el tradicional juramento de sus nuevos miembros. Iba a celebrarse, como cada 6 de mayo, en recuerdo de un día grabado a fuego en su historia: el Saqueo de Roma. Pero esta vez, como ha indicado el propio cuerpo en un comunicado, “la Guardia Suiza está plenamente concentrada en su propia misión y se une en oración por su eterno reposo”. En ese silencio institucional se revela una continuidad irrompible: la de unos soldados cuya principal tarea nunca cambia. Cinco siglos de historia sin bajarse del puesto Mientras tanto, los 135 efectivos actuales siguen ocupando sus puestos en las cuatro puertas de acceso al Vaticano y controlando los movimientos en lugares clave como la basílica de San Pedro. También garantizan la seguridad de los cardenales que van llegando para participar en el cónclave. Su papel, por protocolario que parezca en los actos solemnes, no tiene nada de decorativo. Desde su fundación, han sido los encargados de proteger al Papa y a su entorno más próximo, sin importar el contexto político, el siglo ni las amenazas. Una lealtad que empezó con Julio II y no ha conocido descanso Ese vínculo con el Vaticano se remonta a enero de 1506, cuando un grupo de 150 jóvenes suizos entró en Roma bajo las órdenes de Kaspar von Silenen para ponerse al servicio del papa Julio II. Procedían de una tradición militar profundamente arraigada en los cantones helvéticos, donde la disciplina y la destreza en combate eran parte de una cultura bélica consolidada desde hacía siglos. Durante el siglo XV, los soldados suizos ganaron reputación en toda Europa por su disciplina, ferocidad en combate y dominio de la lucha en formación cerrada. Se convirtieron en la tropa de élite más cotizada del continente y participaron en múltiples conflictos como mercenarios al servicio de diversos monarcas. El Saqueo de Roma, una fecha que marcó para siempre a la Guardia Suiza El papa Julio II, necesitado de un contingente leal y fiable, optó por reclutarlos como fuerza permanente. El 22 de enero de 1506 llegaron los primeros hombres y fueron bendecidos personalmente por el pontífice, dando origen oficial a la Guardia Suiza. En sus inicios, estos soldados participaron activamente en las campañas militares del Vaticano, como las operaciones contra Perugia y Bolonia. Su fe católica, su formación militar y su neutralidad nacional hicieron de ellos una fuerza especialmente adecuada para proteger al Papa en un contexto de continuas guerras en la península itálica. Con el tiempo, su rol se fue centrando en la protección directa del pontífice y sus propi

Abr 23, 2025 - 11:43
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El origen de la Guardia Suiza: los mercenarios reconvertidos que llevan 500 años defendiendo al Papa y el Vaticano

El origen de la Guardia Suiza: los mercenarios reconvertidos que llevan 500 años defendiendo al Papa y el Vaticano

Ejército de élite - Desde su fundación en 1506 por orden de Julio II, ha permanecido al servicio del Papa con una lealtad que ha resistido guerras, saqueos, cambios políticos y transformaciones dentro y fuera de la Iglesia

¿Qué ocurre con el anillo del Papa tras su muerte?

El papa Francisco ha muerto a los 88 años. Con él se cierra una era de casi once años de pontificado, pero también se activa un engranaje milimétrico, ancestral y meticulosamente custodiado. Las miradas se dirigen ahora hacia una figura poco mediática, pero siempre presente en la sombra: la Guardia Suiza. Este cuerpo, que no descansa ni cuando muere el pontífice, mantiene su juramento más allá de los nombres y los siglos.

El juramento suspendido y una misión que no se detiene

En medio de los preparativos para el funeral y la organización del cónclave que elegirá al sucesor de Francisco, la Guardia Suiza ha suspendido el tradicional juramento de sus nuevos miembros. Iba a celebrarse, como cada 6 de mayo, en recuerdo de un día grabado a fuego en su historia: el Saqueo de Roma.

Pero esta vez, como ha indicado el propio cuerpo en un comunicado, “la Guardia Suiza está plenamente concentrada en su propia misión y se une en oración por su eterno reposo”. En ese silencio institucional se revela una continuidad irrompible: la de unos soldados cuya principal tarea nunca cambia.

Cinco siglos de historia sin bajarse del puesto

Mientras tanto, los 135 efectivos actuales siguen ocupando sus puestos en las cuatro puertas de acceso al Vaticano y controlando los movimientos en lugares clave como la basílica de San Pedro. También garantizan la seguridad de los cardenales que van llegando para participar en el cónclave.

Su papel, por protocolario que parezca en los actos solemnes, no tiene nada de decorativo. Desde su fundación, han sido los encargados de proteger al Papa y a su entorno más próximo, sin importar el contexto político, el siglo ni las amenazas.

Una lealtad que empezó con Julio II y no ha conocido descanso

Ese vínculo con el Vaticano se remonta a enero de 1506, cuando un grupo de 150 jóvenes suizos entró en Roma bajo las órdenes de Kaspar von Silenen para ponerse al servicio del papa Julio II. Procedían de una tradición militar profundamente arraigada en los cantones helvéticos, donde la disciplina y la destreza en combate eran parte de una cultura bélica consolidada desde hacía siglos.

Durante el siglo XV, los soldados suizos ganaron reputación en toda Europa por su disciplina, ferocidad en combate y dominio de la lucha en formación cerrada. Se convirtieron en la tropa de élite más cotizada del continente y participaron en múltiples conflictos como mercenarios al servicio de diversos monarcas.

El Saqueo de Roma, una fecha que marcó para siempre a la Guardia Suiza

El papa Julio II, necesitado de un contingente leal y fiable, optó por reclutarlos como fuerza permanente. El 22 de enero de 1506 llegaron los primeros hombres y fueron bendecidos personalmente por el pontífice, dando origen oficial a la Guardia Suiza.

En sus inicios, estos soldados participaron activamente en las campañas militares del Vaticano, como las operaciones contra Perugia y Bolonia. Su fe católica, su formación militar y su neutralidad nacional hicieron de ellos una fuerza especialmente adecuada para proteger al Papa en un contexto de continuas guerras en la península itálica.

Con el tiempo, su rol se fue centrando en la protección directa del pontífice y sus propiedades, tanto en el interior de la Santa Sede como en sus desplazamientos. Su momento más recordado llegó el 6 de mayo de 1527, cuando durante el Saqueo de Roma por las tropas imperiales de Carlos V, 147 de los 189 guardias murieron combatiendo en la basílica de San Pedro para permitir la huida de Clemente VII al Castillo de Sant’Angelo. Solo 42 sobrevivieron. Ese acto de resistencia es considerado el mayor símbolo de su lealtad.

Jules Repond, el comandante que salvó a la Guardia del olvido

Tras ese episodio, la Guardia Suiza fue evolucionando. Durante los siglos XVII y XVIII, el cuerpo mantuvo su función, aunque más como fuerza de vigilancia y ceremonia. El declive llegó en el siglo XIX: la falta de conflictos militares, la modernización de los ejércitos europeos y la reducción territorial de los Estados Pontificios provocaron que se quedaran anticuados, tanto en estructura como en equipamiento. No lograron impedir ni el secuestro del papa Pío VII a manos de Napoleón ni la ocupación de Roma durante la unificación italiana en 1870.

La Guardia Suiza fue poco a poco yendo a menos y no lograron proteger adecuadamente a algunos Papas

La situación cambió radicalmente a partir de 1910, cuando Jules Repond fue nombrado comandante del cuerpo. Fue él quien lo transformó por completo, estableciendo entrenamientos profesionales, modernizando el armamento y diseñando el uniforme actual, con los colores azul, rojo y amarillo de la familia Médici.

Requisitos estrictos y entrenamiento constante: así se forja un guardia suizo

Además, fijó los duros criterios de selección que siguen vigentes: todos los aspirantes deben ser suizos, varones, de entre 19 y 30 años, haber realizado el servicio militar, poseer formación profesional o acceso a la universidad, mantener el celibato durante cinco años, medir al menos 1,74 metros, estar en buena condición física y tener reputación intachable.

Aunque muchas de sus funciones sean de vigilancia estática, como controlar entradas, revisar credenciales o escoltar al Papa en actos públicos, la Guardia Suiza también se entrena regularmente con cuerpos de seguridad internacionales y colabora con la Gendarmería Vaticana.

Los soldados de la guardia Suiza pasaron de ser una fuerza mercenaria a convertirse en un cuerpo exclusivo y vinculado directamente al Vaticano

Su preparación incluye defensa personal, manejo de armas modernas y simulacros de evacuación. No son soldados de museo. Su presencia en actos como el cónclave o la misa de inicio de pontificado forma parte de un sistema de seguridad real, cuidadosamente diseñado.

En sus más de cinco siglos de existencia, han sido testigos de guerras, renuncias, atentados, cónclaves y funerales. Y ahora, con el Vaticano nuevamente en sede vacante, siguen firmes y con la misma misión de siempre: proteger al sucesor de Pedro. Da igual que todavía no tenga nombre.

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