El funnel de conversión del contenido extremo en internet, de Alvise a Onlyfans
El caso de Francia contra Pavel Durov y Telegram o los movimientos de Musk con Twitter son explicables a partir de Alvise Pérez y Carolina Cazadora

¿Qué tienen en común Carolina Cazadora y Alvise Pérez?
A priori podemos responder lo obvio. Personajes del internet español que se han hecho hueco al margen de los medios de comunicación y a través de plataformas de contenidos. Una es creadora en Onlyfans. El otro es un agitador devenido en político.
Pero hay algo más que les une, a ellos y a otros creadores que viven de contenido considerado extremo. Han perfeccionado el arte de optimizar lo que en marketing se denomina ‘funnel de conversión’: el proceso que lleva a los usuarios desde el primer contacto con una marca hasta la acción deseada. Para Carolina sería la suscripción a Onlyfans, para Alvise el paso a seguidor de su movimiento.
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Ambos se enfrentan al hecho de que las plataformas masivas, con mecanismos efectivos de viralidad donde mayoritariamente está su público objetivo, tienen políticas estrictas de moderación. Ya sea contenido pornográfico, mensajes acusatorios sobre crímenes atribuidos a extranjeros o filtraciones de datos personales basados en rumores, deben trasladar a sus usuarios a otras plataformas.
Así, tenemos a Carolina en Instagram con el formato vídeo de preguntas a gente en la calle, cuidadosamente preparados para lanzar mensajes controvertidos sin cruzar la línea de lo sexualmente explícito. Alvise a su vez juega sus cartas en la misma plataforma o en Twitter, pero sus mensajes más extremos se los guarda para otro sitio.
Ambos intentan mover a su aduencia a Telegram, en la que cada uno gestiona un grupo y en donde se acercan a la conversión en el funnel. En el de Carolina hay sexo pero con escenas cortadas, un aperitivo mientras se ofrece el menú completo: la suscripción a su cuenta de Onlyfans.
En el de Alvise ya no hay salto a otra plataforma. La permanencia en el grupo de Telegram es la mejor garantía de la verdadera conversión que se busca: en embajador y votante de su plataforma. Con la notifiación en el móvil y la exposición a su discurso fuera del ruido de plataformas con muchos más creadores y puntos de vista, ya tendría el objetivo cumplido
Telegram y Twitter muestran la presión y tensión entre plataformas y estados. También qué posición en ese funnel de conversión quieren jugar.
Cuando detienen y acusan al fundador y CEO de Telegram en Francia, tenemos una reacción del estado: poner límites a la capacidad de internet de ofrecer distribución y alcance a actividades y discursos extremos.
Por un lado, exigir colaboración en casos de delitos graves; por otro, se empieza a entender que aunque fuese originalmente una app de mensajería, ya es de facto una plataforma más para creadores. Es decir, para medios.
Telegram (y paulatinamente Whatsapp) está transitando de lo estrictamente social (el grupo de chat privado) hacia comunicaciones del tipo “uno a muchos” (el espacio para un medio, un creador). El negocio apunta en esa dirección, pero las leyes de moderación de contenidos europeas y de otras entidades, también.
Los cambios de Musk en Twitter, con menos moderación de contenido y con pulsos a la Unión Europea y Brasil: el primero está ahora en marcha, el segundo lo ganó el estado. Aunque la relación entre Elon Musk, Trump y sus políticas merece un análisis aparte, para esta discusión hay un aspecto importante que destacar: la idea de que el contenido extremo - político, sexual - no debe ser orillado o acotado, sino que hay una oportunidad de albergarlo y monetizarlo.
Dicho de otro modo, Twitter (ya, X), intentaría capturar desde el primer contacto con el usuario hasta la conversión, con suscripciones a estos creadores. Lo que estamos viendo, de facto, es que hay una gran cantidad de usuarios que no se sienten cómodos en la convivencia entre el contenido “vainilla” o moderado y el extremo.
De fondo tenemos una reacción. La ruptura del ecosistema mediático del siglo XX a través de internet sigue teniendo consecuencias de segundo orden. Al fin del papel moderador de la discusión pública que tutelaban los medios de comunicación de masas, tenemos que sumar la vertiente potenciadora de los algoritmos de plataformas que enganchan con lo más emocional y extremo. El orden anterior lleva años diagnosticando que esta generación de internet se lo puede llevar por delante y ha empezado a reaccionar. Tanto en el discurso como en la legislación. Pero ese es otro debate que pronto abordaremos pronto.