Desde la salida de Julen Lopetegui , el banquillo del Sevilla sufre una inestabilidad tremenda. Ningún entrenador , independientemente del estilo que traiga y sus métodos, logra asentarse en la casa ni fortalece sus lazos con el cuerpo directivo. Todo lo contrario. Pasan las campañas, los resultados no mejoran en la medida que pretende el club y al final la cuerda siempre se rompe por el lado más fácil, el del entrenador, empujado a hacer las maletas para marcharse de Nervión antes de lo previsto o estipulado en su contrato. Ni siquiera Mendilibar, que fue capaz de levantar un título continental con un Sevilla ya en decadencia, consiguió sobrevivir en la entidad blanquirroja más de siete meses. Evidentemente, el problema...
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