El arriesgado engaño de Cathay Williams para unirse al ejército de Estados Unidos como hombre y convertirse en la primera mujer afroamericana en servir
Pionera olvidada - Las enfermedades repetidas durante su servicio terminaron revelando su verdadera identidad en Nuevo México, lo que provocó su baja inmediata por motivos médicoLa activista negra que forzó los derechos de autor para luchar contra la esclavitud Tenía los pies destrozados y las diez uñas amputadas, pero aún así pidió una pensión por servicio militar. Le dijeron que no. Había pasado por cinco hospitales del ejército sin que nadie notara su mayor secreto. Firmó su alistamiento con un nombre falso, una identidad fabricada y una mentira tan bien sostenida que ni los propios soldados a su lado lo supieron. Lo que buscaba no era reconocimiento, ni venganza, ni gloria. Solo intentaba sobrevivir en un mundo que la dejaba fuera de todos los márgenes. De esclava a soldado camuflada entre los uniformes azules Después de ser esclava, de acompañar al ejército como cocinera y lavandera y de cruzar Estados Unidos con las tropas, Cathay Williams tomó una decisión que lo cambiaría todo. En 1866 se presentó en la oficina de reclutamiento de St. Louis con el nombre masculino de William Cathay. Se inscribió en el 38º Regimiento de Infantería y fue aceptada tras una revisión médica superficial. Medía 1,75 metros, algo más que muchos de sus compañeros, pero nadie sospechó de que era una mujer. Durante casi dos años, cumplió con las tareas habituales de guarnición, siempre vestida de uniforme y cargando su fusil. Formó parte de los Buffalos Soldiers, donde nunca sospecharon de que era mujer Formó parte de uno de los primeros regimientos integrados por soldados afroamericanos tras la Guerra Civil, que más tarde serían conocidos como los legendarios Buffalo Soldiers. Desempeñó con disciplina y eficacia todas las funciones asignadas, sin privilegios ni trato diferenciado escoltando convoyes y protegiendo asentamientos. Ya conocía el mundo militar desde dentro. Antes de alistarse oficialmente, había sido obligada a servir como cocinera y lavandera en el ejército de la Unión, acompañando al general Philip Sheridan en campañas como la del río Rojo y la batalla de Pea Ridge. Tenía 17 años cuando fue registrada como contrabando por el ejército unionista. Esa etiqueta, usada para definir a esclavos liberados por las tropas del norte, fue el punto de partida de una vida marcada por los límites y la resistencia. Años después pidió una pensión por discapacidad, pero fue rechazada a pesar de las amputaciones y problemas de salud Durante su estancia en el ejército, las hospitalizaciones se hicieron frecuentes. Primero fue la viruela, después problemas derivados del calor y del agotamiento acumulado. En uno de esos ingresos, ya en Nuevo México, el cirujano del puesto descubrió que no era un hombre. El comandante Charles E. Clarke ordenó su baja el 14 de octubre de 1868, alegando una discapacidad que le impedía seguir en servicio. La hoja de e

Pionera olvidada - Las enfermedades repetidas durante su servicio terminaron revelando su verdadera identidad en Nuevo México, lo que provocó su baja inmediata por motivos médico
La activista negra que forzó los derechos de autor para luchar contra la esclavitud
Tenía los pies destrozados y las diez uñas amputadas, pero aún así pidió una pensión por servicio militar. Le dijeron que no. Había pasado por cinco hospitales del ejército sin que nadie notara su mayor secreto.
Firmó su alistamiento con un nombre falso, una identidad fabricada y una mentira tan bien sostenida que ni los propios soldados a su lado lo supieron. Lo que buscaba no era reconocimiento, ni venganza, ni gloria. Solo intentaba sobrevivir en un mundo que la dejaba fuera de todos los márgenes.
De esclava a soldado camuflada entre los uniformes azules
Después de ser esclava, de acompañar al ejército como cocinera y lavandera y de cruzar Estados Unidos con las tropas, Cathay Williams tomó una decisión que lo cambiaría todo. En 1866 se presentó en la oficina de reclutamiento de St. Louis con el nombre masculino de William Cathay.
Se inscribió en el 38º Regimiento de Infantería y fue aceptada tras una revisión médica superficial. Medía 1,75 metros, algo más que muchos de sus compañeros, pero nadie sospechó de que era una mujer. Durante casi dos años, cumplió con las tareas habituales de guarnición, siempre vestida de uniforme y cargando su fusil.
Formó parte de uno de los primeros regimientos integrados por soldados afroamericanos tras la Guerra Civil, que más tarde serían conocidos como los legendarios Buffalo Soldiers. Desempeñó con disciplina y eficacia todas las funciones asignadas, sin privilegios ni trato diferenciado escoltando convoyes y protegiendo asentamientos.
Ya conocía el mundo militar desde dentro. Antes de alistarse oficialmente, había sido obligada a servir como cocinera y lavandera en el ejército de la Unión, acompañando al general Philip Sheridan en campañas como la del río Rojo y la batalla de Pea Ridge. Tenía 17 años cuando fue registrada como contrabando por el ejército unionista. Esa etiqueta, usada para definir a esclavos liberados por las tropas del norte, fue el punto de partida de una vida marcada por los límites y la resistencia.
Durante su estancia en el ejército, las hospitalizaciones se hicieron frecuentes. Primero fue la viruela, después problemas derivados del calor y del agotamiento acumulado. En uno de esos ingresos, ya en Nuevo México, el cirujano del puesto descubrió que no era un hombre.
El comandante Charles E. Clarke ordenó su baja el 14 de octubre de 1868, alegando una discapacidad que le impedía seguir en servicio. La hoja de expulsión no mencionaba su identidad real, aunque ese había sido el motivo.
Una vida errante tras la expulsión del ejército
Tras dejar el ejército forzósamente, Williams se trasladó al Fuerte Unión para trabajar de cocinera. Más tarde vivió en Pueblo, en el estado de Colorado, donde su madre dirigía un orfanato, y también en Trinidad, donde se instaló como costurera.
Fue entonces, justo cuando llevaba la vida que se esperaba de una mujer negra de la época, cuando un periodista de St. Louis, intrigado por los rumores sobre una mujer afroamericana que había servido en el ejército, consiguió localizarla.
Su historia se publicó el 2 de enero de 1876 en el St. Louis Daily Times. En esa entrevista explicó los motivos que la llevaron a alistarse con nombre falso y reveló que solo dos personas sabían su secreto: “El regimiento al que me uní llevaba uniforme de zuavo, y solo dos personas, un primo y un amigo íntimo, que también eran parte del regimiento, sabían que era una mujer”.
En esa misma entrevista, al hablar de los motivos que la llevaron a alistarse, explicó que su objetivo era claro desde el principio: “Quería ganarme la vida por mí misma y no depender de parientes o amigos”.
Años después, solicitó una pensión militar por discapacidad. A pesar de las amputaciones y los problemas de salud, el examen médico concluyó que no cumplía los requisitos. El hecho de que hubiese servido disfrazada no influyó en la negativa: simplemente alegaron que no tenía la invalidez suficiente. No se conoce la fecha exacta de su muerte, pero ocurrió poco después, en algún momento tras 1893, cuando fue rechazada por última vez.
De su final no quedaron registros claros, solo una certeza: fue la única mujer documentada que formó parte de los Buffalo Soldiers y la primera mujer negra conocida que se alistó en el Ejército de Estados Unidos. Aunque nunca lo hiciera con su verdadero nombre.