Crece el malestar en el Supremo ante el empeño de Bolaños por colocar a sus candidatas en las presidencias clave
El Pleno del CGPJ celebrado este miércoles concluyó sin acuerdo para las presidencias clave del Supremo a pesar del ultimátum de Isabel Perelló

La imposibilidad del Consejo General del Poder Judicial para llegar a un acuerdo en torno a las presidencias claves del Tribunal Supremo está generando un creciente malestar en el alto tribunal. Seis meses después de que se abriese la carrera para ocupar la vacante del magistrado Manuel Marchena al frente de la Sala de lo Penal y el principal sillón de la Sala Contencioso Administrativo del alto tribunal, las negociaciones entre ambos bloques del órgano de gobierno de los jueces vuelven a la casilla de salida.
Tras un Pleno copado por la tensión entre dos bloques que parecen no encontrar puntos comunes en torno al nombramiento de las presidencias clave del TS, se acordó devolver el asunto a la Comisión de Calificación. Esta decisión fue el reflejo de lo que muchos venían vaticinando en las últimas horas, la sombra del bloqueo sobrevuela de nuevo el CGPJ.
Esta situación, no desconocida para el anterior Consejo, se viene fraguando desde hace meses debido, según fuentes del bloque conservador, a la influencia de Moncloa en este tipo de acuerdos. Voces consultadas en el seno del alto tribunal por Vozpópuli, comparten esta misma idea: el empeño de Félix Bolaños por colocar a sus candidatas en los asientos centrales está provocando un creciente malestar en la Sala Segunda y Tercera del TS.
Según las mismas fuentes, la falta de acuerdo en el CGPJ está contribuyendo a la división entre los magistrados de ambas salas, sobre todo, en la Sala de lo Penal, donde Andrés Martínez Arrieta ocupa actualmente la presidencia en funciones. Considerado el número uno en el escalafón, Arrieta es el favorito de los conservadores y cuenta con cierto respaldo dentro del ala progresista debido a su amplia trayectoria profesional. No obstante, según las fuentes consultadas, la influencia del ministro de Justicia está complicando un cambio de postura en el bloque izquierdista que apuesta por la candidatura de Ana Ferrer, conocida por ser la primera mujer magistrada en ingresar en la Sala clave del alto tribunal.
Tras varios meses de estancamiento, las negociaciones en torno a este asunto se han acelerado en las últimas semanas gracias a la implicación personal de Isabel Perelló. La presidenta del CGPJ dio el pasado mes de marzo un ultimátum a sus vocales para que se pusieran de acuerdo para nombrar a los nuevos presidentes de las salas clave del TS antes de que acabase el mes de marzo. Tras el golpe en la mesa de la presidenta del alto tribunal, se han producido diversas reuniones entre vocales de ambos bloques donde parecían que algunas líneas rojas parecían difuminarse. No obstante, los esfuerzos de Perelló parecen haber sido en balde, puesto que la votación del pasado miércoles terminó con un empate a 10 para ambas presidencias.
Los escenarios que se han barajado estos últimos meses en el seno del órgano de gobierno de los jueces son tres. Por un lado, los conservadores han apostado desde el inicio por colocar a sus candidatos en las presidencias claves del Supremo a modo de transición, puesto que ambos tienen acordada su jubilación antes de que se cumpliesen los cinco años de mandato como presidente de Sala. Algunos vocales se han mostrado favorables a cerrar un acuerdo en el que Martínez Arrieta asuma la presidencia de la Sala de lo Penal y Pilar Teso pueda hacerse con el sillón central de la Sala Tercera.
Vuelta a la casilla de salida
Ahora, después de que el asunto haya sido enviado de nuevo a la Comisión de Calificación, otras voces optaban por poner sobre la mesa el nombre de otros candidatos para cumplir con la exigencia de paridad impuesta por los progresistas. Esta tercera vía abre un camino incierto donde las negociaciones podrían alargarse durante meses. Desde el Supremo observan con recelo este nuevo escenario que recuerda a una situación de bloqueo inédita perpetuada por el anterior Consejo, eso sí, bajo la influencia de Moncloa y Génova.
Tras cinco años de bloqueo, el PP y PSOE lograron firmar un acuerdo histórico desde Bruselas para renovar el Consejo General del Poder Judicial. En pleno verano el nuevo Consejo arrancaba con las negociaciones para nombrar a un nuevo presidente del Poder Judicial. Tras varias semanas de conversaciones y varias votaciones fallidas, la llegada de Isabel Perelló se vivió desde ambos bloques como síntoma de cambio y el inicio de una nueva etapa alejada de la sombra de la anterior legislatura donde los consensos marcarían el legado de un nuevo CGPJ.
Perelló quiere mantener esta imagen, por ello, ha exhortado a ambos bloques a llegar a un acuerdo lo antes posible sobre las presidencias clave del Supremo. A pesar de que algunas fuentes consultadas defienden que se decanta por las candidaturas de Martínez Arrieta y Pablo Lucas, la presidenta se mantuvo al margen de la votación fallida de este miércoles.