Científicos descubren en la ceniza volcánica un escudo contra la radiación
La violenta erupción del volcán Taál en Filipinas en enero de 2020 dejó más que ceniza volcánica sobre techos y campos: dejó toneladas de un material que, hasta ahora, era tratado como desecho. Hoy, científicos filipinos lo están convirtiendo en un escudo salvavidas contra la radiación. Investigadores del Ateneo de Manila University y la National […]

La violenta erupción del volcán Taál en Filipinas en enero de 2020 dejó más que ceniza volcánica sobre techos y campos: dejó toneladas de un material que, hasta ahora, era tratado como desecho. Hoy, científicos filipinos lo están convirtiendo en un escudo salvavidas contra la radiación.
Investigadores del Ateneo de Manila University y la National University – Campus Mall of Asia han logrado lo impensable: transformar la ceniza volcánica en una alternativa sustentable al concreto y al plomo para proteger de rayos X y gamma, altamente peligrosos para la salud humana.
La ceniza volcánica como escudo para la radiación
Los científicos Floyd Rey P. Plando, Myris V. Supnad y Joel T. Maquiling analizaron la ceniza proveniente de la erupción del Taal y descubrieron que está compuesta por minerales ricos en hierro, un metal denso y con gran número de electrones, lo que lo convierte en un bloqueador natural de radiación.
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“El hierro tiene una mayor capacidad de interacción porque contiene más electrones. Además, su estructura compacta y pesada lo hace ideal para detener los rayos X y gamma”, explicó Plando. La mezcla de ceniza con otros agregados formó una especie de geopolímero con propiedades sorprendentes, no solo por su capacidad para atenuar la radiación, sino también por su resistencia a la compresión.
El problema de fondo: Radiación y materiales tóxicos
En hospitales, centrales nucleares, industrias e incluso laboratorios, la radiación ionizante es una herramienta poderosa: ayuda a diagnosticar enfermedades, fortalece estructuras o alarga la vida útil de alimentos. Pero también representa un riesgo. Exponerse durante mucho tiempo puede causar desde quemaduras hasta cáncer, por lo que los materiales que bloquean esta energía son indispensables.
Actualmente, se utilizan principalmente plomo o concreto denso. Pero ambos son costosos, pesados y, en el caso del plomo, altamente tóxicos para el medio ambiente y la salud. Por eso, el hallazgo de este nuevo material con ceniza volcánica es tan relevante: es más económico, más ligero y, sobre todo, más ecológico.
La ciencia al servicio de la reconstrucción… y la salud
La idea no es solo hacer ladrillos o concreto. La meta de este equipo es más ambiciosa: crear materiales inteligentes, capaces de resistir catástrofes, proteger la salud humana y reducir el impacto ambiental. Maquiling, jefe del departamento de Física del Ateneo y director del laboratorio de geodinámica del Observatorio de Manila, lo resume con claridad: “No se trata solo de construir, se trata de construir con ciencia, de transformar el desastre en solución”.
Este hallazgo abre la puerta a que la ceniza volcánica —presente en abundancia en el archipiélago filipino— deje de ser basura tóxica y se convierta en una aliada de la infraestructura del futuro.
¿Una alternativa global para un problema creciente?
Cada vez hay más preocupación por la exposición crónica a la radiación, no solo en centros médicos o nucleares, sino también ante escenarios más extremos: guerra nuclear, accidentes atómicos o incluso catástrofes naturales con liberación radiactiva. Este material podría ser clave para construir refugios, hospitales y laboratorios más seguros, no solo en Filipinas, sino en cualquier región propensa a desastres.
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Aunque la investigación aún está en curso, y se necesitan más pruebas para evaluar su durabilidad a largo plazo, las primeras fases son prometedoras. El equipo incluso ha comenzado a recolectar muestras de ceniza de otros volcanes activos del país, como parte de una estrategia para estandarizar y escalar la producción de este “concreto inteligente”.
Una segunda vida para la ceniza volcánica
La erupción del Taal —que paralizó aeropuertos, forzó evacuaciones masivas y oscureció el cielo sobre Manila— podría quedar en la historia no solo como un desastre natural, sino como el punto de partida de una innovación que salve millones de vidas.
Como bien señala Maquiling: “Tenemos toneladas de materiales que tratamos como basura. ¿Por qué no convertir esos residuos en estructuras que nos protejan del futuro?”. La respuesta, al parecer, estaba enterrada bajo una capa gris de ceniza volcánica. Y gracias a la ciencia, esa ceniza ahora brilla con un nuevo propósito: protegernos.