Carlos Mata: de su inesperado éxito al fracaso de su primer matrimonio y por qué tardó 30 años en volver al país

En un mano a mano con LA NACION, el actor y cantante venezolano habló de todo: desde sus comienzos “de casualidad” en el medio a su decisión de alejarse en pleno éxito

Abr 28, 2025 - 21:00
 0
Carlos Mata: de su inesperado éxito al fracaso de su primer matrimonio y por qué tardó 30 años en volver al país

Su apariencia no es la misma, pero su voz sigue intacta. Su mirada también, esa que décadas atrás lo convirtió en un ícono de las telenovelas y lo llevó a conquistar corazones en todo el mundo. Cristal, Señora, La dama de rosa, Déjate querer, la lista es inmensa... Sin embargo, y para sorpresa de muchos, a él ese rol lo incomodaba. “Yo no quería ser protagonista, no quería ser galán, digamos que fui obligado”, dice Carlos Mata mientras celebra 50 años de carrera.

Con la música no fue muy diferente. Fanático del rock y de bandas como Led Zeppelin y Pink Floyd, este venezolano tampoco se sentía del todo cómodo cantando temas “melosos”. “Una de las cosas que más me frustró es que yo no tenía voz para cantar rock, era más una voz melodiosa. Siempre quisieron que haga baladas, canciones románticas”, admite quien editó 10 discos (uno en italiano) y alzó varios de Oro y Platino con temas como “Déjame intentar”, “Que por qué te quiero” y “Te estoy amando tanto”. Carlos Mata señala que tiene una

Lo cierto es que este actor, cantante y conductor llegó a los medios de casualidad. Cuenta la leyenda que este estudiante de arquitectura había ido a acompañar a un amigo a un casting de teatro, el director lo vio, le tomó una prueba y a los días estaba debutando con Godspell, un musical que fue éxito en París, Nueva York, Madrid y Londres. “Yo no venía de este mundo, yo venía del mundo de la arquitectura. Me gustaba la física, la historia, la lectura. Yo soy lo más tímido que hay en el mundo”, revela casi sin poder creer todo lo que ha logrado sin buscarlo.

Un éxito que no buscó ni soñó, pero que “se fue dando” y que no titubeó en poner en pausa cuando comenzó a afectar sobremanera su vida personal. “Yo no veía la luz del día, me despertaba en los hoteles y no sabía en qué país estaba y eso afectaba mucho a mi familia, sobre todo, a mis hijos que son lo más sagrado que tengo”, asegura este artista que estuvo alejado de los sets y los escenarios durante 13 años.

Sin embargo, la espera para la Argentina fue mucho mayor. Después de 30 años sin venir, Carlos Mata desembarcó en el país en el marco de una minigira que pasará por el teatro Opera (2 de mayo), el cine teatro San Carlos de Junín (3 de mayo) y el teatro Mercedes Sosa de Tucumán (9 de mayo). “Me vine a dar un baño de cariño”, bromea expectante por volver a reencontrarse con su público.

-Ya empezó la cuenta regresiva para tus shows en el país, ¿qué podés anticiparnos?

-El concierto es una especie de homenaje al público. Están las canciones de siempre, los grandes éxitos, porque quienes vienen quieren que cantemos juntos, pero también hay elementos de humor y una especie de anecdotario sobre lo que nadie vio de mis telenovelas.

-¿Cómo imaginás el reencuentro con el público?

-Yo quiero a este país mucho más de lo que la gente cree. He tenido la suerte de que mis novelas y mi música lleguen a más de 70 países, he estado en 45 o 50 de ellos y la verdad que siempre he recibido un cariño tremendo. Pero en el caso de Argentina, hay una conexión especial. La gente es muy afectiva aquí. Desde que llegué me están tratando maravillosamente bien. No es la locura de los 90, pero el cariño sigue intacto. Me vine a dar un baño de cariño. Necesitaba volver a contactar, mirar a los ojos y abrazar al público argentino.Sobre sus años más exitosos:

-¿Por qué tardaste 30 años en volver?

-Yo me desaparecí en el mejor momento de mi carrera porque me dio la gana. Yo no veía la luz del día, me despertaba en los hoteles y no sabía en qué país estaba y eso afectaba mucho a mi familia, sobre todo, a mis hijos que son lo más sagrado que tengo. Quizá debería haberme alejado por un par de años, pero fueron 13.

-¿Qué hiciste en todo ese tiempo además de estar con tu familia?

-Estar con mis hijos, leer mucho, también se me dio por pintar. He hecho algunos proyectos como el diseño de alguna casa a algún amigo, pero no de manera profesional; más que nada por amistad.

-¿Te arrepentís de haberte alejado tanto tiempo?

-Sí, me arrepiento de haber intentado salvar mi matrimonio durante tanto tiempo. Al final, descubrí que el verdadero miedo era perder a mis hijos. Yo no sé por qué asociaba el divorcio casi con la muerte. A la madre de mis hijos toda mi vida le estaré inmensamente agradecido por ellos porque son un regalo del cielo o, mejor dicho, un préstamo del cielo porque la vida o Dios te presta a los hijos para que aprendas a amar a alguien más que a ti mismo. Pero sí, me arrepiento de haber insistido, sabiendo en el fondo que no iba a tener remedio.

-¿Y qué pasó al final?

-Pasó lo que tenía que pasar: nos divorciamos y se llevó a los dos más pequeños a Venezuela para que aprendan español. Y al final terminé volviendo, y volví a hacer novelas y teatro allá. Iba y venía desde Miami para estar cerca de ellos. El mayor se quedó en los Estados Unidos, vivía en Denver.

-¿Cómo fue esa vuelta? ¿En algún momento sentiste miedo de que el público se olvide de vos?

-No llegue a tener miedo. Fue como si me hubiese ido ayer. Carlos Mata:

-En diciembre de 2022, viniste para participar del show de Lucas Sugo en el Luna Park y confesaste que costó que te reconozcan hasta que empezaste a cantar. ¿Te afecta el paso del tiempo?

-Sí, a veces me reconocen por la voz. Estoy hablando, alguien entra y se me queda mirando [risas]. El paso del tiempo no me importa porque siempre he conservado mi parte infantil y no voy a dejar morir a ese niño jamás. Vivo soñando como cuando leía a Julio Verne y creo que esa capacidad de soñar es la que me hizo ser actor porque en el fondo actuar es un juego. No soy de mirarme al espejo [solo para afeitarme y lavarme la cara] entonces cuando miro fotos, digo: “Oye, de verdad que me han caído un montón de años encima, ¿en qué momento?” Pero como nunca fui narcisista. A mí tenían que perseguirme para maquillarme para las novelas porque no me gustaba, no tengo paciencia. Además nunca me considere un tipo pintón. Yo era súper tímido y pensaba que las chicas ni se me iban a acercar.

-¿Nunca te creíste el papel de galán?

-Nunca. Yo no quería ser protagonista, no quería ser galán; digamos que fui obligado. De hecho, me ofrecieron protagonizar Topacio y dije que no. En el caso de Cristal fue igual, yo no la quería hacer. Decía: “¿Por qué no me dan un papel como El jorobado de Notre Dame o un asesino en serie?”; algo más interesante. Después hice las pases con las telenovelas. Yo venía del teatro clásico y musical y tenía todos los prejuicios idiotas que uno tiene a los 20 años. Al final, te tienes que tragar tus palabras porque es un trabajo como cualquier otro. Carlos Mata junto a Jeannette Rodríguez, los protagonistas de la exitosa telenovela Cristal

-Vos estudiabas arquitectura y llegaste al mundo de la actuación por casualidad, ¿Cómo tomaron en tu casa esto de trabajar en la tele?

-Yo vengo de una familia bastante conservadora y me acuerdo que en una cena mi abuelo Mata, que nunca levantaba la voz, me dijo: “Carlos Enrique, dime cómo es eso que habiendo estudiado una carrera tan hermosa como la arquitectura decidiste meterte a cómico”. A cómico, como si fuera algo despectivo. Por supuesto que no les cayó bien, pero en mi vida siempre he tratado de ser independiente y así he criado a mis hijos. Cuando tenían 6 años su opinión contaba, la decisión era mía, pero yo los escuchaba. Como yo no tenía ni voz ni voto en mi casa, no quise repetir eso con ellos.

-¿Cuál fue la canción que significó un antes y un después en tu carrera?

-No hay una, son varias, pero “Que por qué te quiero” fue una canción que sin dudas marcó mi carrera. Yo no la quería grabar. La canción era bonita, pero a mí me gustaba el rock. La letra era muy Hello Kitty, totalmente preadolescente. Esos temas de novela los componía el vicepresidente de Radio Caracas Televisión entonces era: “El tema es este y queremos que lo cantes. No lo quieres cantar, se lo damos a otro” y bueno, por contrato estaba como obligado. Con ese tema estuve 18 semanas en el primer lugar del Billboard de los Estados Unidos y fue mi primer Platino. Ahí dije: “Evidentemente no sé nada de negocios” [risas].

-No te gustaba ser protagonista de telenovelas, no te gustaba cantar estos temas, ¿te sorprende todo lo que lograste casi sin querer?

-Nunca lo valoré. Yo decía: “¿por qué la gente se enloquece si yo conozco tantos artistas que son mil veces mejores que yo?”. Con el tiempo he entendido que la conexión que se produce a nivel personal con la gente es importantísima y yo logré eso con el público. Siempre me entregué como ser humano, siempre he tratado de ser yo mismo con mis fantasmas y demonios. Es más, te voy a hacer una confesión: me producía culpa ganar tanto dinero. Yo decía: “Hay tanta gente pasándola mal...” que me costó hasta terapia. Y la verdad es que de todo lo que yo ganaba al que menos le interesaba el dinero era a mí, de eso se benefició mucha gente.

-O sea que, en cierta forma, padeciste la fama

-Soy un artista muy atípico. A mí no me gustan las alfombras rojas, no me gustan los flashes. En Nueva York, me venían a buscar en limusina y yo les decía: “Parate aquí” y agarraba un taxi. Ir en una cosa gigantesca solo con champagne... ese no soy yo, ni quiero serlo. No me interesa para nada. Tampoco me gusta verme. He hecho películas y no voy al estreno para no tener que verme.

-¿Te llegaron esos papeles que tanto deseabas con el tiempo?

-Costó pero sí, aunque después se fueron al otro extremo. Dos veces he rechazado películas que tenían que ver con interpretar a un pedófilo. Es un tema que me indigna de tal manera que no voy a disfrutar el trabajo. A mí me pones a matar 32 personas y lo voy a disfrutar porque hay una fantasía desde niños en eso de jugar a la guerra, pero un papel así sé que no lo voy a disfrutar; no me interesa. Ese es mi límite, tiene que ver con mis principios y mis valores.

-Otra de tus novelas que acá fue furor fue Déjate querer con Catherine Fulop, ¿seguís teniendo relación con ella?

-Claro que sí. De hecho, está invitada con su marido y sus hijas al concierto del Ópera. Seguimos en comunicación aunque no nos vemos mucho por la distancia. En aquel momento, me había contratado Lecouna porque yo estaba número uno en Italia y España. Como veníamos de Señora que aquí había pegado tanto, él quería hacer una novela conmigo y con Maricarmen Regueiro. A ella le dio la locura y dijo: “No quiero actuar más”. Entonces le hablé de Catherine Fulop, con la que había hecho un comercial. Ella acababa de pegar una novela con Fernando Carrillo y la contrataron. Ahí trabajó también Osvaldo Sabatini, un gran tipo al que le tengo muchísimo cariño y se enamoraron. Catherine Fulop y su boda en la ficción con Carlos Mata

-¿Volvés a Venezuela cada tanto?

-No puedo.

-¿Por una cuestión política?

-Lamentablemente. Yo trato de no meterme en política, pero la política es la cotidianidad. Tú no puedes no asumir ni estar informado porque está en juego el presente y el futuro de tus hijos, de tu gente, de tus amigos. Es inevitable. Lo que está pasando allí es una tiranía hecha y derecha. Esta gente destruyó al país. Yo vengo de la izquierda, a mí nadie me puede venir con cuentos chinos, pero la izquierda que uno militaba en la universidad era una izquierda buscando justicia social, igualdad de oportunidades. El socialismo se ha deformado a unos niveles que yo no me puedo identificar. Yo me siento traicionado de arriba a abajo. La extrema izquierda y la extrema derecha me parecen exactamente lo mismo; gente que vive de la teta del Estado y del usufructo del trabajo del pueblo. Es muy triste y muy doloroso; he llorado mucho por mi tierra.

-¿Estás al tanto de la situación de la Argentina?

-Sí, porque me importa y quiero mucho a la Argentina. No sé con Milei cómo saldrán las cosas, hay que darle la oportunidad de que proponga algo, pero me preocupa mucho. Los que somos padres nos preocupa el mundo que le estamos dejando a nuestros hijos.

-Después de 30 años viviendo en Miami, decidiste mudarte a Madrid... ¿Cómo es tu vida allá?

-Miami es una ciudad que nunca me gustó. De hecho, viví allá para poder estar cerca de mis hijos. Ahora que están más grandes decidí irme y aunque no lo creas estaba entre México, la Argentina y Madrid. Argentina me recordaba mucho a Venezuela y me resultaba muy doloroso. México está entrando en la misma y ahora también me angustia lo que está pasando en España. En fin, vivo con mi mujer Maigualida Torres y cuando no estoy trabajando me gusta leer, me gusta hacer senderismo, subir una montaña o andar por el bosque. Me fascina ir al teatro, escuchar música clásica y también el heavy metal. Carlos Mata decidió irse de Miami y mudarse a Madrid:

-Además de esta gira por Uruguay y la Argentina, ¿qué otros proyectos se vienen?

-He grabado temas nuevos que han salido por redes y a fin de año tenemos planes de hacer una gira más grande. También me gustaría traer mi obra Desnudo con sombrero, pero es para teatros pequeños porque es muy íntima. Es una especie de monólogo donde me burlo de mí. Además del humor, hay música y una interacción con pantallas. Hablo sobre mi vida y cuento cosas que nadie sabe.

-Contanos algo que no sepamos...

-Bueno, yo iba a ser sacerdote. Cuando era niño mi vocación era esa supuestamente. En mi familia, los Iturriza, hay monjas y obispos, mi tío Cheche es monseñor. Entonces crecí con una gran influencia de eso y estaba convencido de seguir esos pasos. Creo que en el fondo era miedo y timidez.

-Mirá todo lo que te hubieras perdido si hubieras sido sacerdote...

-Si hubiera sido cura, hubiera sido un desastre [risas].