Hay palabras que significan una cosa y sin embargo en el alma suscitan otra. No se trata de la consabida polisemia, que convierte nuestro cerebro en una brillante verbena de sinapsis para situar el vocablo ‘banco’ en un parque o con un letrero del BBVA. Me refiero a un viaje que va desde su intención primera pasando por intenciones secundarias hasta desvanecerse su sentido principal. Porque el significado se debilita y pierde toda su magia cuando el uso de esa palabra es completamente innecesario. En pocos años hemos pasado por una pandemia, que se dice pronto. Después por el desastre de la Filomena. A continuación por la terrible Dana de Valencia y finalmente por el apagón general, que nos dejó...
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