Boda de sangre en Torrejón: no hay paz para las víctimas del Portugués, que va a juicio el 12 de mayo
Los más casamenteros dicen que de una boda sale otra. Pero lo que ocurrió la madrugada del 6 de noviembre de 2022 en el restaurante El Rancho, de Torrejón de Ardoz, durante el enlace de Sonia y Rubén fue una masacre que solo trajo desgracia y cuatro funerales. Las de las víctimas (hubo, además, nueve heridos de consideración) del atropello intencionado a cargo, presuntamente, de Micael da Silva, de 38 años. El reo acudió, sin estar invitado, al convite, con sus hijos menores, E. D. S. J. y A. D. S. J., y con sus sobrinos, Israel Bruno Teixeira da Silva y Thiago Teixeira da Silva. Su presencia allí no gustó, por celos probablemente, y el sujeto acabó embistiendo a trece personas durante un altercado con miembros del clan de los Bruno, muy conocido en Madrid. El principal encausado se enfrenta, en una vista oral que arrancará el 12 de mayo, a 224 años de cárcel. Se prevé un dispositivo especial de seguridad en la Audiencia Provincial, porque las familias de los finados claman justicia. El escrito de calificaciones provisionales de la Fiscalía señala que, sobre las 2.40 horas, en plena reyerta, el conocido como El Portugués, se dirigió «con sus cuatro acompañantes hacia el fondo de la calle de Jaén, perpendicular a la avenida de la Constitución, donde estaba estacionado el vehículo del procesado, un Toyota Corolla Verso, que no constaba asegurado en esa fecha». Lo arrancó y, «sin darles oportunidad de apartarse», se llevó por delante a sus trece víctimas. Por ello, el Ministerio Público le imputa cuatro delitos de asesinato (25 años por cada uno de ellos, en su mayor graduación) y nueve de intento de asesinato (14 años por cada uno). Las acusaciones particulares piden dos penas de asesinato y dos permanentes revisables. El fiscal señala, aunque esto seguramente quede esclarecido durante el juicio en la Sección Segunda, que uno de los menores, hijo de Micael, fue quien motivó que los echaran del evento, al intentar ligar con una de las participantes en la boda. El Portugués discutió con alguien por un «vaso de whisky» y uno de los jóvenes propinó un puñetazo al padre del novio. Por si fuera poco, otro de los expulsados sacó una navaja. Se lo recriminaron y le consiguieron apartar. Empezaron entre las familias a golpes y botellazos, sillas que volaban y juramentos de muerte. El encartado aceleró (hay imágenes que así lo atestiguan), «a sabiendas de la presencia de las personas allí congregadas y con total voluntad de causarles la muerte o asumiendo la posibilidad de que ello sucediera». Fallecieron Consuelo Bruno Silva y su hijo Casiano Romero Bruno, vecinos del barrio de Los Ángeles (Villaverde). Eran la abuela y tío del novio, que fueron enterrados en Navalmoral de la Mata (Cáceres). Las otras víctimas mortales del brutal atropello a manos de Micael Da Silva Montoya, Juan Manuel e Iván, este último de solo 17 años, recibieron sepultura en el cementerio de Carabanchel. Los heridos son Ángel Jiménez Bruno, Victoria Pardo Bruno, María del Carmen Navarro Vázquez, Fernando Romero Bruno, Diego Mendoza Rodríguez, Casiano Romero Navarro, Daniel Jiménez Suárez, Antonio Jiménez Suárez y José Antonio Jiménez Bruno. Otro varón fue golpeado por el coche pero no ha presentado denuncia. Durante la fase de instrucción, Tiago e Israel, los dos sobrinos del Portugués, declararon a la juez que el atropello fue involuntario, que ellos solo querían huir de ahí y que escucharon disparos antes de que la muchedumbre se les echara encima. Explicaron, además, que iban en el asiento trasero asustados y que su tío trató incluso de evitar los arrollamientos. Versión exculpatoria que para nada comparte el abogado de la acusación particular, Juan Manuel Medina. En una entrevista concedida a este diario dos semanas después del suceso, el padre de la novia recordaba que el único acusado y su prole se personaron en el restaurante al filo de la medianoche tras ver vídeos de la boda en directo a través de TikTok. «Eso es costumbre entre nosotros. Si alguien viene después del banquete, lo acogemos y le servimos una copa. Nos da igual que sea de los nuestros o no», incidía. Pero el comportamiento de los recién llegados, sirviéndose copas de las botellas más caras de whisky, «reservadas por los familiares» y grabando «los culos de las mujeres», desembocó en una pelea que no tardaría en trasladarse a los exteriores y en una matanza. Sobre Micael, dijo que era el primo de un primo de su consuegro y que, pese a que entonces no lo conocía personalmente, sí que tenía ya fama de ser conflictivo. «Fue una pesadilla, todo el mundo llorando. Vi los cuerpos allí tirados. Al hermano de mi yerno le habían pasado por encima en el pie y me quedé con él, porque estaba sangrando mucho».
Los más casamenteros dicen que de una boda sale otra. Pero lo que ocurrió la madrugada del 6 de noviembre de 2022 en el restaurante El Rancho, de Torrejón de Ardoz, durante el enlace de Sonia y Rubén fue una masacre que solo trajo desgracia y cuatro funerales. Las de las víctimas (hubo, además, nueve heridos de consideración) del atropello intencionado a cargo, presuntamente, de Micael da Silva, de 38 años. El reo acudió, sin estar invitado, al convite, con sus hijos menores, E. D. S. J. y A. D. S. J., y con sus sobrinos, Israel Bruno Teixeira da Silva y Thiago Teixeira da Silva. Su presencia allí no gustó, por celos probablemente, y el sujeto acabó embistiendo a trece personas durante un altercado con miembros del clan de los Bruno, muy conocido en Madrid. El principal encausado se enfrenta, en una vista oral que arrancará el 12 de mayo, a 224 años de cárcel. Se prevé un dispositivo especial de seguridad en la Audiencia Provincial, porque las familias de los finados claman justicia. El escrito de calificaciones provisionales de la Fiscalía señala que, sobre las 2.40 horas, en plena reyerta, el conocido como El Portugués, se dirigió «con sus cuatro acompañantes hacia el fondo de la calle de Jaén, perpendicular a la avenida de la Constitución, donde estaba estacionado el vehículo del procesado, un Toyota Corolla Verso, que no constaba asegurado en esa fecha». Lo arrancó y, «sin darles oportunidad de apartarse», se llevó por delante a sus trece víctimas. Por ello, el Ministerio Público le imputa cuatro delitos de asesinato (25 años por cada uno de ellos, en su mayor graduación) y nueve de intento de asesinato (14 años por cada uno). Las acusaciones particulares piden dos penas de asesinato y dos permanentes revisables. El fiscal señala, aunque esto seguramente quede esclarecido durante el juicio en la Sección Segunda, que uno de los menores, hijo de Micael, fue quien motivó que los echaran del evento, al intentar ligar con una de las participantes en la boda. El Portugués discutió con alguien por un «vaso de whisky» y uno de los jóvenes propinó un puñetazo al padre del novio. Por si fuera poco, otro de los expulsados sacó una navaja. Se lo recriminaron y le consiguieron apartar. Empezaron entre las familias a golpes y botellazos, sillas que volaban y juramentos de muerte. El encartado aceleró (hay imágenes que así lo atestiguan), «a sabiendas de la presencia de las personas allí congregadas y con total voluntad de causarles la muerte o asumiendo la posibilidad de que ello sucediera». Fallecieron Consuelo Bruno Silva y su hijo Casiano Romero Bruno, vecinos del barrio de Los Ángeles (Villaverde). Eran la abuela y tío del novio, que fueron enterrados en Navalmoral de la Mata (Cáceres). Las otras víctimas mortales del brutal atropello a manos de Micael Da Silva Montoya, Juan Manuel e Iván, este último de solo 17 años, recibieron sepultura en el cementerio de Carabanchel. Los heridos son Ángel Jiménez Bruno, Victoria Pardo Bruno, María del Carmen Navarro Vázquez, Fernando Romero Bruno, Diego Mendoza Rodríguez, Casiano Romero Navarro, Daniel Jiménez Suárez, Antonio Jiménez Suárez y José Antonio Jiménez Bruno. Otro varón fue golpeado por el coche pero no ha presentado denuncia. Durante la fase de instrucción, Tiago e Israel, los dos sobrinos del Portugués, declararon a la juez que el atropello fue involuntario, que ellos solo querían huir de ahí y que escucharon disparos antes de que la muchedumbre se les echara encima. Explicaron, además, que iban en el asiento trasero asustados y que su tío trató incluso de evitar los arrollamientos. Versión exculpatoria que para nada comparte el abogado de la acusación particular, Juan Manuel Medina. En una entrevista concedida a este diario dos semanas después del suceso, el padre de la novia recordaba que el único acusado y su prole se personaron en el restaurante al filo de la medianoche tras ver vídeos de la boda en directo a través de TikTok. «Eso es costumbre entre nosotros. Si alguien viene después del banquete, lo acogemos y le servimos una copa. Nos da igual que sea de los nuestros o no», incidía. Pero el comportamiento de los recién llegados, sirviéndose copas de las botellas más caras de whisky, «reservadas por los familiares» y grabando «los culos de las mujeres», desembocó en una pelea que no tardaría en trasladarse a los exteriores y en una matanza. Sobre Micael, dijo que era el primo de un primo de su consuegro y que, pese a que entonces no lo conocía personalmente, sí que tenía ya fama de ser conflictivo. «Fue una pesadilla, todo el mundo llorando. Vi los cuerpos allí tirados. Al hermano de mi yerno le habían pasado por encima en el pie y me quedé con él, porque estaba sangrando mucho».
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