Así es el 'hotel' donde duermen los cardenales: hay 'overbooking' en Santa Marta

Bajo los frescos de la Capilla Sixtina, un total de 133 príncipes de la Iglesia se reúnen este miércoles 7 de mayo en Cónclave hasta lograr la fumata blanca....

May 8, 2025 - 13:47
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Así es el 'hotel' donde duermen los cardenales: hay 'overbooking' en Santa Marta

Bajo los frescos de la Capilla Sixtina, un total de 133 príncipes de la Iglesia se reúnen este miércoles 7 de mayo en Cónclave hasta lograr la fumata blanca. Lo harán a puerta cerrada y bajo llave -literalmente- y durante el tiempo que dure el proceso, no tendrán acceso a teléfonos móviles o cualquier otro dispositivo electrónico, así como a televisión, radio, correo electrónico o prensa. La idea es que estén totalmente aislados y, de hecho, solo un número muy limitado de personas puede tener contacto con ellos: enfermeros, confesores y personal de cocina y limpieza. Pero, ¿qué hacen cuando llega la noche?

Según las normas de la elección papal, el primer día de cónclave se celebra una única votación, que permitirá a los cardenales constatar los apoyos de los principales candidatos. De no aprobarse por dos tercios a ningún candidato, el cónclave se reanudará al día siguiente, entonces sí, con cuatro votaciones diarias, dos por la mañana y dos por la tarde, hasta que los cardenales elijan a un nuevo pontífice.

'Overbooking' en la Casa Santa Marta

Este cónclave constituye el grupo más grande de cardenales hasta la fecha, por lo que el espacio en la Casa Santa Marta, la residencia del Vaticano para los visitantes es bastante ajustado. El edificio tiene cuatro plantas en las que se reparten 129 habitaciones (de las cuales 106 son suites), y un apartamento que utilizaba Bergoglio pero que de momento permanece sellado, con todas sus pertenencias.

Las cuentas son sencillas: 133 cardenales para 129 habitaciones en las que además hay que acomodar a las personas que darán servicio a los purpurados durante el encierro: médicos, enfermeros, personal de cocina y limpieza, organización, liturgia… El rompecabezas ha dado mucho de lo que hablar y, finalmente, algunos cardenales se alojarán en Santa Marta Vecchia, un edificio adyacente conectado a través de un patio.

Al estilo de un gran hotel, Santa Marta tiene una recepción y un comedor con autoservicio, donde el papa solía comer. Sin embargo, las habitaciones son sencillas, con un armario, cama individual, dos mesitas de noche y un baño con ducha. Su adjudicación se reparte por sorteo el día de antes de que se inicie el cónclave, y aunque ninguna de ellas destila lujo, los cardenales pueden estar satisfechos de tener sus propias habitaciones, muy superiores a los alojamientos de antaño.

De hecho, antes de ser un alojamiento para clérigos, Santa Marta fue construida por el papa Pablo III, para albergar un pequeño hospital para indigentes (de 1538 a 1726). Con el tiempo, tuvo otros usos e incluso fue abandonado, hasta que León XIII lo convirtió en residencia para religiosos en viaje al Vaticano en 1891 y Juan Pablo II le dio la función de alojar a los participantes del cónclave.

¿Cómo era antiguamente?

Antes de la existencia del 'hotel papal', durante la Edad Media y el Renacimiento, los cardenales dormían dentro de la Capilla Sixtina sobre catres o colchones que traían expresamente para el Cónclave y que se separaban con cortinas o tabiques temporales, o en recintos adyacentes que a menudo, no tenían ni calefacción ni ventilación.

Además, históricamente la comida de los cardenales durante el proceso de elección del nuevo pontífice ha presentado un riesgo potencial porque representa un buen canal para el intercambio de información, y las comidas en comunidad es uno de los contextos donde pueden darse negociaciones furtivas entre el ruido del gentío.

Por eso, tras un Cónclave que duró cerca de tres años, el papa Gregorio X creó el código de secreto del cónclave en 1274 en el que se establecían las normas que continúan rigiendo, en parte, el funcionamiento de las elecciones papales. Entre ellas estaban el aislamiento, que aún sigue vigente, y el racionamiento de la comida de los cardenales: tras tres días sin consenso, los cardenales recibían solo una comida diaria; tras ocho días, solo pan y agua.

A mediados del siglo XIV, Clemente VI flexibilizó estas reglas y autorizó comidas de tres platos: sopa; un plato principal de pescado, carne o huevos; y postre, que podía incluir queso o fruta. Si bien el racionamiento no se mantuvo, se mantiene un control estricto sobre los cónclaves.